Viejos símbolos

El pasado victoriense en tinta y papel

Las memorias de tiempos anteriores tienen infinitas formas de perdurar y mantenerse vivas en el presente. La mayoría de las veces, acumuladas y ordenadas en cotidianos manuales y enciclopedias. Sin embargo, la historia es mucho más que simples páginas ilustradas en estos tradicionales compendios de hechos ya sucedidos.
25-01-2021 | 20:25 |

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El billete del Banco Victoria tuvo un papel protagonista durante las décadas finales del siglo XIX.




Ignacio Etchart
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La ciudad de Victoria posee un pasado brillante, que supo contener un espíritu desarrollista sin igual en el país. La pudenda Victoria del Siglo XIX y de inicios del XX está repleta de anécdotas comerciales, cívicas y gubernamentales, propias del paradigma moderno que sentó las bases de esta región de Argentina.

Con el tiempo, el desarrollo de la provincia vecina de Santa Fe, especialmente el crecimiento e innovación del puerto de Rosario, fue poco a poco derivando a Victoria a un desarrollo económico más austero, basado mayoritariamente en economías regionales y turismo.

Sin embargo, y como múltiples veces las páginas de MIRADOR ENTRE RÍOS lo supieron relatar, el presente victoriense tiene mucho más para contar que la mera explotación de sus recursos naturales y estéticos. Tiene, por sobre todo, un rico pasado que identifica a la ciudad y sus vecinos. Pasado que encuentra su sistematización y divulgación en la página de Facebook “Historias de Victoria,” portal digital cuyas publicaciones son la fuente de este escrito.

De comercio y oficinas

A finales del siglo XIX, el puerto de Victoria, instalado en el barrio de Las Caleras, actual Quinto Cuartel, era la principal fuente de comercio y de desarrollo industrial de la región. Embarcaciones de todo tipo y tamaño que navegasen por las aguas del Paraná derivaban más temprano que tarde en las amarras costeras de la ciudad.

Era tal la magnitud del tránsito en el barrio de Las Caleras que rápidamente Victoria necesitó de distintas dependencias e instituciones para la formalización y seguimiento de las actividades comerciales. En aquellos tiempos, la ciudad poseía, por ejemplo, una aduana propia. Además, había bancos privados locales, como fueron los bancos Victoria y Lanieri, ambos con su propio papel moneda.

El Banco Victoria fue fundado un 10 de mayo de 1873, tuvo como principales accionistas a pudientes vecinos de la ciudad, cuyos apellidos asentaron las bases de la sociedad victoriense, perpetuándose incluso hasta el presente. En primer lugar, el ya anciano pionero quien estuvo presente en todos los grandes acontecimientos de Victoria, Don Francisco Cichero, operaba durante las tareas fundacionales del banco como representante de Don Francisco Piaggio.

Don Cichero, poseedor de una gran solvencia económica y que viajaba periódicamente a Italia para residir allí largo tiempo, junto con Don Esteban Vacarezza, Don Eduardo Martino (llegado en 1870 desde la región italiana de Liguria), y Don Carlos Reggiardo, quien se encontraba en el apogeo de su actividad empresarial, celebraron un contrato de la Sociedad Bancaria Victoria, estipulado en escritura pública junto a Don Luis Vignale, genovés. La firma del convenio fue acompañada con un depósito inicial de 160.000 pesos fuertes, además de otros 16.000 como garantía. La sociedad debía durar diez años exactos desde el día de su escrituración, un 10 de mayo de 1873. Sin embargo, durante el transcurrir de esa década, el Banco Victoria sufrió transformaciones y cambios en su mesa administrativa. El primer gerente fue el mismo Francisco Piaggio, quien era reemplazado por Don Cichero durante sus ausencias en la ciudad. En 1874, Francisco Berta sustituyó en el cargo de gerente a Cichero. Ese mismo año, un 6 de septiembre, Vignale vendió sus acciones a Piaggio, recientemente regresado de Europa, por el total de 25.625 pesos bolivianos. Luego, un 1º de abril de 1875, Piaggio vendió las tres cuartas partes de su capital a Reggiardo, Vacarezza y Martino. En 1877, los tres socios restantes aceptaron una transferencia de crédito hipotecario ofrecida por el Banco Entrerriano, entonces dirigido por Don Manuel García, disolviendo la entidad bancaria.

El Banco Lanieri

Sin embargo, el precursor de los billetes victorienses fueron aquellos impresos por el Banco Lanieri, fundado en 1860 y situado en el mismo Quinto Cuartel, hoy un edificio totalmente en ruinas. Su antiguo fundador, Miguel Lanieri, era oriundo de Spezia, localidad de la provincia de Génova, Italia, y fue el precursor de la actividad bancaria en la zona, además de administrar -con su hermano José- fábricas de cal, jabón, pesquerías y casa de ramos generales en el Quinto Cuartel. Fue de los italianos más encumbrados y económicamente muy poderoso, aunque debió cerrar las puertas del banco en 1876.

Con el tiempo, los bancos de pequeña escala, como lo eran el Lanieri y el Victoria, fueron desplazados por las grandes bancas nacionales. Específicamente, en el año 1892, se inicia la era de los grandes bancos que sustituyeron a los privados y provinciales.

Por ejemplo, el Banco de la Nación Argentina fue inaugurado el 1º de julio de 1892, así como también lo fueron el de Italia y el Río de la Plata. Este último adquirió los activos del Banco de la Provincia en 1903.

Sobre el papel moneda victoriense

El dinero emitido por estas entidades, si bien estaba revalidado por la plata extraída de Potosí, e incluso podía sustituir al peso boliviano, poseía una circulación bastante limitada, favoreciendo mayoritariamente a los propietarios del banco que a su vez eran dueños de las casas comerciales que lo aceptaban.

En el momento de pagar a sus empleados, los propietarios del banco entregaban estos vales que limitaban al obrero a comprar la mayoría de los insumos en los almacenes propiedad de los banqueros, generando así un mecanismo comercial interno dependiente, hoy entendido como “monopolio”.

No obstante, y como dato curioso, a pesar de su limitada circulación, el billete del Banco Victoria tuvo un papel protagonista durante las décadas finales del siglo XIX, principalmente en los tiempos de las dos últimas revoluciones jordanistas durante la década de 1870.

Estos múltiples papeles moneda se volvieron obsoletos llegado el año 1881, cuando el entonces presidente Julio Argentino Roca decidió unificar el sistema nacional monetario con la oficialización del peso argentino.

Sin embargo, y pese a los intentos de los distintos gobiernos criollos por desplazarla del mercado nacional, el dinero boliviano supo sobrevivir durante muchos años paralelamente al peso argentino, producto de la magnitud y desarrollo económico sostenido en el país vecino, potencia durante aquellos años.
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