Observatorio político

Los datos son la continuidad de un escenario ya instalado

Los resultados obtenidos por el Frente de todos marcan la vigencia de un escenario que se instaló durante 2019, en ocasión de las PASO y las generales provinciales. En esta contingencia, Gustavo Bordet ha vuelto a jugar fuerte. El triunfo lo reviste de una autoridad especial, en un contexto en el que está por iniciar su último período como Gobernador.
21-08-2019 | 18:26 |

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Ya comenzó el escrutinio definitivo de las PASO, lo demandará unos cuantas jornadas de trabajo. Foto: Ricardo Holle



Mirador Entre Ríos
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El rostro de notoria satisfacción del gobernador Gustavo Bordet durante la conferencia de prensa de la versión entrerriana del Frente de todos, en el Maran Suites & Towers, evidenció el domingo a la noche que el objetivo electoral se había cumplido: ser el colectivo más votado en la provincia y en cada uno de los departamentos e integrarse a un mapa nacional con porcentajes similares a los logrados en el conjunto del país (45,12% en Entre Ríos y 47,65% a nivel país). Si se agregaran los 8,57% de los votos que alcanzaba hasta anoche Consenso Federal (Roberto Lavagna-Juan Manuel Urtubey), transformándose en los terceros en discordia que no existieron en las elecciones provinciales, se alcanza un guarismo parecido (54%) al que logró cuando fue reelecto (57%).

De “Creer Entre Ríos” al “Frente de todos”, había mucho más que un cambio de nombres. En principio, Bordet, que es el gran elector entrerriano, ya no era (pre) candidato; se agregaba la marcha de la economía, con evidencias de un notorio fracaso en términos de beneficios para las mayorías, pero tampoco existía la pléyade de aspirantes a cargos legislativos y ejecutivos del 14 de abril y 9 de junio, sino unos pocos que, con viento a favor, aseguraban lugares para dos diputados nacionales y uno o dos senadores nacionales.

Allí, hubo dos fuerzas que traccionaron en distintos planos pero con un mismo propósito. Por un lado, Bordet asumió la jefatura de campaña y obligó al resto de la dirigencia comarcana a que se ponga en marcha en igual sentido. Puede parecer curioso, pero, digámoslo con claridad, más de uno, en distintas latitudes, se hacía el distraído. Una razón posible es que la animadversión hacia lo K se privilegiaba por sobre la oposición al modelo macrista. La intervención decidida del titular del Ejecutivo entrerriano obligó a un sensible reposicionamiento.

Estar cerca

En paralelo, se desplegó una campaña de Alberto Fernández que priorizó el contacto cercano con seguidores ante los cuales no dudó en aceptar los errores (propios y ajenos) del pasado. Le agregó una estrategia de gestos, como la firma con cada gobernador de sendos compromisos de trabajo en conjunto. Así, en el imponente acto de Rosario, rodeado de una multitud que, evidentemente, sigue siendo una fuerte metáfora política pese al impacto que se le asigna al contacto virtual de las redes sociales, Fernández logró materializar, es decir, poner en escena, ese papel de conciliador, articulador y hombre orquesta que se le reconoce. Así, mientras Alberto Fernández se mostraba como parte de un equipo, la estrategia de Mauricio Macri fue hacer foco en él, que había llegado al poder con la idea de que era el líder del “mejor equipo de los últimos 50 años”.

Otro logro de Fernández es haber dado en la tecla con un asunto abstracto como lo es la disputa entre modelos económicos: el financiero y el productivo. Lo hizo a través de una doble operación: transformó las leliqs en un fetiche y, al explicar la renta parásita que producen, la comparó con lo que se podría hacer si otras fueran las prioridades. Repitió el gesto ante todos los auditorios posibles. Fue una operación dialéctica, del mismo orden que lo ocurrido en Córdoba donde con mucho tacto, ante otra multitud, pidió disculpas por las afrentas que pudieron hacer recibido sobre todo de parte de su compañera de fórmula, Cristina Fernández. Y, al hacerlo, puede que el ruego haya perforado ese techo que los encuestadores detectaban cuando se analizaban las posibilidades reales del Frente de Todos.

Más allá del efecto proselitista que pudieran haber generado, estas disculpas públicas son parte de aquello que parecía vedado en la Argentina: acercar las partes, limar las asperezas, buscar puntos de acuerdo por encima de las diferencias.

