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Bernardita y su vocación de servicio, desde la fe y la ciencia

La hermana Bernardita, como muchos la conocían, era chajariense, pero su misión la llevó a distintos destinos: Corrientes, la lejana Africa, Formosa, y por último Paraná. Siendo religiosa estudió medicina y recibió un reconocimiento a nivel nacional por su labor desinteresada con los más necesitados. Falleció la semana pasada, a los 85 años en Paraná.
26-05-2020 | 23:11 |

Fue merecedora del premio al médico del año en Argentina en 1997
Lucía Torres
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La pasada semana se conoció la noticia de la muerte de la chajariense María Francisca Teresa Tonina, más conocida como Hermana Bernardita, perteneciente a la orden de las Hermanas Franciscanas de Gante.

Monja que muchos recuerdan por su gran sonrisa y entrega al prójimo y que supo abrazar dos modos de vida, para muchos, antagónicos, la fe y la ciencia. Ya siendo religiosa estudió y se recibió de médica en la Universidad de Buenos Aires, título que le posibilitó ayudar desde otro lado a las comunidades más necesitadas. Con su título de médica y sin dejar de lado sus votos religiosos, fue trasladada primero a Ruanda, en África. Y luego a comunidades aborígenes en Formosa.

Según recuerdan familiares suyos en Chajarí, la medicina y la vocación religiosa eran las dos aspiraciones de María Francisca, pero cerca de los 14 años fue cuando una de las opciones pesó más y entró al monasterio, siempre estuvo feliz y satisfecha con la decisión pero, más allá de esto, sentía "que algo más le faltaba" y era el deseo aún por la medicina, tanto fue así que planteó el tema a su superiora y le dieron la autorización para estudiar en la UBA, en Buenos Aires y luego de recibida, ya con el título y los conocimientos médicos, se abocó a las comunidades más desprotegidas, como las aborígenes del norte argentino, donde oficiaba de partera, y atendía todo tipo de patologías de grandes y chicos que de otra manera no tenían acceso a atención médica.

Su corazón estuvo durante décadas en Las Lomitas, Formosa, donde desempeñó una labor humanitaria extraordinaria. La hermana Bernardita, merecedora del premio al médico del año en Argentina en 1997, partió la semana pasada a los 85 años. Falleció en Paraná, ciudad a la que había regresado hace un tiempo porque estaba enferma.

María Francisca Teresa Tonina nació Chajarí, donde transitó su infancia y adolescencia. La medicina y la vida religiosa siempre estuvieron latentes en sus sueños. Fue la vocación por Dios la elegida en un principio y se formó en la comunidad de las Hermanas Franciscanas de Gante. Con el tiempo, pudo retomar y concretar ese viejo amor por la medicina y así ampliar su servicio solidario para con los más necesitados.

Su dedicación fue exclusiva hacia los enfermos, prestando servicio médico en una misión de paz en Ruanda (África). Más allá de sus valores religiosos y médicos, Bernardita sobresalía por su humildad, sencillez y alegría con que transitaba sus días.

La mirada en los pobres

Fue una de las fundadoras del Movimiento Mundial para la Salud de los Pueblos Pobres, encaminado en 1990 cuando un grupo de religiosas insertas en el mundo y cuyos trabajos estaban relacionadas con el cuidado de la salud, se autoconvocaron para tratar específicamente las condiciones de salud de la población más pobre.

Su lugar en el mundo estaba en Las Lomitas, allí se ganó el corazón y el respeto de los pobladores aborígenes wichis o pilagás y donde dejó todo lo humano que supo ser y lo material que pudo conseguir, para mejorar la salud y calidad de vida de los habitantes. Claudio Hermosa, docente de la comunidad franciscana, se entrevistó con Bernardita en noviembre del año pasado. Ya estaba en cama, muy dolorida. "El sueño de ella era dedicarse al servicio en las misiones, en África, por entonces era muy difícil. Por eso se propuso estudiar medicina y se ofreció de esa manera, como religiosa y médica, porque consideraba que así podría ser más útil", comentó el profesor de Historia.

"Me quedó de esa charla que tenía nostalgia por los días de misión. Hablaba de la alegría de la gente de Chaco o de África, alegría que contagiaba, porque 'cantaban todo el día'. Quería estar bien (de salud) para vivir eso de nuevo", relató Hermosa.

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