El arte abriéndose paso en la cuarentena

Actores de Chajarí crearon una experiencia teatral “diferente”

Sabido es que las salas de teatro no están habilitadas para trabajar como antes de la pandemia pero, cuando hay ganas y pasión por lo que se hace, las formas aparecen solas. A través de “experimentos” en Chajarí un grupo de artistas se juntaron para poner en escena “Pase sin golpear”.
11-11-2020 | 21:12 |

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Luciano Percara subraya la importancia del trabajo colectivo.


Lucía Torres
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Marianella Müller es una de las integrantes del grupo de trabajo interdisciplinario que presentan el proyecto “Pase sin golpear”, el cual busca ir un paso más adelante con la representación, y “tiene la premisa de intervenir espacios privados, (con la lógica aprobación previa de los dueños), espacios que convencionalmente no tienen la particularidad de poder hacerse teatro”.

Sobre el proceso creativo dijo que “la idea es que la casa que intervengamos es la que tiene que inspirarnos lo que sucederá y el contenido de la obra, entonces en cada casa será un experimento diferente, el primero que aún está en escena, recibe el nombre de #S2850, y el nombre es una pista de algo de lo que se vivirá dentro del experimento”. El hecho de que reciba el nombre de “experimento” en lugar de “obra”, es por la modalidad, “comienza desde el momento que uno compra la entrada, irá recibiendo pistas e instrucciones, luego ese día, se cita a las personas en un punto determinado, para trasladarse a la casa donde sucede el resto de la experiencia, está pensado como transmedia, porque no sólo es el vivo de ese día, sino que sucedan otras cosas antes, y después”.

Al no haber butacas, porque no es una sala, ni se piensa de esa manera, el público es una especie de disparador de lo que sucede en la casa, “no se les pide que intervengan, hablen ni nada de eso, pero algo de la presencia provoca el conflicto que sucede durante la obra”, explicó Marianella.

El equipo

Los actores son todos de Chajarí: Agustín Scatolaro, Amparo Troncoso, Joaquín Brarda, María Cruz Lena, Martina Percara. La asistencia de dirección es de Javier Müller, Dramaturgia y dirección Luciano Percara, Producción; Marianella Müller, Luciano Percara y Ana Rangugni, Diseño y realización de vestuario: Manuela Canteros, diseño de maquillaje: Pamela Vietta, diseño de identidad visual, Lali Müller, Edición de video: Natalia Angélico, Espacio; Casa Minka, creación: Luciano Percara y Marianella Müller.

Lo que la casa genera

Es importante resaltar que al no haber un texto al cual atenerse, “todos fuimos trabajando colectivamente en lo que surgía, y lo que la casa nos despertaba”, explicó Marianela, al tiempo que contó que junto a Luciano (Percara), tenían la idea de trabajar con la espacialidad y el cuerpo, uniendo las dos disciplinas, “pero nada de eso se hubiera concretado sin la participación de los actores, después Luciano bajó todo eso a un texto concreto”.

La idea del experimento comenzó a armarse hace un año exactamente, “y la dinámica que elegimos se adaptaba muy bien a este contexto, porque implica grupos reducidos y distanciamiento, entonces eso nos motivó aun más”.

Hasta el 8 de diciembre, todos los lunes y martes seguirá en funciones esta obra, además, hay dos espacios en mente para nuevos experimentos, y se está desarrollando la versión virtual de Pase sin Golpear, “porque comenzó a despertar interés en otros lugares, entonces necesitamos pensar otra forma de experiencia audiovisual para este proyecto, aunque aún está en pañales esa parte”, aclaró.

El director

Luciano Percara explicó que se trata de una experiencia teatral, “que rompe un poquito con la relación de actor – espectador”, porque se va guiando al espectador por la casa, suceden cosas distintas en cada espacio, desde el momento en que entran a la misma. El actor, director y productor dijo que para ellos que trabajan en el rubro creativo es importante “replantearnos las nuevas formas de contar el mensaje, la relación los actores arriba del escenario y el público abajo, nos queda un poco viejita, hay que al menos repensarla”, sostuvo.

Una historia… ¿futurista?

Es difícil hablar de lo que se trata la obra, ya que todo debe vivirse desde la presencialidad, el propio Luciano explicaba que “la historia cuenta lo que sucede con un grupo de personas que están encerradas hace mucho tiempo, en una casa, porque el mundo y la naturaleza está casi destruido, no quedan muchos seres humanos sobre la tierra, y los pocos que quedan están dentro de algunas casas destinados a reproducirse, son cuerpos que producen personas, no se ocupan de lo que sienten ni nada, pero en esta casa hace siete años que no reportan ni un nacimiento nuevo, lo que no es bueno, y en ese contexto ingresa un grupo nuevo a la casa, que son los espectadores, y ahí todo lo que sucede…”.

Si bien no se pide que los espectadores hablen o intervengan, hay momentos en que la situación se vuelve tan movilizadora, que puede ocurrir que alguien intervenga u opine, “si llegara a ocurrir, los actores están preparados para sobrellevar esto. Son emociones muy fuertes, con muchos mensajes e interpretaciones, que dependen de la lectura que cada espectador triga para cómo lo va a sentir”, dijo.

Un mensaje que perdura

De la obra se puede hablar mucho, desde lo actoral impecables interpretaciones que no tienen nada de envidiar a las grandes puestas en escena de los teatros porteños. Pero además se trata de un mensaje, como dijo el director, que se puede leer desde distintos aspectos, y te deja pensando, como debe hacer una buena obra de arte, podés estar a favor o en contra del mensaje, pero lo importante es cuestionarse, y eso lo logra con creces este trabajo, que no dejó nada librado al azar, desde el vestuario, el maquillaje, las luces, todo conjuga para que durante poco menos de una hora, el espectador viva una experiencia de ciencia ficción, con emociones contemporáneas y de la vida real.
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