Acción solidaria

Dos amigos maratonistas recorren el litoral y llevan ayuda a escuelas rurales

Martina Kras y Mauricio Buceta partieron de Posadas (Misiones) y llegarán a la ciudad de Buenos Aires, completando así más de mil kilómetros. En su paso por Gualeguaychú contaron a Mirador Entre Ríos de qué se trata esta iniciativa.
20-08-2019 | 19:19 |

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Los amigos llevaron su solidaridad a cinco escuelas rurales, en un derrotero que unió parte del litoral argentino.



Sabina Melchiori
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Ella es Martina Kras, diseñadora gráfica y mamá de dos hijos, según indica su perfil. Él es Mauricio Buceta, emprendedor y también papá de dos. Son amigos, viven en Ingeniero Maschwitz (Buenos Aires), les gusta correr y ayudar, por eso planificaron una travesía deportiva y solidaria que al momento de escribirse este artículo, estaba por finalizar y exitosamente.

Mirador Entre Ríos se encontró en Gualeguaychú con los maratonistas, quienes estaban listos para emprender uno de los últimos tramos de los mil kilómetros que se propusieron al planificar cada uno de los 23 días que les llevaría recorrer trotando una parte del litoral que componen las provincias de Misiones, Corrientes y Entre Ríos, más una parte de Buenos Aires, ya que partieron de Posadas, la capital misionera y llegarán este domingo al planetario de la ciudad de Buenos Aires.

Un desafío deportivo y solidario

Antes del encuentro con este medio, Martina y Mauricio habían desayunado y los acompañaba una masajista que, al igual que los auxiliares anteriores, los fue escoltando desde Colón, manejando una camioneta, atenta a cualquier necesidad como agua, frutas o asistencia. Se los veía bien físicamente y satisfechos por estar a punto de lograr la meta. “Yo tengo hambre y sueño todo el tiempo y estoy transpirando ácido láctico, pero voy a llegar, después descansaré un par de semanitas”, expresó Martina. “Corremos hace muchos años pero, buscando nuevos desafíos, se nos ocurrió hacer mil kilómetros y a la vez ayudar a escuelitas rurales”, contó Mauricio.

Pero una idea es una idea y para llevarla a cabo hace falta organización. Kras y Buceta estaban convencidos y seguros de lo que querían hacer, se tenían fe y tenían ganas. Buscando un punto en el mapa a mil kilómetros de casa, dieron con Posadas y así fue cómo establecieron el lugar de partida.

A las escuelas rurales las contactaron gracias a Apaer, una ONG que tiene el objetivo de lograr que los alumnos de las escuelas públicas rurales puedan completar la escolaridad obligatoria y eventualmente de grado, apoyando su desarrollo en su comunidad, desalentando el desarraigo. En pocas palabras: alcanzar la igualdad de oportunidades y equidad social.

“Ellos tienen un relevamiento, por eso los llamamos y ellos nos pusieron en contacto con escuelas que coincidían con nuestra ruta, la ruta 14”, explicó Martina, quien agregó que encontraron “muchas necesidades, te quedás con gustito a poco porque al llegar te das cuenta que necesitan mucho más. El tema edilicio está resuelto, pero después los dejan a la deriva, estaría bueno tener una continuidad de ayuda con estos lugares, ojalá podamos nosotros pero es complicado porque tenemos cada uno su familia y tenemos que volver a trabajar”.

Durante su travesía publicaron en su cuenta de Instagram “@yosoy1000km” cada pueblo o ciudad que conocieron. Entre algunos de los lugares entrerriano que conocieron se destacan la ciudad de Colón, Gualeguaychú, Ceibas y Villa Paranacito.

Las escuelas en las que dejaron su huella

En su derrotero, los maratonistas pasaron por cinco instituciones rurales: la Escuela 567 de Paso de Las Piedras, Curuzú Cuatiá; la Escuela 951, de Mocoretá; la Escuela 938, de Sauce; el Polideportivo de Sauce (todas de Corrientes); y la Escuela 14, de Zárate (Buenos Aires).

Cada alumno, de cada una de esas escuelas, recibió una caja (todas iguales y con el mismo contenido) llenas de donaciones de los padrinos que Mauricio y Martina se ocuparon de conseguir cuando toda esta travesía era tan solo un plan. Un padrino o madrina por estudiante. Eran 180 en total.

A esas cajas, además de ponerle elementos que consideran básicos, como útiles y material deportivo, les sumaron juguetes y golosinas. “Y llevamos alguna caja de más por las dudas que apareciera un alumno más o un hermanito, como nos pasó”, recordó Martina.

Respecto de esa experiencia —la solidaria sumada a la deportiva—, Mauricio dijo que “es una mezcla continua de emociones. Corriendo te emocionas, y llegás a las escuelas y te emocionas”, y finalmente aseguró: “Esto fue un disparador para seguir haciendo cosas desde lo deportivo y desde lo solidario”.

Una ONG dedicada a las escuelas rurales

Apaer nació en 1982 de la mano de su fundadora Noemí Delellis de Arbetman. Con más de 36 años de trayectoria, su obra continúa, trabajando por una educación rural más equitativa.

Esta ONG está en contacto con escuelas de todo el país que se encuentran a más de 10 kilómetros de distancia de las zonas urbanas o suburbanas donde se llega por caminos de difícil acceso. Algunas no poseen sanitarios, agua potable ni electricidad y en ocasiones cuentan con sólo un maestro a cargo de todos los grados.

La matrícula oscila entre los 10 y 150 niños. Los alumnos provienen de familias vulnerables con todo tipo de carencias que recorren varios kilómetros para llegar a clases y en muchos casos reciben en la escuela su única comida diaria.

Apaer realiza acciones solidarias que tienden a cubrir las necesidades sociales y educacionales de estos niños, colaborando con los docentes en su tarea y realizando alianzas con otras entidades que compartan el mismo objetivo.

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