Lucía Dozo [email protected]


Archivos de puño y letra de Manuel Belgrano pueden encontrarse en la ciudad y, aun en la virtualidad, es posible realizar un recorrido histórico. Con ellos es posible acercarse al pensamiento de un prócer que orientó su vida política hacia la construcción de una Argentina soberana. Movilizado por las ideas de la Ilustración, Belgrano aseguraba que el país debía modernizarse a través de la educación, que debía ser pública e inclusiva.

En su periódico, el Correo de Comercio, interpelaba a los hombres de Mayo para reflexionar sobre la importancia de la educación de las mujeres quienes, sostenía, debían formar parte de la organización nacional. Fue, de la misma manera, un gran defensor de los derechos de los pueblos originarios.

El Instituto Belgraniano de Rosario difunde, desde fines de los años 50, el legado de Belgrano en la ciudad. "Desde su fundación en 1957 nuestros objetivos fueron claros y precisos: enaltecer la vida y obra de este gran prócer argentino. Cabe acotar que fue la primera institución del interior del país creada con esa finalidad", cuenta el presidente de la fundación, Eduardo Grassi Vragnizán.

"A lo largo de estos 64 años hemos realizado diversas actividades sociales, educativas y culturales. La finalidad primordial ha sido siempre exaltar y divulgar la vida y obra de Manuel Belgrano. La principal competencia del IBR es la investigación histórica; hemos hecho estudios historiográficos, críticos, filosóficos, militares, económicos, educacionales, periodísticos, jurídicos y políticos referentes a la acción pública y privada de este verdadero hijo de la patria, como él mismo se definió".

El instituto rosarino está íntimamente relacionado con el resto de las asociaciones belgranianas del país y, también, del exterior. "En particular está vinculado con asociaciones, sociedades, ateneos e institutos belgranianos de países limítrofes y de España, Italia y EE.UU.", señala Grassi Vragnizán.

En la ciudad, desde el espacio recomiendan la ruta o posta belgraniana. "Son los siete lugares por donde el General Manuel Belgrano hizo su trayectoria de ingreso a la Villa del Rosario, en 1812, cuando vino a efectuar su obra más trascendente, la creación de nuestra bandera nacional, a orillas del majestuoso Paraná. Este trayecto está demarcado con cartelería alegórica desde la zona sur de la ciudad hasta los alrededores del Monumento Nacional a la Bandera", explica el presidente del Instituto.

La posta belgraniana abarca el siguiente recorrido: desde calle Ayacucho, cruzando el arroyo Saladillo, pasa por Alem y Virasoro, y atraviesa Av. Pellegrini y calle Buenos Aires (actual Plaza López), circunvalando la Plaza 25 de Mayo. También incluye el lugar en el que oró Manuel Belgrano en todas las ocasiones en que nos visitó (en los años 1810, 1811, 1812 y 1819), donde hoy está emplazada la Catedral, y el lugar en el que se alojó en esas oportunidades, la casa de Juan Manuel Vidal, donde su esposa, María Catalina Echevarría, confeccionó la primera bandera nacional (que se izó el 27 de febrero de 1812), ubicada en Córdoba y Juan Manuel de Rosas, para arribar finalmente a la zona del Parque Urquiza en la que acampó con su tropa.

En cuanto a los documentos históricos vinculados a Belgrano en la ciudad, Grassi Vragnizán apunta, en primera instancia, al Museo Histórico Provincial Dr. Julio Marc: "Allí se encuentra la Sala Gral. Manuel Belgrano, una exhibición de piezas de la colección del museo sobre su vida y otras que retratan la historia de la creación de la bandera en las barrancas de Rosario. Además, contiene la mayor colección epistolar de Belgrano a nivel nacional. Dentro de las colecciones privadas, el Museo para la Democracia tiene los cuadernos de viaje del prócer. En este diario él relata con obsesión cada detalle de su travesía desde Buenos Aires a Rosario, desde el 24 de enero al 7 de febrero de 1812, quince días de una época en que la patria daba sus primeros pasos".

Diario de Marcha
En 1812, Belgrano escribió en ocho carillas el Diario de Marcha. Las páginas registran el traslado desde Buenos Aires a Rosario del Regimiento de Patricios destinado a custodiar las costas del río Paraná. El escrito forma parte de la colección del Museo de la Democracia, ubicado en el Palacio Fuentes de Rosario.

"Belgrano fue una pieza clave en la insurrección que se transformó en la Revolución de Mayo de 1810. Formó parte de la Primera Junta y fue la cabeza de la expedición del Regimiento N° 1 de Patricios, que partió el 24 de enero de 1812 desde Buenos Aires hacia la Villa del Rosario. El objetivo de la delegación, formada por unas 350 personas, era custodiar las poblaciones que se hallaban a la orilla del río Paraná contra los avances de los realistas de Montevideo", explican desde el museo.

El viaje de quince días a pie, con una sola carreta, refugiados del calor del verano en la pampa, fue registrado en un cuaderno. El Diario de Marcha, escrito de puño y letra por Belgrano, integra la colección permanente del museo. "Rescatamos este documento histórico que relata toda la travesía del prócer", explican desde el espacio, y agregan que "el manuscrito cuenta en forma detallada dónde se detiene, cómo es el clima, cuáles fueron las dificultades, cómo se levantan sus tropas porque no llevaban suministros, es decir, es un documento extremadamente rico que estuvo durante muchísimos años en la oscuridad".

Los impresos del Marc
En el archivo destinado a Manuel Belgrano existen pocos impresos, a diferencia de sus notas manuscritas, sin embargo el material puede encontrarse en el Museo Histórico Julio Marc.

"Este impreso fue una de las últimas proclamas de Belgrano como General del Ejército Auxiliador del Perú, en la que exhortaba a sus soldados a mantenerse firmes y constantes para el bien de la Independencia y la defensa de la Constitución de 1819", explican desde el espacio. Belgrano fue el primero en jurar lo que consideraba la "gran carta de nuestras obligaciones y derechos", pidiéndoles a sus compañeros de armas que continuaran constantes para que el mundo entero comprendiera que "los americanos del Sud no tomaron las armas para las venganzas, para la opresión, para destruir, sino para llenar el destino a la que la divina providencia les llamó el 25 de Mayo de 1810, restableciendo la gran nación, señora de este continente".

"Aunque la Constitución de 1819 fue aprobada por el Congreso de Tucumán, era una constitución unitaria que despertó el rechazo de las provincias del Litoral. Tal como lo relató Bartolomé Mitre, Belgrano, hablando con uno de sus jefes luego de la jura, le expresó: 'Esta Constitución y la forma de gobierno adoptada por ella no es en mi opinión la que conviene al país; pero habiéndola sancionado el Soberano Congreso Constituyente, seré el primero en obedecerla y hacerla obedecer'. Lamentablemente, su enfermedad avanzaba y los enfrentamientos provocados por esta Constitución entre Buenos Aires y las provincias crecieron hasta estallar en 1820. A este proceso histórico se lo conoce como la anarquía del año XX, cuando desaparece el gobierno central", cuentan desde el museo. El día que murió Belgrano, el 20 de junio de 1820, Buenos Aires -ya caracterizada por la inestabilidad política y el caos- era invadida por el Brigadier Estanislao López y tuvo ese día tres gobernadores. Nadie podía acordarse ese día de Belgrano; las conmemoraciones llegaron recién al año de su defunción.