Letras de Rosario

"Creo que la kriptonita de todos los superhéroes son sus madres"

El escritor, situado en el centro del canon de la literatura rosarina, se anima a todos los temas.
20-01-2021 | 9:47 |

Daniel Feliu, autor de "García Lorca, el duende en Rosario".
Foto:Gentileza.
Gisela Mesa
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Es uno de los escritores más reconocidos del mundo literario y artístico de Rosario. En diálogo con Mirador Provincial nos habla de su trayectoria, sus gustos literarios, sus manías, sus lecturas, sus proyectos y su visión del panorama editorial actual.

Nadie se parece al enloquecido Daniel Feliu que disfruta jugando con cualquier lector que se preste a ello, sin ajustarse a ninguna norma a la hora de escribir.

Nacido en Marcos Juárez en 1976, el actor y escritor Feliu cautivó a todo el público rosarino con su novela García Lorca, el duende en Rosario. El escritor audaz tiene una hermosa historia familiar, que se remonta a su abuelo Buenaventura Feliu, que en su Cataluña natal era anarquista y hacía teatro. Debió emigrar a nuestro país donde tuvo que trabajar en el campo y no pudo seguir con su pasión que era la música clásica y el ballet; iba a cuanto concierto había en Marcos Juárez y guardaba los recortes de los diarios que comentaban los espectáculos en el Colón. Indudablemente esa pasión por el arte estaba en las venas del escritor Feliu, que con pasión dedica sus días a lo que más ama, su profesión.

- ¿Recordás el primer libro que leíste? ¿Y la primera historia que escribiste?
- El primer libro que leí, no. Puedo hacerme una idea a raíz de lo que había en mi casa, que fueron mis primeras lecturas, como los cuentos que me compraba mi papá. También "Queridos animalitos", de Marta Giménez Pastor, fue un regalo de un compañero de grado para mi séptimo cumpleaños. Los Billiken y Anteojitos, con seguridad, están entre mis primeras lecturas. En casa había muchos; además de los que me compraba mi papá los domingos, estaban los de mis hermanos mayores y mis primos: la etapa de Billiken de los 60, con las tapas de Lino Palacio, los Anteojitos de los 70…

En cuanto a lo primero que escribí, fueron juegos de palabras que hacía. Recuerdo, por ejemplo, una poesía que decía "Que pela/ que hiela / Marcela/Graciela / Cenicienta, / come pimienta.

Creo que una de las primeras cosas que escribí, más allá de las tareas de la escuela, eran unas oraciones muy lindas que mi maestra de tercer grado, la señorita María Esther, nos hacía escribir cada mañana. Creo que eran tres por día. También escribí, a eso de los 11 años, un programa de radio que grababa en un cassette con mi hermano. Escribía las historias que se contaban, las publicidades, todo en clave de humor, creo que fue una de mis primeras experiencias en la comicidad.

- ¿Quién es tu escritor favorito? Podés escoger más de uno y de todas las épocas...
- Hay varios, y seré injusto porque todavía me quedan muchos por conocer: García Lorca, Cortázar, Fontanarrosa, Niní Marshall –si bien era guionista de sus propios personajes, fue una precursora del humorista que escribe sus propios guiones-, Almudena Grandes, Poe, Manuel Puig, Camus…

- ¿Alguna manía a la hora de escribir o leer?
- Al escribir, no tantas como me convendría tener, en el sentido de hábitos que ayuden a desarrollar la tarea. Lo básico para mí es la notebook -tengo una letra horrible que ni yo me entiendo, parecen mapas de mundos desconocidos-, un café, silencio, un lugar cómodo; a veces algún objeto, canción o foto que me ayuden a salir de la energía cotidiana: una foto de mi abuela, unas piedras que fui comprando, de esas que al parecer tienen energía…

Para leer, un lugar cómodo -un buen sillón o una lona en el parque-, silencio, concentración -es lo que más me cuesta-. Un lápiz, dado que soy de marcar mucho a medida que leo. Esa quizás sea una manía. Si algo me interesa mucho, escribo en la primera hoja del libro el número de página y algo que me recuerde lo que marqué.

- ¿Qué escritor o libro te ha influido en tu trabajo como autor?
- Indudablemente, la obra de Ian Gibson, hispanista, investigador de la vida y la obra de Federico García Lorca desde hace más de 50 años: sobre todo su libro "Federico García Lorca", la biografía más completa que se escribió hasta el momento sobre él. La mezcla de la rigurosidad en la investigación y a la vez la forma amena de construir el relato, influenciaron mucho a la hora de escribir "García Lorca, el duende en Rosario".

