José Prinsich
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Cada rincón de Aldea Spatzenkutter está marcado por la historia. Desde los edificios y relatos de los habitantes hasta las fotografías y documentos registrados dan cuenta del paso del tiempo. Pero hubo un acontecimiento que llegó a tener inimaginables repercusiones en todo el territorio provincial. La comuna del Departamento Diamante, antiguamente llamada Marienfeld y fundada por familias de alemanes del Volga, fue testigo del primer accidente aéreo de Entre Ríos, ocurrido el 14 de enero de 1928 y en el que fallecieron el teniente aviador Efraín Rivero Olazábal y el sargento mecánico Juan Gil Valdéz, ambos a bordo de un Bristol Fighter F3 N° 28.

Con el objeto de homenajear a los caídos y reivindicar aquel hecho histórico, la comuna de la aldea llevó adelante un acto en la explanada del Museo "Nuestra Raíces Alemanas". El mismo se desarrolló el mismo 14 de enero y contó con la presencia de autoridades, legisladores provinciales, vecinos y la Banda de Música Militar de la II Brigada Aérea "BG Dn. Antonio Parodi".

"Este hecho lo reivindicamos todos los años y recordarlo para nosotros es muy importante. Se lo debíamos a los pilotos caídos. Hace 93 años que estábamos en deuda con ellos. Cuando asumimos la gestión, allá por el 2015, nuestra meta con Fabián (Deiloff) que siempre me acompañó en el área de cultura, era poner en valor todos los sitios históricos", remarcó Juan Lell, presidente comunal.

Luz, cámara, acción

En el marco del 93° aniversario de tragedia en los aires se puso en marcha "La venganza de Éolo", un documental realizado integrante con actores locales y que pretendía mostrar no sólo el desafortunado siniestro aéreo sino también el contexto en el cual se produjo el mismo. El cortometraje está basado en hechos reales e investigaciones históricas junto a fuentes testimoniales. La producción general del material audiovisual estuvo a cargo del diamantino Fabrico Ceballos; mientras que Israel Zalazar y Leandro Grinóvero fueron los responsables de la dirección técnica.

"Desde hace un tiempo venimos trabajando con la idea de rescatar, revalorizar nuestra historia y ponerle sentido a ciertos hechos no solamente a través de los espacios físicos sino también todo lo que nutre el contexto con los personajes, la vestimenta y los trabajos de la época. Así consideramos que hacer un documental audiovisual era lo más oportuno y atractivo para que todas las ramas etarias puedan interiorizarse sobre lo que sucedió. En este sentido, el objetivo era homenajear a esos caídos. Ya no se la recuerda más como una tragedia sino como un hecho más de nuestra historia", sostuvo a Fabián Deiloff, referente de cultura, a Mirador Entre Ríos.

Por su parte, Ceballos añadió que "al ser un equipo de trabajo se generan este tipo de cosas lindas. A mí me gusta el arte y trato de plasmar la historia en el arte. Tuvimos la suerte de hacer el audiovisual del Bicentenario de la Batalla de Las Tunas, el aniversario de Villa Urquiza y el Bicentenario de la creación de la República de Entre Ríos. Cuando uno habla de accidente, lo mismo nos pasó con Pancho Ramírez, uno trata de no mostrar violencia sino que la gente, a través de las imágenes, se vaya imaginando como fue realmente la historia".

El lugar donde se produjo el primer accidente fue declarado sitio histórico por la Cámara de Senadores y Diputados de la Provincia. "Trabajamos no sólo en obras sino también en lo turístico y cultural. Me llena de orgullo porque esto se hizo con actores y actrices de nuestro pueblo, gente que puso lo mejor de sí", agregó Lell.

"La venganza de Éolo", cuyo nombre deriva del titular que el diario La Mañana colocó en su portada en alusión a este hecho, se concretó en diez días y el movimiento se gestó a fines de diciembre. Todos los actores involucrados, muchos de ellos desempeñaron por primera vez una dramatización, son de Aldea Spatzenkutter. Asimismo, las escenas se grabaron en el Museo "Nuestras Raíces Alemanas", en la Casa de los Sucksdorf, la Casa de Turismo y Cultura "Marienfeld", en el Tajamar de Sucksdorf y en la II Brigada Aérea de Paraná.

Repercusiones

-¿Cuáles fueron las repercusiones del cortometraje?

-Fabián Deiloff (FD): En épocas donde salimos poco por la pandemia, muchas cosas se han tenido que expresar por las redes sociales o de manera virtual. Uno está limitado y está expectante de cosas novedosas. En nuestra localidad, este cortometraje causó mucho interés y expectativas. Venimos de trabajos básicos o precarios, hecho con los elementos o programas que uno tiene o de entre casa. Pero un trabajo realizado con este rigor, nunca se ha hecho en la localidad. Si bien la historia es muy conocida en la localidad, llevarla a la pantalla tiene su atractivo. Es muy fácil representar fiestas o costumbres pero representar una tragedia es difícil.

-¿Qué puede destacar de la apuesta hacia lo audiovisual?

-FD: El año pasado comenzamos con esta idea junto a una serie de cortometrajes. Tenemos otros que tienen que ver con historias muy particulares de la aldea. Si bien tenemos una historia que es conocida y se ha difundido mucho a través de distintas producciones (como la historia de las corrientes de los inmigrantes alemanes del volga y sus costumbres) también tenemos una serie de sucesos, hechos y personajes de la localidad. Desde el área de cultura considerábamos interesantes para poner en relevancia. Son en total 5 cortometrajes. Son anónimos y que enriquecen la historia en general.

-¿Tienen pensado hacer un próximo cortometraje?

-FD: Al segundo lo queremos estrenar para el aniversario de la fundación de la comunidad (18 de julio). Tiene que ver con historias más cercanas a nuestra idiosincrasia, trabajos y la cultura de los alemanes del volga propio de principios del siglo pasado. Ahora estamos haciendo un trabajo exhaustivo de análisis, de recuperación y armado de guión. Queremos que sea lo más objetivo y real posible.

Una mañana distinta

El calor de verano comenzaba a sentirse. El cielo estaba despejado y todo estaba tranquilo. Hacia el norte, por sobre la lomada, enfilaba hacia la aldea el aeroplano Bristol N°28 perteneciente al grupo de observación de la Base Aérea Militar de Paraná. El avión venía perdiendo altura y dejando una estela de humo, acompañada de explosiones. Como respuesta rápida, el piloto a bordo buscó un campo para poder aterrizar de emergencia pero no pudo evitar tocar con un grupo de árboles, que estaban cercanos a la aldea, donde se encontraban algunas casas. En esta maniobra, el aparato perdió una de sus ruedas y se estrelló en el lugar. El estruendo estremeció a los vecinos.

Jorge Regner fue uno de los testigos, quien rápidamente fue a proteger a su familia. Luego acudió al lugar para ofrecer ayuda pero era demasiado tarde. Regner llegó para las últimas palabras del tripulante que aún se mantenía con vida. También se encontraba José Deiloff, quien estaba junto a su padre arreglando unos alambrados. Padre e hijo dejaron las herramientas tiradas y corrieron hacia el lugar.

Los restos de las víctimas fueron traslados a Paraná. El aviso a la ciudad capital se hizo de manera telefónica, con el único aparato que había en la comuna. La noticia recorrió los principales periódicos de la provincia. Tiempo más tarde, Adán Kolman, propietario del terreno donde ocurrió el hecho, donó parte del mismo y allí se levantó una impotente cruz de mármol para recordar aquellas fallecidos.