Educación no formal, también dentro del aula

Escuelas rurales entrerrianas participan de Proyectos Productivos de Base Local

Uno de los objetivos es que los estudiantes puedan terminar el secundario y que tengan una rápida inserción laboral. La modalidad ya se implementó en 80 establecimientos de todos los departamentos de la provincia.
08-01-2020 | 14:42 |

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Los proyectos de base local invitan a pensar el contexto en el que está situada la escuela.


Lucía Torres | [email protected]


Darle a los jóvenes de escuelas rurales las garantías de terminar el estudio secundario y adquirir otro tipo de conocimiento, pensando en la inserción laboral, es uno de los objetivos que se propuso el equipo de trabajo de los Proyectos Productivos de base local, hace ya más de tres años, cuando inicio todo. Y bien que se cumplieron. Esta modalidad de trabajo comenzó a ejecutarse en 35 escuelas, al año siguiente fueron 50 y en 2019 fueron más de 80 instituciones de todos los departamentos de la provincia.


Ángela Martínez es la coordinadora de este proyecto desde sus inicios, y contó en una entrevista a Mirador Entre Ríos que es un programa que depende de la Nación, una línea de financiamiento de PROMER 2, con la bajada que le hace en este caso, el Ministerio de Educación de la Provincia de Entre Ríos.


Es el segundo programa para el mejoramiento de la educación rural, hace más de 11 años, aunque en Entre Ríos comenzó a ejecutarse a mediados de 2016. Al equipo de trabajo, además de Ángela Martínez como coordinadora, lo compone, una asistente técnica pedagógica Paola Fálico, de Paraná, y Marcelo Kunh que es el técnico operativo, también de la capital provincial. “Nuestro trabajo en principio es de coordinación, vamos ayudando a armar y escribir el proyecto una vez que detectan cual será el tema con el que trabajarán, y a fin de año vemos las conclusiones de cada proyecto”, dijo la coordinadora provincial.


Requisitos


No todas las escuelas rurales pueden acceder a este programa, “se hace una preselección. En 2017 fue en 35 escuelas rurales, porque hay condiciones a cumplir, como por ejemplo tener una matrícula en el ciclo básico común (de 1° a 3° año), de menos de 40 alumnos”, explicó Martínez, al tiempo que resaltó que las escuelas que participan “reciben $20.000 por año, para que se trabaje y se financien estos proyectos”.


Sobre los motivos por los cuales se implementa en el ciclo básico, explicó que “está comprobado que es donde se da más la repitencia y la deserción escolar, entonces esto llega como una estrategia de enseñanza que busca motivar a los chicos, darles herramientas para una vez que terminen la escuela secundaria y evitar que dejen de estudiar”.


El dinero que recibe la escuela anualmente los habilita a hacer viajes educativos, llevar capacitadores. “Porque tenemos que tener en cuenta que hay escuelas rurales donde los chicos, no conocen el centro de su ciudad, si no es con la escuela, entonces es súper importante”.


Objetivo


Los proyectos de base local invitan a pensar el contexto en el que está situada la escuela, que los chicos identifiquen un problema que tenga que ver con la producción de la zona, y ahí gestar una solución, que sea rentable o autosustentable. “Lo que se pretende es que los alumnos conozcan su lugar y las necesidades que tiene, pensando en una futura carrera terciaria o universitaria, o en el caso de no poder seguir estudiando, contar con una salida laboral sin tener que dejar la zona rural”, indicó la coordinadora. Al respecto dijo que, una realidad con la que se encuentran en estas zonas es que, los egresados, “o son empleadores o son peones, no hay otra, entonces con estos proyectos se busca brindarles un agregado a un excedente de la zona, que les pueda servir como una salida laboral”.


Los objetivos saltan a la vista que se cumplen porque, entre otros casos, a finales del ciclo lectivo 2019, “nos encontramos con que chicos de un 6to año, de la zona de Feliciano, ya confirmaron que el año que viene se suman a cooperativas para la elaboración de mermeladas y otros, también de la misma escuela, se suman a una cooperativa del área de carpintería, así que eso nos llena de satisfacción”, resaltó.


Otra forma de enseñar


Las actividades se realizan en el mismo espacio curricular, en el horario escolar y es interdisiplinario, “por ejemplo, si es proyecto de mermeladas, la etiqueta se trabaja en artes visuales, el texto y la publicidad que se haga, en Lengua, las proporciones para el preparado, en Matemáticas, el punto de hervor en química, y así con cada proyecto, es un crecimiento para los alumnos y los docentes”. De este último punto, el rol de los docentes, remarcó que es fundamental, “en general tenemos buena predisposición, aunque sí nos encontramos con algunos que por momentos son un poco reticentes, pero es hasta que comprenden que el proceso de aprendizaje es mucho más ágil cuando el alumnos ve, de manera concreta, lo que se está estudiando, y en tantos docentes, de más de 80 escuelas, nos encontramos un poco de todo”.


Otro de los objetivos de este programa es que las escuelas que se adhieran a este sistema, “sean atractivas para los chicos que van a ingresar, y de esta manera aumentar la matrícula, mostrar que no es que van a estar las 6 horas frente al pizarrón sino que se trabaja de otra manera”, dijo Martínez.


Mostrarse en la comunidad


Estos proyectos se transforman en la puerta de ingreso a otras muestras y concursos para los alumnos de escuelas rurales. Sucede, por ejemplo, con la Feria de Ciencias. “La Escuela N° 9 de Diamante trabajó desde el inicio del PBL (Proyecto de Base Local), con un proyecto de un biodigestor, con rectores y profesores muy motivados. Ellos participaron en la Feria de Ciencias y llegaron hasta la instancia provincial donde consiguieron una distinción y este año fueron premiados en un concurso de la Secretaria de Energía de la Nación, consiguiendo el primer premio entre más de 400 trabajos”. Se trata de un proyecto en el que producen biogas para la cocina de la escuela, porque se encontraron con desechos en su ambiente, como abono de las vacas y demás, y con eso hacen gas.


Otro de los proyectos que trascendió el límite escolar es el de una escuela de Diamante, con el proyecto Pescarte, en zona de Islas, “los chicos se encontraban con desechos de cueros de pescados, decidieron secarlos y hacerlos artesanías, para forrar mates y demás, hay proyectos que son de una creatividad muy valiosa, lleva tiempo encontrarle la vuelta, pero son proyectos que ahora están en la institucionalidad de la escuela” dijo.


Por su parte, la escuela N° 18 Pedro Cornaló, del departamento Federación, también tuvo su reconocimiento por el proyecto en el que trabajan hace tres años, “en este caso su director Ariel Rigoni, fue elegido maestro ilustre del departamento a partir de este proyecto, porque fue genial como trabajaron los chicos y los docentes y fue una forma de reconocer a la escuela” finalizó Ángela Martínez.


Y más allá de estos trabajos puntuales, cada uno de los que se gestaron en las 85 escuelas de la provincia durante este año responden a la inquietud de los mismos adolescentes, éstos que suelen ser subestimados por muchos adultos. Allí reside la importancia también de este proyecto, darles las herramientas a los chicos para que tomen partido en su región y así, crecer todos, ellos, las escuelas, y la comunidad toda.

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