Últimamente estoy notando la influencia de Poe a través de sus cuentos. Las historias en las que los estados de ánimo se corresponden con las características de los lugares donde se desarrolla la acción, cierta atmósfera siniestra… Creo que de alguna manera, todo lo que uno lee, además de las experiencias propias, aparece a la hora de escribir.

- ¿Un truco para enfrentarse a la hoja en blanco?
- ¡Es la pregunta que me hago cada día de mi vida! Me han ayudado mucho los consejos y la forma de ver el oficio de la escritura algunos de mis maestros de dramaturgia, como Mauricio Kartun, Ariel Barchilon: escribir valorando el proceso y no el resultado, fluir acríticamente en la escritura. Dar la bienvenida a todo lo que surja cuando la escritura fluye, sin juzgarlo.

Esto no quiere decir que se escriba cualquier cosa; es la primer etapa de un proceso que posteriormente pasa por sucesivas correcciones y se va reformulando.

En resumen, y como lo expresa maravillosamente Kartun, cumplir "horas-culo": sentarse y escribir, como sea; ir plasmando en la hoja en blanco lo que surja respecto a eso que uno tiene para contar. Para mi obra "Retornables", que ganó el Plan de Fomento de Industrias Creativas de la provincia de Santa Fe, hice 9 borradores antes de tener la versión final.

- ¿Existe un horario propicio para ponerte a escribir o cualquier momento del día es ideal?
- Como actor, soy un "bicho nocturno": los ensayos y las funciones hacen que mi día termine muy tarde. Sería esperable que a la hora de escribir, también encontrara el momento propicio de trabajo a la noche o la madrugada, pero mi realidad es mucho más aburrida: mi horario ideal es la mañana, después la tarde y, si las fechas límite se acercan, también la noche.

- ¿Qué estás leyendo actualmente?

- "La vida del drama", de Eric Bentley y "Nuestra parte de la noche", de Mariana Enríquez. Suelo hacer varias lecturas a la vez, cuando el tiempo me lo permite.

- ¿Cómo creés que afectó el panorama editorial esta pandemia global covid-19?
- Si bien no conozco a fondo el tema, hablando con editores conocidos, a nivel ventas, luego del parate inicial, muchos descubrieron la venta por internet. Fue un nuevo camino que se abrió. A la vez la gente, obligada a quedarse en su casa, comenzó a leer más. De alguna manera, la pandemia abrió un nuevo camino, una alternativa para las editoriales independientes. Es lo que puedo decir por lo que me han comentado, no sé si en todos los casos ha sido así.

Una de las cosas que más se vieron afectadas, creo, dentro de la actividad editorial, fue la publicación de libros proyectada para el 2020. En mi caso, al menos, había programados dos libros para salir este año: la segunda edición, corregida y aumentada, de "García Lorca, el duende en Rosario" y una Historia del teatro de Rosario de 1900 a 1960 escrita por Clide Tello, en la cual colaboré, que iba a editar la Editorial de la UNR.

- Hablanos de García Lorca, el duende en Rosario... ¿Cómo te sentiste la primera vez que publicaron tu libro?
- Fue una de las mayores aventuras de mi vida. Poco se sabía sobre la visita de García Lorca a Rosario, y hasta se dudaba de que fuera verdad. Con unas pocas reseñas sobre el tema, comencé a investigar cuando estaban por cumplirse los 80 años de su visita a la Argentina (2013). Lo hice por deseo, por pasión, sin expectativas y con la idea de recuperar este hecho para la historia cultural de Rosario. Así comencé un trabajo de más de tres años investigando en bibliotecas, hemerotecas, archivos públicos y privados, entrevistas.

Entre las personas entrevistadas estaba Liliana Ruiz, directora de Baltasara Editora, quien luego editaría el libro. La entrevisté porque su padre, Laudelino Ruiz, había sido contemporáneo a la visita de Lorca, además de ser librero y editor. Liliana conoce mucho sobre la colectividad española en Rosario y sobre todo lo relacionado a España, así que se convirtió en una fuente habitual de consulta, sin imaginarme que años después editaría el libro.

Mi idea inicial no era escribir un libro; como dije antes, empecé a investigar sin expectativas y movido por la pasión por lo que hago, y ese proceso me llevó al libro. Fue una gran satisfacción, a la vez que un gran compromiso, porque requería una investigación rigurosa sobre un hecho del que no quedaban testigos vivos.

