Faltan camas y personal

Hospitales provinciales de Rosario: demandas y problemas

El déficit en infraestructura y la mayor cantidad de pacientes que se atienden en los hospitales de Rosario siembra preocupación. El informe se suma a la preocupante situación que atraviesan los hospitales provinciales de la capital provincial y ponen una luz de alerta sobre un servicio esencial. 
23-08-2016 | 15:13 |

El emblemático hospital Provincial, en pleno centro rosarino.
Foto:José Caputto
Mirador Provincial
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Ante un déficit que se arrastra hace años, los hospitales provinciales de Rosario enfrentan una nueva realidad que exacerba los problemas: han absorbido en los últimos meses una mayor demanda de la población, que oscila entre un 30 y un 40 por ciento. Son personas que perdieron la cobertura social y no les queda más remedio que ir a atenderse a los centros asistenciales públicos. En esta coyuntura particular, los problemas resuenan con mayor intensidad en los hospitales Provincial, Centenario, Eva Perón y Víctor J. Vilela. “Tenemos que enfrentar una realidad en Rosario que es la falta de camas y de personal en los hospitales”, afirmó en diálogo con Mirador Provincial Sandra Maiorana, secretaria gremial de la Asociación de Médicos de la República Argentina (AMRA). El problema más acuciante de los efectores provinciales, según delinean referentes del sector, son los problemas edilicios, la falta de personal y de infraestructura (entre los que sobresale el reclamo de mayor cantidad de camas) y la inseguridad. En un invierno crudo y con una mayor exigencia en la atención de pacientes hubo enfermos que desde Rosario debieron ser trasladados a centros asistenciales de San Lorenzo y de Firmat ante la imposibilidad de poder atenderlos en la ciudad.

No alcanza
El avance de una mayor inversión en infraestructura no logró compensar el déficit que se arrastra de años. En el hospital Centenario se inauguró hace poco más de un año la remodelación de la guardia, que llevó casi dos años de trabajo y demandó una inversión de 3.100.000 pesos. Ese sector, uno en donde más gente transita día a día, pasó de tener una superficie de 200 a 450 metros cuadrados. Por este motivo se amplió la capacidad de internación transitoria, que posee cinco consultorios, un Shock Room con respirador permitiendo alojar tres pacientes de estado crítico, y una sala de aislados para pacientes inmunocomprometidos o con enfermedades infectocontagiosas. También se construyeron baños con ducha para los pacientes internados y ambulatorios. Sin embargo, la demanda desbordó la atención. Al aumento de la demanda de los pacientes, muchos de los cuales saltaron del sector privado al público, se suma que se ha incrementado la cantidad de pacientes que llegan de otras provincias, como Entre Ríos y Córdoba. Ahora se empezó a refaccionar la sala de terapia intensiva del Centenario, que no sólo estaba colapsada sino también en condiciones imposibles de atención. “Caían los líquidos orgánicos e inorgánicos desde el techo, porque en la planta superior se encontraban los baños. Era una locura”, sentenció un enfermero del hospital.

Sentido común
Maiorana celebró esas refacciones pero indicó que el principal inconveniente que notan desde el gremio es que “no se designaron más enfermeros ni personal, con lo cual hay camas que quedarán sin poder usarse”. “Es sentido común, simplemente”, apuntó la dirigente de AMRA. Las dos palabras simples y directas “sentido común” resuenan y vuelven para atribular el diagnóstico. “Por ejemplo, en el hospital Centenario sucedió algo incomprensible. Se empezaron a realizar tratamientos para hiperobesos, algo importante porque había un vacío en el área pública. Pero el problema surgió cuando nadie se dio cuenta que había que comprar poleas para mover a los pacientes que tienen un peso muy importante”, sostuvo la secretaria gremial. Otro caso llamativo, similar, ocurrió en el hospital de Niños Victor J. Vilela. Se definió ampliar la edad de atención en ese centro asistencial, donde empezaron a recibir niños de hasta 15 años. Pero las camas eran las mismas. Es decir, el tamaño de las camas era para chicos más pequeños. “Los más grandes que están internados duermen con los pies afuera de la cama”, advirtió un médico que se desempeña allí desde hace más de una década. En el hospital Provincial la situación más difícil es en el sector de la maternidad, luego de que se cerró esa área en el hospital Roque Sáenz Peña, y los pacientes que llegaban allí son derivados al efector ubicado en Alem y 9 de Julio. “Hay un solo médico para una demanda que está sobredimensionada. Ahora se logró que se designara otro profesional, pero es muy compleja la situación porque se triplicó la atención de pacientes”, afirmaron desde AMRA. Desde el gremio de UPCN hace tiempo denunciaron las malas condiciones edilicias en el Hospital Eva Perón de Granadero Baigorría. Uno de los referentes sindicales señaló que el estado edilicio del hospital “está como cuando lo inauguró Evita”.

