Cine cannábico

La batalla cultural de la resistencia

Se realizó en la ciudad de Paraná un cine debate en torno a la consolidación de la cultura cannabica. Fue organizada por integrantes de la Agrupación Paranaense de Agrucultorxs Cannabicxs y contó con la participación de activistas, profesionales y ciudadanos interesados en la planta en general.
21-11-2019 | 22:47 |

El cine es una herramienta propicia para profundizar debates en torno al uso del cannabis.
Guillermina Ferraris
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Cada vez más naturalizada y aceptada socialmente, la cultura cannábica viene abriéndose camino en la opinión pública mundial a pasos agigantados. En los últimos años se terminó de instalar mediáticamente en Argentina y su cobertura es abordada desde múltiples aristas que van desde sus variados usos terapéuticos, hasta la política criminal que se implementa actualmente desde el Estado para establecer su prohibición.

Las producciones cinematográficas se han constituido en herramienta de denuncia y visibilización de la criminalización de usuarios de marihuana, aunque también han operado como desinformador. Allí radica el principal motivo de la actividad que organizaron los integrantes de la Agrupación Paranaense de Agricultorxs Cannabicxs.

La batalla cultural

Ante la cita, la gente no se hizo esperar. Los activistas agradecieron la convocatoria y dieron inicio a la proyección del documental Grass is greener (en castellano La hierba es más verde) con el que debutó como director el pionero del hip hop Fab 5 Freddy. La película aborda la historia de la penalización del cannabis en Estados Unidos y su conexión con el racismo.

La producción hace un detallado repaso de la oscura etapa que inició en 1930, cuando se creó la Oficina Federal de Estupefacientes (predecesor de la Administración para el Control de Drogas-DEA) para fiscalizar el consumo de narcóticos. Bajo la apariencia de perseguir consumidores de marihuana, la clase dominante y el gobierno aplicaron esta estrategia para violentar a la población que más se vinculaba con el cannabis en ese entonces: los afroamericanos y latinos.

Otra de las joyas que ofrece el documental es una historización de la influencia que la planta tuvo simultáneamente en la música popular y más específicamente en los inicios del jazz, situado en las comunidades negras de Nueva Orleans, durante el siglo XIX. La película contiene material de archivo que reafirma una época en la que los mejores improvisadores del jazz fumaban marihuana. La popularidad que adquirió el género entre los años 1920 y 1950, con la participación de artistas como Louis Armstrong, Charlie Parker o Duke Ellington, logró consolidar una cultura cannábica que rápidamente penetró en la comunidad blanca interesada la improvisación del jazz.

Con el paso de los años, la propaganda contra la marihuana se fue intensificando, al punto de que cada robo o asesinato que había, se le atribuía a un descontrol causado por el consumo. Asimismo en 1960, el nacimiento del movimiento hippie en consonancia con el rocanrol comenzaban a tomar las riendas en la lucha contra el racismo y la penalización de la marihuana. Toda esta resistencia derivó en que en 1970 el presidente de Estados Unidos, Richard Nixon, promulgara la guerra contra las drogas y todos los países alineados a norteamérica lo sigan.

Pero la resistencia cultural continuó, puesto que así como el rocanrol y el jazz promovieron la cultura afro, en 1970 entró en juego otro género musical que se convertiría en sinónimo de lucha por la legalización de la marihuana: el reggae. Un sonido originario de Jamaica que se encuentra conectado con los Rastafaris, un grupo religioso que sostiene que el cannabis es la misma planta que creció de la tumba del rey Salomón. Algunos referentes que menciona el documental son Bob Marley, Bunny Wailer y Peter Tosh, quien creó el himno de la legalización, en el que enumeró los beneficios médicos de consumir la planta.

Cronológicamente, el documental avanza hacia nuestros días, en los que el hip hop se convirtió en lo que el jazz, rocanrol y reggae fueron en su momento. Los artistas de la escena actual fueron entrevistados por el director para mencionar sus experiencias vinculadas la planta y de sus encarcelamientos, al igual que sus antepasados jazzeros.

Colectivo

En dialogó con MIRADOR ENTRE RÍOS, Gustavo Gabbi, uno de los integrantes de APAC que estuvo a cargo de la actividad, explicó que “fundamentalmente nos movió el deseo de consolidar y fortalecer un grupo de personas comprometidas con la lucha por la libertad de todos los usos de la planta. Sabemos que en el contexto de criminalización en el que estamos, la desinformación muchas veces termina por aislar a los consumidores y cultivadores y hacer que quieran esconderse del resto de la población”. Según el entrevistado, uno de los mayores desafíos que se les presentan es que la gente se apropie de esos espacios y los utilice para seguir fortaleciendo la cultura cannabica local. “La idea de verlo entre muchas personas, radica en poder poner en tensión una temática super polémica e importante que desde los medios tradicionales se mantiene escondida”.

Consultado sobre las reacciones del público, Gabbi comentó que “los asistentes se mostraron muy de acuerdo con la idea que plantea el documental, acerca del sesgo racista e hipócrita que origina el paradigma prohibicionista. Pudimos entender de manera colectiva la importancia de dar el debate en nuestros propios campos de batalla”.

También afirmó que la película sirvió como disparador para otros debates que atraviesan a los cultivadores y usuarios locales: se habló de generar nuevas estrategias para consolidar una red cannabica que cuestione la política, la economía y que proponga modificaciones legislativas. “El cambio de gobierno tampoco pasó desapercibido. Todos los aportes fueron muy interesantes, para nosotros fue una experiencia sumamente interpelante. Sentimos que la fuerza colectiva finalmente está tomando forma”, finalizó.

Así, una amable conversación entre militancia y arte nos permite desaprender y cuestionar antiguos estereotipos que impuso la industria cultural acerca de los consumidores de marihuana. También nos invita a reflexionar sobre los beneficios de la planta y la situación de vulnerabilidad en la que se encuentran las personas que dependen de ella para mejorar su calidad de vida.

Las estadísticas

En lo que respecta a los usos del cannabis en la actualidad, los relevamientos efectuados por la SEDRONAR muestran que más de un millón de personas utilizan cannabis al menos una vez al mes.

Según la misma fuente, los niveles de dependencia que registra el cannabis son similares a los del alcohol e inferiores a los de la cocaína.

En 2010 se calculaba en 17,8% en tanto que las mediciones respecto del alcohol se situaban en un 13% y las de cocaína en 47,3%.

Caminos y puentes

Las muertes asociadas a drogas ilícitas en conjunto son ínfimas comparadas con las asociadas al tabaco y el alcohol; y, entre las consultas de casos agudos, el cannabis aparece con una presencia inferior al 1% luego de distintas sustancias psicoactivas con diferentes estatus jurídicos.

Incluso en poblaciones en situación de vulnerabilidad los consumos problemáticos aparecen asociados a sustancias con menor estatus jurídico (alcohol y psicofármacos) y a cocaínas fumables; y por el contrario, el cannabis aparece vinculado a los intentos de dejar esas sustancias y reducir los daños provenientes de consumos problemáticos.
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