Otra sensación que tuve es de cierto duelo. Siempre que doy por terminado algo que escribo, y más si va a comenzar a circular, hay que hacer un duelo; eso que era tan propio ya no lo es tanto, sino que la gente comienza a apropiárselo; es como el momento en que un hijo viaja solo por primera vez.

- ¿A qué escritor, vivo o muerto, retarías a duelo de espada en un molino al amanecer?
- A los que escribieron los libros de catequesis que tuve que leer como buen alumno de escuela católica durante muchos años; al que inventó la frase "Unos nacen con estrella y otros nacen estrellados"; a Sábato, para impedir que queme tantas cosas que escribió y que nadie llegó a conocer.

- ¿A quién te gustaría tener a tu lado en un apocalipsis zombi?

- A mi abuela materna. Sabía mantener la calma en situaciones difíciles; a Enrique Santos Discépolo; no sé si nos salvaríamos, pero quizás nos hubiéramos reído un rato.

- Si fueras un superhéroe, ¿cuál sería tu kriptonita?
- Creo que la kriptonita de todos los superhéroes son sus madres. Después de todo, son las que les lavan la ropa. Les conocen las intimidades, y si se les rompe el traje, seguramente lo arreglarán. Me imagino que peor que la kriptonita para Superman sería que su madre aparezca mientras está combatiendo con su archienemigo y le diga "¡Clark, no te tires al suelo, que te rompés la ropa! Claro, total la que cose soy yo. Estoy podrida de sacrificarme por vos." No hay kriptonita ni enemigo más nocivo que eso.

- El mejor consejo que te han dado.
- Que empiece terapia. Algún día haré un busto de bronce a la profesora que me dio ese consejo.

- ¿El peor fracaso amoroso?
- Aún no sucedió. Pienso que sería como el de tantas historias de parejas que escucho: falta de empatía y de escucha, celos desmedidos, palabras no dichas, enojos contenidos, ser infelices pero de a dos, no resolver los problemas pero tampoco separarse… y mantener las apariencias ante los demás. Basta con mirar Instagram.

La soltería tampoco garantiza que eso no pase: pasa, sólo que con uno mismo, pero en este caso uno no puede separarse. Pero para no terminar la entrevista de esta manera algo escéptica, dejo estas palabras de Gregorio Marañón: "Sólo tendrás el alma sosegada,/Cuando conozcas en igual medida/La ilusión de la gloria imaginada,/Y el tedio de la gloria conseguida."

A la hora de hacer reír

- Trabajaste como guionista de Standagasup, contanos esa faceta...
- En 2009 hice un taller de stand up con un docente que venía de Buenos Aires. En Rosario aún no se conocía mucho sobre esta forma de humor. Si bien no era el primero que hacía, fue el más extenso. Siempre me interesó el humor, tanto para mi carrera como para mi vida.

A fines de ese año hicimos la muestra del taller. Ahí nos conocimos con Vicky Palazzetti. Luego ella conoció a Ariel Carrabs en otro taller, y empezamos a reunirnos, a escribir e investigar sobre este género.

Así creamos nuestro grupo, Standagasup, y nuestro primer espectáculo, "1, 2, 3 probando". Posteriormente haríamos el segundo espectáculo, "Estamos todos locos". Fue una experiencia muy enriquecedora.

Fuimos el primer grupo estable de stand up con el primer espectáculo íntegramente de este género. Tuvimos muy buena respuesta del público y de la crítica.

Es un género muy difícil, si se lo toma en serio. Escribir un buen monólogo de stand up lleva mucho trabajo. Y también encontrar la forma de cada comediante al pararse ante el público.

Mis primeros meses fueron tremendos, lo padecí mucho, hasta que fui encontrando los tiempos, los ritmos, los tonos.

Es un trabajo sumamente artesanal, aunque parezca que el comediante sólo se para y habla de cosas graciosas. El humor es fundamental en mi vida, y como actor y "contador de historias", creo que es la mejor forma de reflexión sobre la vida, sobre nuestra realidad. Aún en el stand up, que está bastante desprestigiado, siempre apunté a reflexionar junto al público sobre temas más o menos trascendentales. Es maravilloso: reír con el público –y no de él-, pensar juntos, poder hablar de temas complejos desde el humor…

"Como actor, soy un 'bicho nocturno': los ensayos y las funciones hacen que mi día termine muy tarde. Sería esperable que a la hora de escribir, también encontrara el momento propicio de trabajo a la noche o la madrugada, pero mi realidad es mucho más aburrida: mi horario ideal es la mañana, después la tarde y, si las fechas límite se acercan, también la noche".



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