GABRIEL BALDI


Tardó en llegar, pero finalmente se dio. Tuvieron que pasar 116 años para el gran festejo sabalero, que dicho sea de paso lleva hoy más de tres días ininterrumpidos.


Generaciones enteras transitaron sin ver al equipo campeón. Otros, lo habíamos visto consagrarse solamente en la B Nacional y celebrar aquellos logros con orgullo, como si fuese la adjudicación de una Copa del Mundo.


En Paraná, cada vez hay más hinchas de Colón de Santa Fe y se hacen sentir. Antes, éramos unos pocos y vistos como ‘bichos raros’.


En lo personal, tanto en mi infancia y como en la adolescencia, puedo dar fe de que fui uno de los pocos apasionados y con locura, por estos colores que me los transmitieron parientes radicados en Santa Fe.


Cuando la mayoría de mis amigos y compañeros de escuela eran de Boca o River, talvez otros de Independiente, Racing o San Lorenzo, yo orgullosamente era fanático de Colón, idolatrando al ‘Leo’ Díaz, al recordado ‘Pampa’ Gambier, a Cristian Castillo o el gran ‘Bichi’ Fuertes, entre tantos otros.


Hoy, admito que al fanatismo lo perdí porque no creo en esa pasión desmedida e irracional, pero continúo feliz, siguiendo cotidianamente a Colón.


Siempre traté de disfrutar de las pequeñas cosas y de los momentos al máximo. En consideración, nunca fui hincha de los títulos, como quien diría. No me importaba que me cargaran preguntándome con ironía cuántos campeonatos había ganado Colón. Mi creencia iba por dentro. Me críe prácticamente yendo a la cancha, desde 1993. Estuve en el Cementerio de los Elefantes en aquel invierno de 1995, cuando el club volvió a Primera División al vencer a San Martín de Tucumán.


Desde chico, principalmente, fueron muchas las veces que lloré de alegría y de la emoción por Colón. Imposible olvidar los clásicos ante Unión, aquel 2-1 con gol de Agoglia en 1997, ese subcampeonato, el ingreso a las copas internacionales como tantos otros encuentros desde aquel entonces en adelante.


En esa época, fanático al ciento por ciento, siempre decía que ver a Colón campeón era un sueño que tenía.


Los festejos en la capital entrerriana se centralizaron en la plaza 1° de Mayo y estuvieron encabezados por gente de la filial Paraná. Las celebraciones duraron poco puesto que la policía dispersó rápidamente los festejos de los hinchas debido a las restricciones de circulación vigentes. No obstante, valió el desahogo.


En mi caso, el campeonato logrado me retrotrajo a todo lo vivido desde mi niñez. Los domingos de cancha con mi mamá -que físicamente ya no está-, y todo el amor que gesté por Colón. Este campeonato me volvió a hacer emocionar. Me hizo reflotar ese sueño que tuve y que quizás se superpuso con otros de distinta índole, pero que siempre estuvo latente y me llenó de felicidad.


Ver a Colón campeón, el deseo de toda la vida y esa locura linda, tan difícil de explicar y a la vez, tan cara a los sentimientos de quienes llevamos esta pasión sabalera por dentro, ayer, hoy y siempre, desde Paraná al mundo.