Kevin Rivero

Alejado en muchos aspectos, quizás, la ubicación geográfica puede resultar uno de los parámetros adversos para el desarrollo de distintas actividades. Pero, pelearla, es una de las condiciones que no se puede negociar y, Diego Chaves, tiene muy clara la situación. Con sudor y lágrimas, dejando miles de cosas al costado, fue creando su pared que luego sintetizó sus huellas durante un período extenso. Con esfuerzo para oponerse a muchas dificultades…ladrillo por ladrillo, como lo hace un albañil que intenta amplificar con algunas limitaciones. Con pocas o muchas herramientas, pero siempre hacia arriba.

Conquistando una multitud de títulos, el felicianense transportó su espíritu y su alegría al descollar los cuadriláteros entrerrianos y nacionales, incluso, dejó su marca en el plano internacional. En diálogo con MIRADOR ENTRE RÍOS, “El Matador”, elucubró y relató su faceta deportiva, forjada con un persistente sentido de pertenencia y gratitud.

Sensaciones

“Comencé a boxear a los 14 años en Feliciano, por curiosidad, porque en mi infancia vivía peleando en la escuela. Aprendía rápidamente y después de ocho meses de entrenamientos, debuté como boxeador amateur en un campeonato barrial que se organizaba por primera vez en la localidad. Quería saber cómo se sentía luchar con los guantes, porque siempre lo hacía, pero sin protección -deslizó entre risas-. Salí campeón del torneo y luché aproximadamente cuatro veces más en la ciudad”, contó en relación a su génesis deportiva.

En este sentido, tras un análisis introspectivo, el hombre de 32 años se refirió al significado que tomó el deporte en su cotidianidad: “Meterme en el boxeo me disciplinó, me cambió la vida. Lamentablemente, en mi familia, no tenía alguien que me ponga los puntos, me encamine o me enseñe. Cuando iba al gimnasio, me tranquilizaba o gastaba toda la energía que tenía, era mi psicólogo. Cambié totalmente gracias a ello, noté que era una persona diferente. Muchas personas destacan lo que hice, es algo que valoro y voy a estar eternamente agradecido”.

Un paso importante

“Conocí a Claudio Magallanes. Fue mi manager, un amigo y hasta mi papá, ya que me daba hasta lo que no tenía. Me llevó a Santa Fe para entrenar con Fabián Serra -quien era el entrenador de Marcos ‘El Chino’ Maidana, en ese tramo- para detectar mis mayores habilidades y potenciarlas. Tenía 15 años, y quedé con una gran camada de boxeadores, hasta mantuve un guanteo con quien sería el futuro campeón del mundo”, contó con orgullo. Luego agregó: “Pude ser parte de ese grupo para combatir en los diferentes escenarios santafesinos. Hice aproximadamente 30 peleas en esa provincia, pero, por problemas personales tuve que retornar a Feliciano. El aprendizaje, las ganas y el compañerismo, lo trasladé a mi pueblo”.

Gloria entrerriana

Su nombre se escuchaba en las instalaciones de los diferentes clubes de Entre Ríos que llevaban adelante las veladas. En su período como boxeador amateur fue campeón y defensor del título entrerriano hasta 2009. “Desde diciembre de 2006, gané campeonatos y vi que mi carrera crecía a gran medida y me surgían nuevas oportunidades. El gustito que solamente poseía por aprender y conocer el ambiente, ya había avanzado y arranqué a profundizar más mi preparación. Defendí la corona durante mucho tiempo e iba a pelear dónde me convoquen. No me interesaba el récord, ni el peso del adversario, sólo quería ir a ganar. Las diferencias no me importaban, porque anteriormente peleaba sin reglas en el medio y bajo ningún propósito, y cuando algo estaba en juego, sentía que sólo tenía que moverme y pegar para tomar experiencia, con la mente puesta en poder dar un salto”, aseveró.

El profesionalismo

En septiembre de 2011, en su tierra natal, Diego debutó en la era profesional con un triunfo por nocaut sobre Cristian Vallejos, y luego empató con Jacinto Gorosito, en Mendoza. Un arranque formidable. “En el primer año en esta condición, hice aproximadamente catorce contiendas. Fue impresionante e inolvidable, porque no tenía descanso. Cada pugilato y cada viaje, lo disfrutaba, lo utilizaba para conocer gente y divertirme arriba del ring, porque el boxeo me cambió la vida y lo reconocía. Siempre sostengo que hay que matarse y sufrir en cada entrenamiento, pero cuando tienes que pelear, debes sentirte feliz. Si estás satisfecho, te salen las cosas y siempre lo tomé así”, sostuvo.

Trascendental

Desde el norte entrerriano hacia el continente. Chaves tuvo más de 100 peleas en su carrera, sin embargo, en 2012, le surgió la primera cita internacional y aseguróque fue “la más importante de su carrera”. Culminó con una derrota frente al peruano Carlos “Mina” Zambrano y, en este contexto, indicó: “Fue una pelea corta, planteé la estrategia que mejor me hacía sentir y lo busqué. Lo tiré a la lona en el segundo round y el público me lanzó sillas y diferentes elementos. En ese momento, me di cuenta que tenía que perder porque no iba a terminar bien. Tuve que bajar un cambio y pelear como si fuese una bolsa. Tras el combate, Zambrano me lo reconoció y representó mucho para mí”.

Objetivos

“Estoy estudiando y sueño con recibirme de profesor de Educación Física, para montar mi propio gimnasio y estar ligado al deporte. Me gusta enseñar y quiero aportar algo que le pueda a servir a otras personas”, concretó.

Análisis

Desde el amateurismo al profesionalismo, cerca de 15 años arriba de los cuadriláteros lo respaldan. Según su visión, este deporte fue su cable a tierra, pero teje una envoltura muy oscura. “Casi siempre, hay un negocio detrás del boxeo. En algunas veladas, tenía una buena performance, sin embargo, perdía en las tarjetas y me tiraba abajo anímicamente. Entonces, no quise seguir por ese motivo y al boxeo solamente lo hacía en agradecimiento a todo lo que me dio”, manifestó.