UNER redefine estrategias de corto y mediano plazo

Hacerse fuerte en la gestión para capear el temporal

Ante un contexto desalentador, las autoridades de la Universidad Nacional de Entre Ríos prefieren apostar a generar sinergia entre la búsqueda de soluciones a problemas cotidianos y una planificación de mediano plazo. La clave del crecimiento para el rector Andrés Sabella es “emprender desde las necesidades territoriales” a través de una urdimbre que integre al sector público y al privado.
12-12-2018 | 17:57 |

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Para Sabella se están dando los pasos necesarios para confluir en un Polo Tecnológico. Foto: Sergio Ruíz


Mirador Entre Ríos
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“Parece una eternidad, pero asumimos el 10 de mayo”, precisa mientras sonríe el rector de la UNER, Andrés Sabella. Más allá de la humorada, la expresión refleja lo desgastante que ha sido el 2018. El entrevistado, al recibir a Mirador Entre Ríos, se reconoce como producto de la universidad pública, camino que recorrió como estudiante, militante, docente, investigador, integrante de equipos de gestión y también como decano. “Me considero un hijo de la UNER y estar desempeñando esta función me llena de orgullo y satisfacción”, refiere. Afuera, reina un bullicio de mediodía, propio de una calle céntrica como lo es Córdoba, en Paraná, con la plaza Carbó como apropiado entorno natural, dominado por añejas tipas, resistentes, acogedoras, de fresco abrazo. En una oficina amplia, alta, propia de la época en que la casona fue construida, Sabella trazará diagnósticos, repasará escenarios y compartirá estrategias para un 2019 que parece llegar repleto de situaciones complejas.

“El año comenzó con anuncios de recortes importantes de parte del Ministerio de Educación que hicieron que tanto mi antecesor como nosotros -cuando asumimos- tuviéramos que levantar el pie del acelerador”, recuerda, y añade que “por otra parte, nadie pensaba a comienzo ni a mediados de año que tendríamos semejante devaluación y que la inflación tendría los niveles del 48% que está alcanzando, aspecto que altera todas las proyecciones económico-financieras realizadas”.

No obstante, al momento de la entrevista, la Secretaría de Políticas Universitarias ya había emitido la resolución según la cual todas las universidades nacionales recibirán un adicional al crédito presupuestario de unos 20 millones de pesos, lo que en la opinión de Sabella “nos permitirá cerrar el año con cierta tranquilidad”. Comparado con el escenario de julio, en el que las universidades tuvieron cinco meses de atraso en el envío de remesas para gastos de funcionamiento (cuando lo habitual es que ese desfasaje no supere los dos períodos mensuales), la noticia es buena. Para completar el panorama debe añadirse que la partida con la que se afronta el pago de sueldos se recibió siempre en tiempo y forma.

–¿Cuál es la estructura de gastos de la UNER?

–Un 87 u 88% se destina al pago de salarios. El resto, es para gastos de funcionamiento: los fijos (energía eléctrica, pago de impuestos, vigilancia, correo, limpieza), pero también los académicos como la formación docente (desde la organización de eventos al sostenimiento del sistema de becas para profesores que estén haciendo posgrados), la investigación y la extensión, que los llevamos adelante gracias al estado de equilibrio alcanzado. Con ese 13% restante afrontamos también las políticas de bienestar estudiantil (becas, comedores, etc.) y el mantenimiento edilicio de la universidad. Desgraciadamente, la UNER necesita mucha inversión en equipamiento y mantenimiento de sus edificios. Y uno de los principales recortes está referido a infraestructura.

–¿Y entonces?

–Durante 2018 no hubo inversión en infraestructura universitaria en todo el país. Y el presupuesto 2019 tampoco lo incluye. Eso nos obliga a pensar cómo afrontar con fondos propios aquellas urgencias que son realmente impostergables.

–¿Por ejemplo?

–En 2018, financiamos así la construcción de aulas para la Facultad de kinesiología, un viejo anhelo para la ciudad de Villaguay; estamos dando los pasos iniciales para edificar la escuela secundaria de Concordia; y, en Gualeguaychú, en la nueva sede de la Facultad de Bromatología, ocurrirá lo propio con lo que será el comedor universitario. Para nosotros es un esfuerzo muy grande. Mientras, hacemos gestiones ante el Ministerio del Interior para que de alguna manera estas inversiones sean reconocidas.

–¿Estas son las únicas demandas?

–No, la Facultad de Ciencias de la Educación tiene necesidades de espacio y de una mejor accesibilidad. Y en Trabajo Social habría que emprender la segunda etapa del proyecto, que le permitía concentrar todas las áreas en la sede de calle Almirante Brown.

Crecer

–¿Gasta bien la universidad?

