Avances en materia de comercio exterior

El 2019, un año de grandes hitos para el sector biotecnológico santafesino

Se trata de un rubro con gran proyección, que en los últimos meses tuvo varias empresas abriéndose importantes pasos en la internacionalización de sus operaciones.
04-11-2019 | 19:55 |

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Foto: Gentileza.



Juan Chiummiento
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En su última visita a la provincia, dos semanas antes de consagrarse como el próximo presidente del país, Alberto Fernández hizo un alto en su agenda para recorrer las instalaciones de la biotecnológica Bioceres. La firma, nacida en Rosario, logró este año cotizar el Wall Street, en un 2019 que tiene a este sector como uno de los pocos con perspectivas favorables, en gran parte por el avance del proceso de internacionalización de sus negocios.

Al hito marcado por Bioceres pueden agregarse los de otras compañías santafesinas en lo referente al comercio exterior. Particularmente se destacan los casos de Bioheuris -que abrió un laboratorio propio en Estados Unidos- y Terragene -que cortó las cintas de sucursales propias en el país norteamericano y China-.

Más allá de las necesidades que impone la economía doméstica, la profundización de los lazos con el exterior no es una necesidad exclusiva de las compañías argentinas. Un informe de la Asociación Española de Bioempresas (Asebio) ubicó este aspecto como la cualidad que más facilita el desarrollo del sector (el costo elevado de la innovación y el período de rentabilidad largo, son, por el contrario, los principales frenos).

Mano a mano con los grandes
Cuentan quienes estuvieron presentes en el cónclave entre Fernández y Federico Trucco -el CEO de Bioceres- que el presidente electo no dejó de sorprenderse por lo que veía. No resulta fácil entender el porqué: desde allí se fabrican las soluciones biotecnológicas que llevan la marca de la que protagonizó uno de los eventos más destacados del año en Santa Fe en materia de negocios.

Bioceres concretó su ingreso en Wall Street el 14 de marzo. Lo hizo tras redefinir su estrategia inicial, ya que había intentado salir a la bolsa en 2018, pero la inestabilidad argentina se lo impidió. Finalmente lo hizo absorbiendo una empresa estadounidense, en una operación conocida como “reverse merger”.

“No se trata de un objetivo per se, sino de un paso necesario para iniciar una nueva etapa de la compañía, para globalizarnos, para llevar la tecnología a los lugares que consideramos relevantes, para tener acceso a capital de forma competitiva, y en el proceso separarnos un poco de la coyuntura local”, había planteado Trucco.

Casa propia
A propósito de avanzar por etapas, este año se puso en marcha en Santa Fe la Mesa Provincial AgTech, la cual tuvo como principal objetivo profundizar los vínculos con el ecosistema de la ciudad estadounidense de Saint Louis -el Sillicon Valley del sector- como medida para dar un salto de escala al negocio.

Al poco tiempo, una de las firmas del entramado pyme local confirmó la apertura de un laboratorio propio en tierras norteamericanas: Bioheuris. Especializada en tecnologías para el control de malezas y su introducción en cultivos, la decisión permitirá complementar lo que realizan en el país, fortaleciendo las capacidades de investigación y desarrollo.

“Nos va a dar más capacidad, fundamentalmente porque nos permitirá saltear una dificultad que enfrentan los institutos locales relacionada a la demora en traer insumos de afuera”, contó oportunamente su titular, Carlos Pérez.

Otra empresa del ecosistema santafesino que concretó un importante paso en lo referente a su internacionalización es Terragene, recientemente galardonada con el premio Pyme Oro. Con nuevos desafíos por delante, este año comenzó con la apertura de sucursales en Estados Unidos y China.

“Nos estamos ampliando porque hay mucho para crecer”, explicó Adrián Rovetto, a propósito de la estrategia de tener presencia directa en las principales economías del mundo: “Lo fundamental es estar donde está el negocio y lo cierto es que Argentina no tiene un volumen importante”, contó.

En mayo, Terragene inauguró su primera sucursal en la ciudad de Houston, en Estados Unidos. Recientemente hizo lo propio en Shanghái (China) y para fin de año está proyectado otra en India. El objetivo es armar una red de distribución que facilite las relaciones comerciales, aunque no se descarta realizar parte de la producción allí.

En paralelo a la expansión internacional, la firma se encuentra en pleno movimiento en su planta, ubicada en Alvear, a 14 kilómetros de Rosario: “Estamos habilitando un nuevo galpón de 2.000 m2 y estamos estudiando 6.000 m2 más, con la idea de estar en los 15.000 m2 para el año próximo”, comentó Rovetto, quien agregó que las obras e inversiones se realizan prácticamente con fondos propios, ya que las dificultades de acceso al crédito también los alcanzan.

Al hito marcado por Bioceres pueden agregarse los de otras compañías santafesinas en lo referente al comercio exterior. Se destacan los casos de Bioheuris -que abrió un laboratorio propio en Estados Unidos- y Terragene -que cortó las cintas de sucursales propias en el país norteamericano y China-.

El desarrollo disruptivo de una startup capitalina

El pasado 25 de septiembre se realizó en el auditorio del Colegio de Arquitectos de la Provincia de Santa Fe en Rosario, un panel donde, entre otros temas, se abordó el futuro de la bioeconomía. En ese marco realizó su exposición Braulio Kreczmann, uno de los socios de Hiamet, una startup con sede en la capital provincial que está desarrollando el primer producto biotecnológico en el mercado de aditivos del biogás.

Se trata de una iniciativa con amplia proyección internacional, porque en caso de resultar exitoso estará destinado a un mercado que solo en Europa tiene 12 mil plantas de biogás.

La firma acaba de recibir un fuerte espaldarazo: cerró una alianza con la aceleradora Grid Exponential -que integran entre otros Vicentín, Bagó y el empresario Marcos Galperín-, que le aportará 200 mil dólares.

El objetivo de Hiamet es lograr un desarrollo que permita mejorar la eficiencia de las plantas de biogás y así romper con la baja estabilidad de un recurso que existe hace más de 100 años, pero es marginal en la matriz energética. El proceso, que se realiza combinando nutrientes con microorganismos especialmente seleccionados, podría dar solución a la falta de infraestructura que sufren amplias regiones del país, donde llevar energía demanda obras de presupuestos complejos.



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