Escapar de la heteronorma

Disidencias que no se dejan encasillar

Hace 2 años en Paraná se formó la agrupación Bisexuales, Pansexuales y Asexuales autoconvocades. Una experiencia de activismo diverso nos demuestra que otras formas de vincularse y autopercibirse son posibles.
20-02-2020 | 17:24 |

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Integrantes de distintas disidencias han encontrado refugio en la metáfora del encuentro.


Guillermina Ferraris
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Hace un año, durante el programa radial Voces Poderosas (Radio UNER) una columnista mencionó que la disidencia sexual es poder construirse más allá de la heteronorma, es sentirse identificados con lo distinto, lo diferente, lo difícil de nombrar. Efectivamente, cuando hablamos de sexo hacemos referencia a la distinción biológica, pero cuando nombramos género lo enmarcamos en una construcción histórico-social en la que se asignan roles, características, valores y funciones a las personas según su sexo. “En un mundo configurado en clave binaria, celebrar y visibilizar las innumerables formas de resistencia del movimiento de lesbianas, gays, bisexuales y trans, deben ser motivo suficiente para resignificar el concepto de dignidad”, concluyó.

Sin embargo, existen momentos, etapas o contextos en los que determinados grupos sociales siguen estando dentro del clóset. Tal es el caso de quienes son bisexuales, pansexuales o asexuales, tres grupos que forman parte del colectivo LGTBIQ+, pero que desde hace algunos años eligen visibilizarse con mucha más fuerza. Si bien es una cuestión delicada y suele estar camuflada, aún hay muchísimos prejuicios y maltrato hacia las personas bi. Existe gente que piensa que aún no se deciden entre ser hetero o no serlo, cuando en realidad fluye independientemente del género de la persona con la que están. Más allá de la invisibilización, también hay estereotipos negativos sobre los bisexuales que los ubican como indecisos, infieles, traidores, promiscuos, foco de infecciones, etc.

Referencias

Laura Arnés, coautora del libro Bisexualidades Feministas, doctora en Letras e investigadora del CONICET, hace hincapié en los mitos y rumores presentes frente al tema. “Las mujeres bisexuales somos promiscuas, estamos confundidas, no sabemos lo que queremos porque se supone que estoy pasando por una fase, una fase que se me va a pasar para continuar con mi heterosexualidad o una fase que me servirá como puerta de entrada hacia el lesbianismo, esos son los más conocidos y en realidad, no existe la bisexualidad como entidad absoluta, como tampoco la homosexualidad o la heterosexualidad. Se trata, en definitiva, de historias humanas, numerosas circunstancias, contextos sociales, culturales, historias familiares y grupos de pertenencia que deciden así una posición política”.

La activista por el matrimonio igualitario, Alexandra Hernández, oriunda de Lima, explica que una persona bisexual podría estar consciente de su atracción a múltiples géneros desde su adolescencia temprana. O podría reconocerlo a edad avanzada, básicamente porque su orientación sexual le permite desenvolver sus atracciones y afectos en cualquier espacio. Sin embargo, la ausencia de representatividad bisexual en los medios y los prejuicios asociados a dicha identidad hacen aún más complicado que una persona se identifique como bisexual, incrementando la brecha entre asumirse como heterosexual/homosexual y bisexual.

Poder visibilizar los prejuicios y la marginación que muchas veces sufren las personas bisexuales, se vuelve imprescindible cuando se trata de derechos humanos, que parecían estar siendo conquistados. Son situaciones que suelen camuflarse en forma de chistes o fetiches, pero terminan siendo actitudes controladoras que provienen de algunas comunidades heterosexuales e incluso de la propia LGBTQ+. Ser bisexual es no querer elegir entre blanco o negro, es cuando el deseo sexual emerge sin necesidad de estar influenciado por un género en particular. También es cuando una persona decide romper todos los esquemas de la heteronorma, mirar hacia adentro y preguntarse todo lo que haga falta.

Experiencia cercana

Para dialogar sobre estas cuestiones y muchas más, en Paraná se gestó la agrupación Bisexuales, Pansexuales y Asexuales Autoconvocades. Una experiencia de activismo diverso que nos demuestra que otras formas de vincularse y autopercibirse son posibles. Se reúnen periódicamente, además de conectarse constantemente por redes sociales, ya sea para generar actividades, compartir vivencias, celebrar y reclamar, el espacio es factor de unión. Nerea tiene 27 años y es hermana, hija, compañera, amiga, estudiante, escritora, trabajadora, feminista y también es bisexual. Forma parte de la agrupación y es activista LGBTIQ+. En diálogo con MIRADOR DE ENTRE RÍOS brindó precisiones sobre lo que significa enunciarse políticamente como bisexual. Además contó cómo surgió el grupo y qué actividades realizaron durante el año pasado.

–¿Cómo definís el ser bisexual y qué implica enunciarse políticamente de esta forma?

–Para mí, la bisexualidad es una orientación sexoafectiva que no implica sentir ambas en simultáneo. Pueden darse con mayor o menor intensidad, se caracteriza por sentir atracción por personas del propio género o cualquiera de las demás variables del espectro de los géneros. Además es una identidad política, por entender los vínculos y la sexualidad como espacios de lucha para el reconocimiento y adquisición de derechos comos parte del colectivo LGBTIQ+.

