Daniel Domínguez
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"Qué look metió el entrenador". "El último posteo en las redes lo mostró un tanto molesto con la situación". "Pidió jugar pese a los problemas familiares". "De chico soñaba con vestir esta camiseta porque la familia es muy hincha del club". Estas y muchas otras frases se volvieron moneda corriente en el mundo del fútbol. Tan paulatinamente que no nos dimos cuenta, el fútbol se transformó en un talk show sin principio ni final.

Los partidos duran mucho más que noventa minutos. Se analizan cuestiones tácticas, pero también de las otras. Si durmieron o no durmieron, si el grupo está "motivado", si el entrenador convence, si van a usar la ropa cábala y si el o la tarotista mediática lo dan como favoritos en este encuentro. ¿De fútbol? De fútbol poco y nada. Por conveniencias, por incapacidades y porque, a estas alturas, parece ser que es lo que menos vende.

En reiteradas oportunidades los protagonistas alzaron la voz pidiendo que se analice el deporte pasión de multitudes. También en reiteradas oportunidades somos los periodistas los que le pedimos a los actores de este juego que hablen "simple", que no nos compliquen con cuestiones muy específicas y que mejor nos cuenten si van a usar esa misma ropa ahora que ganaron.

Cuando se habla de fútbol, rara vez se dicen cosas que tienen que ver con el fútbol. Si el 4 (lateral derecho para los centennials) pasó muchas veces al ataque ya enseguida lo comparamos con algún brasilero famoso según la década en la que comenzamos a ver fútbol (Carlos Alberto en los '70, Cafú en los '90 y más acá Dani Alves), potenciamos sus características y le vemos futuro europeo y de selección. Pero, ¿sabemos realmente cuál es la función del lateral? ¿Quién cierra a sus espaldas, quién hace el relevo, qué indicación tiene a la hora de finalizar la jugada en ataque? En un gran porcentaje de los casos, por no decir todos, la respuesta a todas esas preguntas es no. Entonces, como no sabemos o no queremos saber, es mejor hablar de lo que nos muestra la cámara, de repetir lo que todos vemos y de enaltecer a sus progenitores y a sus descubridores.

Claro, todo esto siempre y cuando nuestro lateral derecho gane, porque si pierde... Si pierde hablaremos de la incapacidad para el retroceso, de su poca colaboración con el equipo, de que se la pasa en las redes, que se corta el pelo todas las semanas, que usa tatuajes y que está mal asesorado.

Con eso, tenemos para hacer toda una semana de programa radiales, televisivos y por web, además de algún que otro mensaje con color de verdad absoluta en nuestra red social "@nombreOK".

El fútbol hace tiempo se dejó de analizar. O por lo menos las cuestiones ligadas a la táctica, la estrategia y la planificación. Se habla mucho, eso sí. Se llenan espacios, eso también. Pero, al fin y al cabo, ¿cuál es nuestra responsabilidad como periodistas? ¿De quién es la responsabilidad de evaluar los detalles en profundidad? ¿Pueden convivir el show desacartonado, polémico y mediático con las variantes en zona 2, el repliegue y la presión tras pérdida?

En algún punto de estos interrogantes, nos perdimos. Ellos y nosotros. Los que juegan y los que los miramos. Está todo tan mezclado que parece que los juegan o jugaban ahora son los más adeptos a la chicana, y los que lo vemos de afuera queremos ponerle un poco de rigurosidad a algo que nos apasiona, nos entretiene y nos mantiene, muchas veces, desconectados del resto de las cosas importantes.

Que hoy se critique más a un técnico por cómo se viste que por cómo juegan sus equipos habla a las claras que nos perdimos. Que, por otro lado, se contrate a un jugador por la cantidad de seguidores que tiene en Instagram o porque da el perfil "institucional" también marca que el fútbol es mucho más que fútbol por estas horas.

En toda esa ensalada, ¿dónde entra la parte de la preparación? Preparación para los que tenemos la responsabilidad de salir al aire o escribir estas líneas, preparación para dar una conferencia de prensa después de una dura derrota como local ante el clásico y no caer en frases como "nos afectó el calor (frío o lluvia según la estación)", "el campo no estaba en buenas condiciones y no pudimos imponer nuestro juego", "se metieron atrás y no pudimos entrar".

No podemos mirar para otro lado cuando el fútbol en Argentina es un compendio de desaciertos. De situaciones forzadas, de torneos inentendibles, de dirigentes con poco apego a cumplir con lo pactado. Eso también es parte del fútbol.

Y de eso se habla poco, o se condiciona lo que se habla. Según el protagonista, según la señal que nos contrata y según los intereses de turno, una misma acción realizada por dos personajes antagónicos significarán loas para unos y críticas despiadadas para el otro. Entonces en el mismo instante podemos leer dos videograph distintos según el canal al que nos lleve el zapping como, por ejemplo: "La decisión de apartar al jugador lo único que hace es profundizar la crisis" y "Apartar al jugador fue la mejor decisión que pudieron tomar los dirigentes".

Quienes crean que el fútbol es fácil se equivocan. Jugar a la pelota es fácil. Jugar al fútbol o llegar a intentar jugarlo es muy complejo. Complejo por lo expuesto anteriormente, porque no se trata de correr detrás de un balón, se trata de analizar, de planificar, de reconocer virtudes y defectos, propios y ajenos, de crear distintos climas, de llegar con la palabra y con la acción, de convencer a 30 personas y a cientos de hinchas de que con tal sistema vamos a obtener esa victoria que tanto anhelamos.

Se trata de entender que el fútbol es parte show y parte deporte, que la crítica existió y existirá, de no gastar energía en explicar cosas que a nadie le importan o que no "venden".

De cuidar la imagen profesional, de no caer en groserías, de manejar las emociones, de ser buen perdedor, pero también buen ganador y no creérsela y, mucho menos, creerles a los "amigos del campeón".

En definitiva, todos, todo el tiempo, estamos hablando de fútbol, sin saber muy bien qué es el fútbol, si es deporte, show o negocio. O las tres cosas a la vez.

Se trata de entender que el fútbol es parte show y parte deporte, que la crítica existió y existirá, de no gastar energía en explicar cosas que a nadie le importan.