Sobre personalidades históricas

De ilustres nombres

La historia fundante de toda comunidad siempre tiene sus protagonistas. Si bien toda la sociedad forma parte de los momentos constitutivos de cualquier proyecto colectivo, siempre se destacan figuras por sobre el resto. A continuación, una mínima selección de aquellas destacadas personalidades en la tradición de la ciudad de Victoria.
15-09-2020 | 22:42 |

Izquierda: Busto en honor del Dr. Cúneo, obra del escultor Sonza Briano, en uno de los patios del Hospital Fermín Salaberry. Centro: Sobre la Avenida Centenario, frente a la Escuela Normal, se erige el homenaje al profesor Alejandro Gerardo Sánchez. Derecha: Don Carlos Reggiardo, pionero del desarrollo de Victoria, querido y respetado por la comunidad.
Ignacio Etchart
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El hombre puede conocer su historia porque él mismo la ha construido. Y siempre la historia humana es colectiva. Sin embargo, ya sea por practicidad o por capricho de los relatos, en todo análisis historiográfico se destacan nombres, personalidades o figuras por sobre el resto.

A continuación se presentará de forma humilde y breve una selección de algunos de los tantos protagonistas que tuvieron un papel principal en la fundación de la ciudad de Victoria. Toda la información presentada fue extraída y sistematizada de la página de Facebook “Historias de Victoria”, emprendimiento digital que de forma altruista y desinteresada ha tomado la iniciativa y el compromiso de rescatar y divulgar relatos que constituyen la base de la identidad de la ciudad.

Sobre un médico

En 1928, la Sociedad Italiana de Socorros Mutuos de Victoria, presidida en aquel entonces por don Samuel Pedemonte, dedicó una breve pero emotiva carta al Dr. Domingo Cúneo.

En ella, firmada y redactada por el mismo Pedemonte, se expresa que “en nombre de la Comisión Directiva de esta Sociedad Italiana, correspóndeme el honor de dirigirme a Ud. para manifestarle que la entidad que presido, en la reunión verificada el día 6 del corriente, en razón a los méritos que el Dr. Domingo Cúneo tiene acreditados y que con tanto altruismo supo conquistar, siempre que le correspondió atender a nuestros asociados y siendo varias las veces en que generosamente renunció a sus honorarios legítimamente conquistados en beneficio de nuestra colectividad. Estando además siempre presente cuando por cualquier circunstancia se requirió su presencia en los momentos difíciles porque alguna vez atravesamos”.

Estas pocas pero conmovedoras palabras resaltan el trabajo que llevó a cabo el Dr. Cúneo a lo largo de su vida como profesional en la ciudad, además de explicitar el lugar que la comunidad entonces, y la historia ahora, supo dedicarle.

En su homenaje, hoy emerge en uno de los patios del Hospital Fermín Salaberry, establecimiento donde inició su actividad médica en 1902, un busto en su honor, obra del escultor Sonza Briano.
En aquel entonces desempañaba sus tareas en el servicio de consultorio externo gratuito, así como el ejercicio de su especialidad como médico cirujano.

Además, en memoria a su dedicado trabajo de cuidado y atención de adultos mayores, hoy el Hogar de Ancianos más importante de la ciudad lleva su nombre.

Sobre un emprendedor

Don Carlos Reggiardo es uno de los nombres más recordados por la historia popular victoriense. Sus aportes a los inicios industriales y mercantiles de la zona no tienen precedentes. Fue protagonista en todo emprendimiento que se abocó.

Oriundo de Costa Clavarezza, provincia de Génova, Italia, llegó muy joven a Victoria, lugar entonces denominado La Matanza, en 1852.

A los seis años de establecerse en la zona, fundó una importante casa de ramos generales en el barrio Las Caleras, actual Vº Cuartel, lugar que también tuvo sus páginas dedicadas anteriormente en Mirador Entre Ríos.

Estanciero, colonizador, calero y dueño de la flota de navegación con mayor relevancia en la zona, don Carlos Reggiardo tuvo un tratamiento especial al reconstruirse su figura en la página de Facebook “Historias de Victoria”, donde especifica que las “descripciones de su personalidad las transcribimos inalterables, no haciendo modificación alguna de la opinión pública que se difundía” en la Victoria de principios del siglo XX.

En dichas transcripciones se menciona que “con excepcional claridad de criterio, desde los primeros golpes de pico, adivinó que el porvenir de Victoria estribaba en aquellos trozos de conchilla petrificada, y a ellos y a su transformación en cal”.

Luego, el relato continúa destacando su calidad de mercante e industrial, ya bien entrado a sus 73 años. “No hay trabajador que pueda ponerse a la par con él, no hay trabajo que no acometa, empresa que no intente”.

“Conquistó para sí y para los suyos una fortuna que puede considerarse como la principal de este Departamento y de la que puede decirse, con sobrada razón, que cada uno de sus centavos está empapado con las gotas de sudor de la frente de este enérgico e incansable trabajador”.

Por último, en las transcripciones se destaca además su figura central en la sociedad victoriense y lugar en el corazón de una comunidad. “La consideración y respeto que lo rodea por todo el pueblo de Victoria no se los debe a su fortuna sino a sus méritos personales, a su rectitud de procederes, a su nobleza de corazón y sobre todo, a la inteligencia clara y reposada con que emite sus juicios y distribuye sus consejos”.

“Es el verdadero hombre de ayer, que enseña al hombre de hoy y al hombre de mañana cómo se combate y se vence en la lucha por la vida y como se defienden y mantienen las posiciones conquistadas”.

Sobre un docente

La Escuela Normal de Victoria, fundada en 1910, tuvo como primer director y fundador espiritual al profesor Alejandro Gerardo Sánchez. Sin embargo, y por capricho histórico, el profesor Sánchez no pudo inaugurar el actual edificio de la escuela, ubicado en la Avenida Centenario.

Relata la historia que el profesor fue destituido de su cargo años antes de la fundación del actual establecimiento, “ya que sus ideales políticos no comulgaban con los del gobierno de turno”.
Sin embargo, fue tal el impacto y la desazón de sus discípulos, que estos iniciaron un levantamiento estudiantil en rechazo a las medidas tomadas, aunque no se logró cumplir con los objetivos propuestos.

No obstante, el profesor nunca se desvinculó de sus tareas en el original edificio donde funcionó la Escuela Normal, ya que para él “no eran meras estructuras de hierro y cemento, sino el germen del saber, los valores y el amor a la Patria representada en los diversos destinos de sus alumnos”.
Quienes incitaron aquel levantamiento, con el tiempo erigieron un busto en homenaje a quien consideraban un “Héroe de la Educación”.

Hoy dicho monumento se ubica sobre la Avenida Centenario, frente a la puerta principal de la escuela, edificio que el profesor nunca pudo ver inaugurado.
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