–¿Cómo viviste el proceso de autoconocimiento y “salida del closet”?

–Todo arrancó cuando compartí mi testimonio y mi experiencia con un grupo de feministas en la red social Facebook. Obviamente tuvo que ver con un montón de procesos muy largos, y con el feminismo que me habilitó muchas cosas: entre ellas a pensarme, descubrirme, conectarme conmigo misma. Si bien me di cuenta de que siempre me gustaron las chicas, anduve mucho tiempo camuflada, porque me daba mucho miedo y vergüenza. Un factor que influyó fue que tardé mucho en decirlo, lo hice recién a los 25 años. Otro factor es que vengo de una familia evangélica, religiosa, me crié dentro de la iglesia básicamente y me costaba mucho pensarme de otra manera, que no fuese heterosexual. Me pasó porque me crié en una cultura patriarcal que tiene como mandato la heterosexualidad obligatoria, no nos deja pensarnos de otras maneras.

Culturas

Durante el 2018, la Instituto Cristiano Evangélico Bautista sacó una guía de “Educación Sexual para tratar homosexuales" en la que se discriminaba de manera aberrante la homosexualidad, considerándola un mal que a las personas les puede pasar y generando culpa religiosa de quienes se autopercibían dentro de este colectivo. Nerea cuenta que casualmente iba a esa escuela y que ese tipo de material era lo que le enseñaban como si fuese material sobre educación sexual efectivamente.

Cuando la guía salió a la luz, un grupo de activistas disidentes organizaron espontáneamente un encuentro entre personas que conforman el colectivo LGBTIQ+ y activistas feministas que acompañaron el reclamo por la implementación de la ESI de forma real. El conflicto se visibilizó de muchas maneras y una de ellas fue hacer un “besazo” que se llevó a cabo en la vereda de la escuela, es decir, una medida que involucró el hecho de irrumpir en el espacio público, generando un impacto particular. Sobre esta experiencia, Nerea afirmó: “sinceramente me conmoví muchísimo, porque si a mis 14 años, cuando iba a la escuela, hubiese pasado eso, mi historia hubiese sido otra y no me hubiese escondido por tantos años en la oscuridad del closet”.

Juntarse

–¿Cómo surge la agrupación?

–Surgió a raíz de esa vez en la que publiqué mi experiencia personal en un grupo. Muchas personas empezaron a comentar que les pasaba lo mismo. Yo comenté cuestiones que sufrimos las disidencias en general, pero les bisexuales en particular: hablé de estereotipos, estigmas, heterosexualidad obligatoria y discriminación que se materializa en frases como “son indecisas, son para el trío, es una etapa”. Después de compartir todo esto, mucha gente se sintió convocada y a partir de ahí se formó un grupo de personas que nos empezamos a juntar y a hacer mateadas entre bisexuales, pansexuales y asexuales de Paraná. Fundamentalmente es un espacio de contención y encuentro, compartir nuestras experiencias es lo principal, porque no estamos soles y nos pareció super importante poder activar desde ahí la militancia y el activismo. La primera mateada se hizo en la plaza Sáenz Peña, y fue muy político porque habitamos el espacio público y contamos lo que nos pasa a diario, lo que sentimos, dejamos que las experiencias nos atraviesen y hablamos de cosas cotidianas que tienen relevancia para nosotros.

–¿Qué actividades estuvieron llevando adelante durante este tiempo?

–En Paraná realizamos el primer festival por la visibilidad bisexual en su día, que es el 23 de septiembre. El año pasado tuvimos un stand informativo en el Contrafestejo. También participamos de la marcha del orgullo y en paralelo otra parte de la grupa, Vicencio, dió visibilidad a la comunidad bisexual por primera vez en el encuentro entrerriano de familias diversas que se dió en el 2019 en Gualeguaychú. Pretendemos seguir habitando este espacio por lo que es prioridad en nuestra agenda ir al encuentro 2020.

Algunas de las actividades que realizamos se enmarcaron y financiaron gracias a un proyecto de acción de extensión de la Facultad de Trabajo Social de la UNER, dónde yo hice de coordinadora pero participaron varios representantes del grupo. Fue muy rico el trabajo que hicimos en el marco de la universidad, poder aportar a la visibilidad bisexual fue una experiencia de muchísimo aprendizaje y muy desafiante también.

Público y privado

La sexualidad dista de ser un asunto privado que se practica en la intimidad, ya que siempre ha sido tenida en cuenta por los actores políticos que regulan el comportamiento de la ciudadanía, como son los Estados, las religiones, el sistema educativo, etc. Se ha producido entonces, una evolución, la regulación de la sexualidad muestra la importancia de indicar una identidad política con la creación de identidades sexuales y movimientos sociales.

Efectivamente, enunciarse políticamente bisexual implica cuestionar el binarismo y el monosexismo. También intentar recuperar la historia de las bisexualidades como movimiento. Porque así como desde siempre existieron personas que se pronuncian lesbianas, gays o trans, también desde siempre las hubo y las hay bisexuales.
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