El río superó los 6,50 m

El Paraná pone a prueba a Santa Fe

La referencia es para la ciudad capital pero sirve para toda la provincia. El río Paraná sostiene una de las más importantes crecidas de su historia y mete miedo. Ya pasó los 6,50 metros en el puerto santafesino, mete presión en la costanera y ya empezaron a aparecer filtraciones en algunos puntos de la defensa, especialmente en Colastiné Sur. En el norte de la provincia, parece dar un respiro y en el sur esperan la llegada del pico para las próximas horas. 
04-01-2016 | 9:29 |

Desesperación. Voluntarios, vecinos, bomberos, personal de Defensa Civil, todos reforzando defensas en el sector noreste de Santa Fe.
Foto: Guillermo Di Salvatore
Lía Masjoan
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Colastiné Sur recibió ayer la mala noticia que nadie esperaba pero que todos anticipaban: el agua comenzó a filtrar por la defensa este, a la altura del ex camping municipal. Una hora y media más tarde del brindis de Año Nuevo, un vecino advirtió que algo brillaba en la oscuridad: era el agua que, amenazante, traspasaba lentamente el terraplén.
A la mañana del sábado 2 de enero, el río trepó a 6,40 metros en el puerto local, siete centímetros más que el día anterior, y después del mediodía se fue a 6,42.
La mayoría de las familias respondió a la orden de evacuación que dio el municipio a principios de esta semana, lo cual minimiza los riesgos. Según el relevamiento son 120 las que ya se retiraron, aunque en muchos casos volvieron los hombres a cuidar el hogar; unas 15 todavía permanecen, de las cuales 4 ó 5 tienen casas de alto y piensan pasar allí esta crecida.
El primer día del año fue intenso en esa barriada recostada sobre la ruta 168, camino a Paraná. A las 13.30 el municipio activó la alarma para alertar sobre esta situación y comenzaron las corridas. A algunos los impulsó a tomar le decisión que venían demorando: “Me asusté y me traje todas mis cosas para acá. Mi mujer y mis dos hijos ya se habían ido a Santa Fe pero yo pensaba quedarme. Ahora estoy esperando que me armen la casita, mientras ayudo”, contó Walter Martínez, de 35 años, desde el campamento de evacuados que se montó en el ingreso al barrio.
Otros se pusieron manos a la obra y, desde ayer, trabajan a destajo acarreando bolsas de arena para proteger las defensas, que son precarias y no están consolidadas para soportar la presión del agua por mucho tiempo. En el portón de ingreso a la vecinal, un cartel deseaba Feliz Año e invitaba a todo el que quisiera a colaborar con la colocación de bolsas de arena a acercarse al terraplén.
Esta mañana, el sector más afectado era un hormiguero de gente amuchada, bajo el calor intenso, haciendo cadenas de brazos para amontonar las bolsas. Los vecinos recibieron la valiosa ayuda de los Bomberos Zapadores y Voluntarios de San Agustín y Frank; de miembros del Ejército y de Defensa Civil, entre otras agrupaciones. Y la de María José Escobar, quien vive frente al terraplén en una casa de doble piso y no daba abasto alcanzando agua fresca, cargando hieleras en el freezer, solucionando imprevistos entre los voluntarios: “Me han pedido de todo, aguja e hilo, tijera, cuchillos”. El piso superior de su casa está completamente equipado para resistir la crecida sin abandonar el hogar. “No importa lo que dure, nos vamos a quedar y conseguiremos un bote para salir”, aseguró.

Los evacuados

En el campamento de evacuados que la Municipalidad montó en el ingreso al barrio ya había 29 módulos levantados y esta mañana se trabajaba intensamente en la construcción de otros 10, que estarían listos al final del día. Las familias recibían asistencia social y sanitaria, con atención médica para atender casos especiales, y se cuenta con vigilancia permanente para garantizar seguridad.
Amalia Gómez tiene 75 años y es la cuarta crecida que pasa en Colastiné Sur. “No quería perder todo como en las anteriores. Por suerte esta vez me avisaron con tiempo y pude sacar todas mis cosas. La casa quedó vacía, dejé solo los patos y las gallinas”, contó refugiada en la sombra que le regala otro módulo. Se quejó del calor que se siente adentro de las casas pero agradeció una mediasombra que le reservaron para que pueda armar una galería exterior.
Lejos de casa, el espíritu navideño se hizo presente entre los evacuados. Américo Ceballos está en el campamento hace una semana, cuando la noche de Navidad su casa comenzó a inundarse por filtraciones. “Tuve que volver a buscar el arbolito porque mi mujer lloraba; nos costó mucho comprar los adornos y no quería perderlo”, contó. Está con sus dos hijos de 9 y 13 años y con Clorinda Rojas, su mujer. Adentro, postrado en una cama está su suegro de 92 años. “Estamos agradecidos por la colaboración que recibimos, nos traen alimento, agua y atienden nuestra salud, la de él especialmente porque hace mucho calor es una persona muy mayor”, dijo. El pronóstico indica lluvias para el lunes. Con el Paraná desplegado a sus anchas sobre todo su valle, las complicaciones podrían ser mayores para las poblaciones recostadas sobre la costa. Afortunadamente, muchos ya encontraron refugio temporal en sectores seguros. “La cosa es complicada, es triste, pero tenemos que aguantarnos”, cerró con resignación Américo.  
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