Denuncian que mezclan pacientes con presos
Trabajadores del hospital psiquiátrico Agudo Ávila realizaron esta semana una protesta para exigir que dejen de derivarse “sin criterio” a ese centro asistencial provincial a personas en conflicto con la ley. Según la denuncia de los empleados de ese hospital, no se están respetando los criterios del lugar lo que viene generando situaciones de riesgo para las personas que trabajan allí. Hay denuncias de agresiones e incluso hasta un intento de abuso.“Se están internando a gente en conflicto con la ley. Hay casos que son ciertos, pero otros no. Es decir, son delincuentes que se hacen pasar por pacientes. Por eso pedimos que se respeten los criterios del hospital. No estamos en contra de esas derivaciones, pero sí que se tenga en cuenta las características de trabajo del hospital. Este es un centro de internación de día”, explicó Adrián Amarilla, uno de los delegados. Los empleados se quejaron también porque los detenidos se “han apropiado de unos de los pabellones haciendo uso de elementos que están destinados pacientes que están allí internados”. Sin embargo, lo más grave es que “hubo un intento de abuso contra una trabajadora que realiza tareas de limpieza”. Amarilla recordó que el conflicto ya lleva tres semanas y todavía nadie les ha resuelto el tema. E insistió en la necesidad de respetar los criterios del hospital, al tiempo que exigió “un cupo para la derivación de personas en conflicto con la ley”. Daniel, otro de los trabajadores del hospital, señaló que “empezaron a traer personas con condena y el problema es que no existen las condiciones para tratarlos”.
En un invierno crudo y con una mayor exigencia en la atención de pacientes, hubo enfermos que desde Rosario debieron ser trasladados a centros asistenciales de San Lorenzo y de Firmat ante la imposibilidad de poder atenderlos en la ciudad.

El muchacho que se desempeña en el Agudo Ávila contó que hace un tiempo vivieron una situación extrema dentro del hospital. “Nos aparecieron siete presos de golpe y cada uno de ellos está acompañado por dos policías con arma y uniforme”, destacó. Y agregó que “este hospital no está preparado para tener una custodia que tienen alto grado de criminalidad”. “Es un hospital abierto y los policías entran con armas y uniformes y se mezclan con los pacientes”, insistió el trabajador. Y reconoció que “a los custodios tampoco les gusta estar acá”.

En Santa Fe
El 3 de agosto pasado, Diario El Litoral publicó un preocupante informe (“Hay problemas de mantenimiento e infraestructura en tres hospitales clave”) con una recorrida por los hospitales Cullen, Iturraspe y Mira y López de la capital provincial. Ello, tras la descarga eléctrica que sufrió un kinesiólogo en el Hospital Vera Candioti.
Ese hecho puso en foco el estado de la infraestructura de los principales hospitales de la ciudad. El Litoral los recorrió y detectó que a pesar de que se realizan obras hay problemas de mantenimiento que complican la atención de los pacientes.
En el Hospital José Bernardo Iturraspe, ubicado sobre bulevar Pellegrini y avenida Freyre, el deterioro del edificio es notable y perjudica la atención de la salud de la población. Como símbolo del estado de abandono que sufre el Iturraspe está su puerta principal de acceso, clausurada con un candado. Al levantar la vista se observan agujeros en la mampostería del frente y persianas destruidas. Se puede ingresar sólo por un portón ubicado al costado de la escalinata.
Faltan vidrios en muchas aberturas y en otras los vidrios están rotos, con el consecuente peligro. Con sólo caminar por los pasillos del hospital se pueden ver las cañerías con goteras y manchas de humedad en los cielorrasos y paredes. También hay agujeros en los techos producto del desmoronamiento. Cables de electricidad expuestos, escombros en los patios internos, basura en los rincones y charcos de agua acumulada son la dantesca postal de un edificio destinado a la salud pública.
En el último semestre, El Litoral dio a conocer los reiterados casos con consecuencias directas en la atención que ocurrieron en el Iturraspe. El 11 de noviembre del año pasado, se publicó que las áreas de perinatología se quedaron sin aire acondicionado. Se trata del quirófano, la maternidad y neonatología, donde se implementaron otras alternativas para bajar la temperatura, como ventiladores y equipos portátiles.
Poco más de un mes más tarde, el 30 de diciembre, se publicó que el Auditorio del Centro Perinatológico estaba inhabitable y en estado de abandono, debido a su deterioro, desmoronamientos y humedad, desde hacía un año.
Y el 1 de marzo pasado, una tormenta provocó la caída de mampostería e inundó los consultorios. Por entonces, los trabajadores reclamaban urgentes mejoras edilicias. El Litoral dio cuenta de que debieron mudar la atención a otros consultorios.
Ante aquel reclamo, el director del nosocomio, Francisco Villano se permitió una reflexión sobre el estado general del Iturraspe y la inversión que realiza el gobierno provincial en el futuro hospital. “Se pensó que en cuatro años íbamos a tener el nuevo hospital, pero eso no sucedió. En el interín hay que seguir funcionando en éste, que es un edificio viejo que necesita permanentemente mantenimiento, y que atiende cerca de 25.000 consultas mensuales”. Hoy la realidad es la misma, con el agravante del paso del tiempo.
El problema más acuciante de los efectores provinciales, según delinean referentes del sector, son los problemas edilicios, la falta de personal y de infraestructura (entre los que sobresale el reclamo de mayor cantidad de camas) y la inseguridad. 

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