Luciano Andreychuk
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—“Allá, en Estados Unidos, las teachers quedaron enamoradas de Pilar”.
Tatiana Chmaruk habla y sus “babas” de orgullo por su hija no se ven, pero podrían percibirse desde leguas. Pero todo empezó así: “Pili” Cardozo, bailarina clásica y contemporánea, con sólo 12 años, ganó una beca para perfeccionarse en un circuito de elite en Carolina del Norte (EE.UU.): el Cary Ballet Conservatory.
El dinero a juntar para poder viajar era mucho, muchísimo, ardua mochila para una familia laburante que se desvive por sus hijas. Tatiana -su mamá- es repostera, y su papá Hernán hace trabajos varios. Hasta último momento no se llegaba a la cifra, los nervios mordían y los padres rascaban desesperadamente los botones de la calculadora -verduga del sueño de los soñadores-, pero al fin el dinero se reunió: hubo donaciones de personas bondadosas, acaso filántropos. El milagro se cumplió, Pilar pudo viajar.
Fueron 45 días de entrenamiento intensivo. Por su talento, a la niña la subieron de nivel: pasó del N° 1 al N° 3 en su tercer día en el conservatorio, con chicos mayores que ella de hasta 18 años. “Fue hermoso. Los profesores, increíbles. La formación era desde las 9 hasta las 16. Éramos 20 alumnos en cada clase. Hasta debíamos hacer yoga y pilates. La comunicación en inglés se complicaba un poquito: hablábamos mediante señas e inventando palabras”, sonríe la niña en diálogo con a este medio.
El conservatorio estaba a 10 km. de donde paraba la madre de Pilar. Tatiana estuvo alojada en la casa de una familia. Uno de sus integrantes la llevaba y traía todos los días después de las clases de Pilar. “Mi hija estaba sola en la pensión (del Cary Ballet). Yo sólo podía estar con ella apenas un rato por día, en la casa donde yo paré con la familia anfitriona. Nos atendieron tan bien que creo que tengo un guía que nos ayudó, una estrella, un dios, no sé”, agradece Tatiana a algo que se parece una deidad.
El rostro de la América que danza
Es barrio María Selva, con sus casas nostalgiosas y marcadas por el sol. En la casa todo está ordenado metódicamente y, claro, hay aroma a tortas y pasteles. Tatiana muestra una revista promocional de Danzamérica, un evento que se realizará en Córdoba del próximo 26 al 4 de octubre y que reunirá a niñas, niños y jóvenes bailarines de toda América del Sur. Lo sorpresivo es que Pilar es quien está en la revista.
Esa “princesa bailarina” es, ni más ni menos, la cara de Danzamérica 2017. Su rostro está en las marquesinas, el merchandising, los CD. En ese evento participarán unos 5 mil bailarines de Brasil, Chile, Colombia y otros tantos países. Pilar y su mamá estarán la primera semana, donde se presentan los bailarines para la categoría de danza clásica y contemporánea.
En paralelo, por esos días se realizará en Carlos Paz el Gran Premio América Latina de Ballet (GPAL), del 24 al 29 de septiembre. Un jurado evaluará los tres mejores promedios, quienes ganarán una estadía completa a un país del continente. Y Pilar va a competir.
“Yo les diría a los chicos y chicas que tienen una pasión que se animen, que sigan adelante. Que hagan lo que más les gusta hacer”, sugiere Pilar y abre esa sonrisa de cuento infantil. Su madre le recuerda que tiene que ir a ensayar, la abraza, tiradas a sus anchas las dos en un sofá, y justo ahí el tiempo se detiene por un momento: es que el amor puede subvertir cualquier reloj.

También en Mendoza

El 20, 21 y 22 de octubre, la pequeña bailarina santafesina participará en el certamen Prix de Jóvenes Argentinos (premio Impulsarte) que se realizará en Mendoza. Es organizado por Giros Pro Danza, que cumple 10 años de escuela itinerante. De Santa Fe, Pilar Cardozo y otras tres niñas quedaron seleccionadas para la final.