Comedores del Gran Rosario

Las tensiones de una sociedad reflejadas dentro de la escuela

Hace más de un mes se rompió un tubo de gas maestro en la Cocina Centralizada que funciona en Granadero Baigorria, que proporciona raciones de comida a 60 escuelas en zonas marginales y que se vieron gravemente afectadas. Por este motivo, salió a la luz que una enorme cantidad de niños se alimentan diariamente por un monto irrisorio en comedores que padecen múltiples problemas.
04-01-2016 | 9:08 |

A PARTIR de deficiencias registradas en la provisión a comedores escolares rosarinos, surgió una larga lista de problemas que afectan a escuelas de zonas carecientes.
Foto:Archivo
Ignacio Pellizzón
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Los comedores escolares cumplen un rol fundamental en materia de inclusión social y desarrollo nutricional de la niñez. No sólo son un espacio de encuentro y de formación, sino también de crecimiento humano. Desde que se rompió un tubo maestro de gas en la Cocina Centralizada de Granadero Baigorria, la cual afectó la logística de alimentos a más de 60 escuelas del Gran Rosario, provocando que una gran cantidad de chicos debieran alimentarse a base de sandwichitos de jamón y queso, se desprendió otra problemática que se mantiene vigente: más de 65 mil niños comen por menos de lo que cuesta un pasaje en colectivo.
“El importe de la partida para los comedores es de $5,10 y la copa de leche $1,70. Son los dos aportes que hace la Provincia por chico. En total son 65 mil raciones de comida y 125 mil de copa de leche en la región”, advirtió a Mirador Provincial, Lorena Almirón, del área de Asistencia Escolar de ATE, y adelantó que esta situación se agrava, ya que “hace más de dos meses que el Ministerios Social de la Nación no paga en concepto de refuerzo nutricional, lo que representa $1,10 que debe sumarse al aporte de la provincia”.
La Cocina Centralizada elabora entre 10 y 15 mil raciones, de acuerdo a la etapa del año. Estas representan casi un 40% de los alimentos que reciben los colegios. “Actualmente, son 580 chicos que viene a comer todos los días al comedor, que rondan entre los 4 y 14 años”, dijo la ecónoma de la escuela 1333, ubicada en el barrio Toba (Garzón al 4300), Carolina Alarcón.
Otra de las preocupadas es Ofelia Morales, quien trabaja en la cocina de la escuela 1344 (Avenida Travesía y Juan B. Justo), quien señaló que “no es una tarea sencilla” darle de comer a 160 chicos que asisten a la mañana y a los 200 que llegan a la tarde. “Acá vienen niños desde nivel inicial hasta séptimo grado y tenemos el comedor gracias a una donación del gobierno canadiense”.
Andrea Cima, quien también trabaja en el comedor, pero de la escuela 1372 en el barrio Tío Rolo, afirmó que el menú “no es variado” y agregó: “Hace bastante solían comer bien, cubrían sus necesidades nutricionales. Desde hace un tiempo a esta parte decayó mucho”. A este colegio asisten entre 300 y 320 chicos por día.