–Se habla mucho del aumento del presupuesto universitario. En nuestro caso, nos gusta cruzar esa información con el crecimiento efectivo de la UNER. A modo de crítica, se indica que la suba ha sido porque creció el número de docentes y administrativos. Pero también es cierto que hemos tenido un desarrollo importante de la oferta académica, la extensión y el área de investigación.

–¿Se puede cuantificar?

–La universidad triplicó la oferta de pregrados en los últimos cinco años, duplicó la de grado y casi triplicó la de posgrado. Esto es de enorme valor para el presente y el futuro de la provincia.
Correspondientemente, la matrícula estudiantil de la UNER, en el mismo período, aumentó entre un 70 y 80%. Mientras, el aumento de personal de servicio creció un 10% y se orientó a la atención de los nuevos comedores, de los gimnasios que incorporamos y de los medios de comunicación. Pero el plantel afectado a las unidades académicas y al Rectorado es prácticamente el mismo.

–El de los administrativos y de servicios suele ser un sector que reclama capacitación…

–El 50% del personal comúnmente llamado ‘no docente’ de la UNER tiene título universitario: el 40% tiene tecnicaturas universitarias; el 10%, terminó el grado; y hay también posgraduados. Para estos cuatro años de trabajo nos fijamos como objetivo que la mitad de ese 50% restante acceda a su título universitario. Para ello, ya arrancó la tercera cohorte de la Tecnicatura en Gestión Universitaria. Y estamos trabajando en la creación de la Licenciatura en Gestión Universitaria, pensada para que en 2020 se puedan sumar los vienen capacitándose en la Tecnicatura.

A futuro

–¿Tiene certezas de lo que deparará presupuestariamente el 2019 para UNER?

–En el seno del CIN hubo mucha discusión en torno a este tema porque el aumento promedio para el sistema universitario es levemente superior al 30%. El caso es que, detrás de ese dato estadístico, hay situaciones dispares como universidades que tendrán un incremento superior al 50% (en las casas de altos estudios “nuevas” que van consolidando sus programas) junto a otras (la mayoría) a las que nos toca menos del 30%, es decir, que estamos por debajo del promedio. Naturalmente, esto nos provoca una fuerte preocupación.

El plenario de rectores había pedido que a nadie le toque menos que a la UBA (32,9%); es obvio que esa solicitud no prosperó y que el Congreso terminó aprobando el proyecto originalmente enviado. Así las cosas, UNER tendrá en 2019 un 25,5% de suba en relación a lo presupuesto en 2018, diferencia que se parece bastante a lo que se necesita para afrontar los incrementos salariales para el personal.

–¿En criollo?

–Nos alcanzaría para mantener el recurso humano existente, pagándole las mejoras salariales acordadas.

De todos modos, al revisar las técnicas aplicadas, resolvimos elevar un reclamo ante la Secretaría de Políticas Universitarias porque consideramos que el presupuesto que vamos a recibir es 55 o 60 millones de pesos menor al que debería ser. Inicialmente, se nos reconoció que había un error en un programa consolidado, pero en cuanto al reclamo mayor (los 60 millones) el secretario (Pablo Domenichini, que asumió el 1 de noviembre, luego de haber sido director de Desarrollo Universitario) se comprometió a ver cómo evolucionan los números y la gestión económico-financiera durante 2019 y, eventualmente, a aceptar si se hubiera equivocado, tal como sostenemos.

–¿Eso significa que no habría que esperar en 2019 una mayor presencia territorial de UNER en la provincia?

–En realidad, no hemos podido consolidar un presupuesto específico para afrontar el Programa de Expansión II que la UNER se había planteado ya para 2018. No obstante eso, hemos estado conversando con los decanos y la idea nuestra es que en la reunión del Consejo Superior de esta semana surja un fuerte compromiso de no resignar este objetivo porque estamos convencidos de que la provincia necesita estas propuestas académicas que, no en vano, han sido pedidas por distintos intendentes en función de demandas sociales concretas. Y nosotros vamos a hacer el máximo de los esfuerzos para seguir creciendo.

–¿Cuál era el plan original?

–Ofrecer 18 carreras en distintas localidades. Es probable que ese objetivo no sea fácilmente alcanzable en las actuales condiciones, pero aspiramos a que por lo menos en 2019 haya disponibles siete u ocho nuevas propuestas académicas. Creemos que esta mayor presencia territorial de calidad nos permitirá mejorar nuestro posicionamiento para que la Nación nos reconozca un mayor presupuesto.

Pensar el futuro

–¿El de Ciencias Económicas es el modelo a seguir?