Al resto, lo hizo un gobierno que sometió a la sociedad a sacrificios y situaciones vergonzosas, indignantes; que no ha exhibido el más mínimo sentido de la autocrítica, cuya propuesta a futuro fue ir más a fondo en menos tiempo, que potenció el odio como modo de relación y profundizó las formas de estigmatización social que la cultura argentina suele destilar.

Escala regional

No hay dudas de que el desempeño del Frente de Todos en algunos distritos fue clave para consolidarse como la fuerza más votada. En algunos casos se intentó achicar las enormes distancias que existían; en otros, se revirtieron resultados, algunas veces llamativamente.

En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (donde constituyó un precandidato de la nada) el Frente de Todos quedó sólo a unos 11 puntos por debajo (Juntos por el cambio alcanzó el 44,71% de los votos). En provincia de Buenos Aires, el Frente de todos fue votado por más del 50,6% de los electores y le sacó más de 20 puntos a Juntos por el cambio, en un territorio donde se suponía la gobernadora María Eugenia Vidal lo arrastraría a Macri, dada la buena imagen que los encuestadores le reconocían.

En Santa Fe, Fernández-Fernández se quedó con el 43,66%, casi diez puntos más que la fórmula Macri-Pichetto. En Mendoza, el Frente de Todos quebró tendencia y se impuso a Juntos por el Cambio (40,48% a 37,33%).

En provincia de Córdoba, el Frente de todos achicó a 18 puntos la enorme brecha con Juntos por el cambio (el macrismo ganó 48,18% a 30.39%) y, seguramente en el corto plazo, revestido de un aura peculiar producto de los resultados de las PASO, habrá noticias de nuevos encuentros con el reelecto Juan Schiaretti, tal vez con la excusa de avanzar en la firma de los compromisos ya suscriptos con los otros gobernadores.

Se citan estos distritos porque fueron, junto a Entre Ríos, la base de sustentación de la llegada al poder en 2015 y, curiosamente, grandes afectadas por las políticas económicas llevadas adelante en estos cuatro años.

Ahora, uno de los principales errores que podría cometer Fernández-Fernández es pensar que el trabajo ya está hecho. No sólo que es probable que haya cambios de las PASO a las Generales e incluso –aunque se trate de una mera hipótesis- que los resultados se reviertan, sino que además –como parte de una estrategia de armado político– la trama de vínculos debe seguir afianzándose.

La tercera fuerza

La sensación que instaló el oficialismo a nivel nacional asignándole un valor decisorio a las PASO y las posteriores reacciones el Presidente de la Nación, Mauricio Macri, hacen soñar a la tercera fuerza en Entre Ríos con alcanzar una de las cuatro diputaciones nacionales en juego.

Si se repitieran los resultados de las PASO no tendrían ninguna chance, es lo que primero que debe decirse. Ese día, el Frente de todos obtuvo 368.124 votos (45,1%); Juntos por el cambio, 293.477 (35,97%) y Consenso Federal, 69.983 (8,57%).

Para los seguidores de la fórmula Lavagna-Urtubey, muchos votos desencantados con Macri-Pichetto pueden reorientarse hacia ellos en las Generales, dado que la suerte de la votación estaría ya resuelta, en virtud de la enorme ventaja a favor de Fernández-Fernández.

Además, en la crisis postelectoral la figura de Lavagna como piloto de tormenta ha recobrado valor social, lo que ayudaría a posicionarlo. Al influjo de estas cuestiones, los candidatos entrerrianas piensan que, redoblando el esfuerzo, podrían mejorar la performance lograda en las ciudades más importantes de Entre Ríos, captando un voto que podríamos caracterizar como urbano.

Así, las desafortunadas expresiones públicas de Macri a la hora de evaluar el notorio revés electoral que sufrió la alianza PRO- UCR pondría en riesgo no la representación entrerriana al Senado (Alfredo de Ángelis tendría asegurada su continuidad; y se agregaría a los peronistas Edgardo Kueider y Stefanía Cora) pero sí la de Diputados. En efecto, si el Frente de todos confirma a Marcelo Casaretto y Blanca Osuna, y Juntos por el Cambio a Gabriela Lena, Consenso Federal aspira a que la alianza macrista siga perdiendo votos que ellos puedan capitalizar y así, filtrar en la nómina a Juan Manuel Rossi, desplazando a Gustavo Hein.

Se verá a la hora de la verdad qué tan atildadas están estas estimaciones.

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