Desde lejos no se ve
Las escuelas periféricas de Rosario padecen múltiples problemas, desde inconvenientes en infraestructura hasta de vandalismo, que parecieran quedarse fuera de la agenda o que no se percibe desde una óptica alejada o una banca. “En esta escuela (1333) cuando llueve nos inundamos todos. Debemos modificar el ingreso de las maestras. Hace poco entraron a la escuela y prendieron fuego un volquete que teníamos para juntar cartones. Se trepan al colegio y saltan al patio como si fuera su casa. Hay mucha violencia, de verdad”, describió con preocupación Carolina Alarcón.
No sólo deben lidiar con las problemáticas internas, sino también con las difíciles situaciones cotidianas que padecen chicos que pasan más tiempo en la calle que en sus hogares, a merced de todo tipo de violencias. “Los niños vienen agresivos de la calle, acá tratamos de contenerlos pero nos maltratan, nos gritan, hacen lo que quieren, se cuelgan de los colectivos para jugar por eso los choferes de la línea 110 están cansados”, destacó Alarcón.
En la plaza Argentino, ubicada frente al colegio 1333 en el barrio Toba, hay un destacamento de la Policía Comunitaria, pero “es un volquete cerrado, no se ve a nadie, ni siquiera cuántos agentes hay; en ningún horario se los ve patrullando ni recorriendo la zona”, aseveró la ecónoma.
Otra problemática que deben afrontar varias escuelas es el acceso a internet, debido a que “muchos profesionales quedan desestimados del escalafón provincial, porque no contamos con dicho acceso para realizar el curso de capacitación, por ende no se pudieron inscribir en el rubro de asistentes escolares. Esto genera que no se pueda tener algún reemplazo frente a cualquier inconveniente. Acá falta mucho sobre informática, en nuestra comunidad Quom”, dijo Ofelia Morales de la escuela 1344.
En coincidencia, Andrea Cima, ayudante de cocina del colegio en Tío Rolo, expresó que internet “no funciona ni siquiera para que se puedan realizar los trámites administrativos” con el Ministerio de Educación. “Esto es un drama. La conexión es muy baja”. Cuando surge una licencia, por ejemplo, “la comunicación es muy complicada por lo que decía de la falta de internet”.
La Cocina Centralizada de Granadero Baigorria elabora entre 10 y 15 mil raciones, de acuerdo a la etapa del año. Estas representan casi un 40% de los alimentos que reciben los colegios".

UN COLEGIO MAL HECHO 
La escuela de Tío Rolo, es un inmueble nuevo, no tiene más de seis años de inaugurada y ya cuenta con problemas dignos de un colegio de antaño y desahuciado. Si bien de afuera parece un colegio moderno y cuidado, los trabajadores docentes y no docentes deben resolver múltiples falencias por falta de recursos y obras mal realizadas.
“Cuando llueve entra el agua por las rejillas. Está mal diseñada arquitectónicamente. Se cerró la obra como si estuviera todo impecable, pero tenemos muchísimos inconvenientes. Diversas cosas no están bien, los desagües, hay gas envasado, el agua es un drama constante porque en el barrio hay faltante”, comentó una de las trabajadoras.
Por su parte, Cima apuntó que tienen una portería que “no se puede utilizar porque nunca fue reacondicionada; los baños están mal hechos, los arreglos fueron para cubrir baches solamente. Nunca nos escucharon demasiado a los que trabajamos allí. Es más, hace poco hicimos limpieza en los desagües y nos dimos cuenta que el de la cocina desemboca en el baño. Mucha mugre y olor”, reflexionó con un tono de resignación.
En relación al estado en que asisten los niños, explicó que son chicos que “tienen muchos problemas familiares” y describió que hay una franja de asentamientos al costado de la vía frente al colegio con flagelos varios como: padres violentos, chicos con adicción, entre otros.
Finalmente, la ayudante de cocina de la escuela en Tío Rolo sostuvo que “creen que somos privilegiados por ser una escuela nueva, aunque claramente, por su fachada linda, no se ven los problemas profundos”.
Los casos se reproducen a lo largo y ancho del Gran Rosario, provocando el malestar no sólo de los docentes y trabajadores ajenos a la enseñanza, sino también de padres que por falta de respuestas de jerarquía suelen volcar sus indignaciones a quienes deben exponer sus rostros diariamente, sin entender que también son víctimas. La Educación es uno de los pilares fundamentales de cualquier Democracia, una de las patas para el desarrollo de una sociedad; atenderla no es un deber, es un derecho adquirido que se tiene que defender a capa y espada, si fuera necesario.

El personal no sólo debe lidiar con las problemáticas internas, sino también con las difíciles situaciones cotidianas que padecen chicos que pasan más tiempo en la calle que en sus hogares, a merced de todo tipo de violencias".

 
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