–Creemos que la planificación es un modelo a seguir y está íntimamente relacionada con la eficiencia y la eficacia en la gestión. En ese sentido, estamos dando los primeros pasos: durante 2017 la UNER terminó un proceso de autoevaluación institucional. De ese informe surgieron fortalezas y debilidades. En base a ese diagnóstico, a mediados de 2018, presentamos un plan de desarrollo institucional, que fue aprobado por la Secretaría de Políticas Universitarias; y pusimos a la vicerrectora, Gabriela Andretich, al frente. Ojalá se advierta en este gesto político la importancia que tiene la planificación para nosotros.

–¿Qué características tiene ese plan de desarrollo institucional?

–La principal es que debe estar pensado de cara a las necesidades de la provincia; es decir, queremos planificar no en base a lo que tenemos sino a lo que Entre Ríos precisa y reclama, tanto desde el sector público como del privado.

–En Económicas se resuelve bien esa fórmula que integra la fuerte opción por lo público y la intensa vinculación con lo privado…

–Totalmente de acuerdo. No obstante, aceptamos que en las distintas unidades académicas esta articulación entre lo público y lo privado se conjugue de manera diferente: es claro que en algunos casos las actividades de extensión, investigación y docencia están mucho más enfocadas en las políticas públicas. Ahora, esto no invalida la necesidad de hacer un plan y en ese camino estamos.
Tenemos en claro que la estrategia de mediano plazo sirve si vamos resolviendo que el corto plazo se oriente en el mismo sentido, para que esa sinergia sea la que transforme.

El Polo tecnológico, ¿leyenda urbana?

“Difícil no es, hay que tener en claro el horizonte y, además, en algún momento hay que empezar”, dijo Sabella cuando se le planteó cómo era posible que a 30 kilómetros esté funcionando un enclave como el Polo Tecnológico del Litoral Centro y, de este lado de río, la historia no parezca aportar datos para la esperanza.

–Centrémonos en el “hay que empezar”…

–La universidad está en eso, con un área de vinculación tecnológica que se ha fortalecido en los últimos años de manera notoria. Hay facultades un poco más avanzadas, en especial las ingenierías; también, Económicas con su Club de Emprendedores. Lo que está faltando es que se produzca sinergia entre esas experiencias.

Desde el área de la Secretaría de Investigación se está en ese camino: miramos lo que ha hecho Litoral, en este sentido. Estamos creando institutos de investigación, el primero de ellos surgió en la Facultad de Ingeniería; el segundo es el que conforman las facultades de Trabajo Social, Educación y Económicas; vamos camino a la constitución de un tercero, entre las facultades de Bromatología y de Ciencias de la Alimentación; y tenemos la idea de articular un cuarto entre la Facultad de Ciencias Agropecuarias y el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria.

–¿Cómo se tienen que ir dando los pasos?

–Hay que desandar los aspectos formales mientras bosquejamos una estrategia que nos permita arribar a modelos de confluencia. Creo que en ese camino estamos. Necesitamos, sin dudas, el fuerte acompañamiento del Estado provincial y de los sectores productivos y económicos.

Hay a la vez, clusters con un alto potencial, en donde la universidad de a poco va tejiendo relaciones: las industrias farmacéutica y del software son dos de esos puntales.

–¿La universidad puede hacer eso sola y es cuestión de tiempo arribar al Polo o se necesita de una participación más decidida del Estado provincial?

–Aspiramos a que la Provincia participe activamente. Y creemos que, apenas se advierta el enorme impacto que esta rueda generará para Entre Ríos, el aporte presupuestario llegará, naturalmente.
De hecho, desde distintos ministerios hay inversiones puntuales; falta darle continuidad e integrarlos a un mismo horizonte.

Los estudiantes

Para el rector de la UNER, Andrés Sabella, una de las claves en materia de prioridades presupuestarias es “afectar mayores partidas” al llamado bienestar estudiantil: un programa de becas propias cuyo financiamiento va a crecer por encima del promedio en 2019, el sostenimiento de los comedores escolares y, por último, la construcción de residencias, un “ambicioso plan” que tiene aliados a la UNER y al Instituto Autárquico Provincial de la Vivienda.

En materia de becas es fuerte y decisivo también el aporte del Inaubepro. Sabella aspira a robustecer ese vínculo. “El 50% de nuestros alumnos son de otras localidades y, a la vez, sabemos que la matrícula se despelleja en los períodos de crisis económicas”, contextualiza.

–¿Cómo surgió lo de las residencias?

–Planteada la idea, al gobernador Gustavo Bordet le pareció una inversión razonable; nos vinculó al titular del Iapv, Marcelo Casaretto, y -la verdad- del encuentro surgieron posibilidades de interacción incluso superiores a las expectativas nuestras, tanto como que en 2019 podemos estar construyendo seis módulos habitacionales en distintas partes del territorio. Esto, en un contexto desalentador, constituye una muy buena noticia.
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