Desde Eslovenia a Rosario

Aleš Šteger: el poeta del océano infinito de las palabras

La literatura, la poesía, nos interpela en momentos de crisis, nos enamora, nos hace ver que existe una vida llena de palabras, de historias, de testimonios. El poeta, escritor y editor Aleš Šteger, se anima a desandar sobre su vida íntima entre palabras llenas de devoción y de gran actitud.
27-07-2021 | 9:38 |

"Estoy convencido de que muchos no queremos ni podemos vivir sin la poesía, pero a la vez, a los ojos del sistema social, la poesía vale menos que el papel sobre el que está impresa", expresa Aleš Šteger.
Foto:Gentileza.
Gisela Mesa [email protected]


Poeta, escritor, traductor y editor, un todoterreno al que la editorial Ciudad Gótica le ha publicado "Testimonios", un libro de poemas que dan testimonio de las historias más íntimas y cotidianas de la vida. El editor y escritor Sergio Gioacchini otra vez nos deslumbra con este talentoso escritor esloveno, Aleš Šteger. Mirador Provincial dialogó con el poeta europeo sobre sus comienzos en la escritura y lo que se viene a futuro.

Agradezco doble y especialmente a la traductora Florencia Ferre por su trabajo permitiendo que esta entrevista pueda estar en idioma castellano, a la editorial y a su director Sergio Gioacchini, por el permiso de darme a conocer al poeta y la confianza que ello supone.

Primeros recuerdos literarios
-¿Cuándo comenzaste a escribir?

-La escritura está indisolublemente unida a la lectura. En el mundo que me rodea hay signos que no comprendo, pero que me interpelan. Quiero comprender, tanto si los signos son el rumor del viento en las copas de castaños centenarios como si se trata de la estrella roja de cinco puntas en las gorras que usábamos en Yugoslavia como pioneros de Tito, o de las viejas fotografías familiares o de la imagen de la Piedad en la iglesia del pueblo a la que íbamos a misa. Después hay otros signos, escritos sobre papel. En mi caso fueron los poemas y la literatura, muy a menudo en traducción. A los 15 años conocí a Octavio Paz, a César Vallejo, a Lorca y a otros grandes de la literatura latinoamericana y española y quedé maravillado.

-¿Se puede vivir de la literatura?
-Si escribís literatura con ambiciones artísticas, con la ambición de que los textos queden, y no solo de acuerdo con los patrones preestablecidos de los best-sellers, entonces prácticamente en ningún lugar del mundo se gana lo suficiente como para que una familia viva dignamente de ese tipo de escritura. Los autores que escriben literatura artística viven de cátedras, de becas, de apoyos estatales y privados, de lecturas y trabajos ocasionales, de rentas o del aire y el amor, pero no de los honorarios por sus textos, por muy excepcionales que estos sean. Esto nos dice mucho sobre la realidad del orden capitalista y el sistema de valores en los que vivimos. Estoy convencido de que muchos no queremos ni podemos vivir sin la poesía, pero a la vez, a los ojos del sistema social, la poesía vale menos que el papel sobre el que está impresa.

Comprometida calidad poética
-¿Cómo se relaciona tu trabajo de escritor con tu labor como editor?

-Hace 25 años fundé junto a otros autores la editorial Beletrina. Es una suerte de editorial universitaria de Ljubljana; se trata de una editorial sin fines de lucro, nuestro objetivo no es obtener ganancias sino editar libros sin los cuales nuestra vida sería más pobre. La editorial creció; ahora además de los libros organizamos festivales y lanzamos la plataforma europea de poesía Versopolis. Amo este trabajo, porque siempre hay que estar abierto, hay que ser innovador, no solo en cuanto al contenido sino también en el sentido tecnológico. La digitalización acompaña a la edición, esto es inevitable.

-¿Crees que la poesía debería propagarse como un virus por las calles?
-Muchas veces hablé de la poesía como un virus antes del estallido de la pandemia. Pero a la luz de la gravedad de lo que nos ha ocurrido con el Covid 19 sin duda hoy esa comparación es cuestionable y puede llegar a molestar a muchos. La poesía sin duda no trae la muerte sino al contrario, la vida. Si nos contagiamos de poesía estamos más vivos que antes. Estoy convencido de que en cada ser humano hay una grieta de su ser, por la cual en una constelación determinada pasa la palabra y activa su percepción, su entendimiento y su vivencia del mundo. Se trata del poder transformador total de la palabra, ante el cual habitualmente estamos cerrados y somos inaccesibles. Y luego nos toma por asalto. El entorno ayuda mucho. Si, digamos, usted vive rodeado de gente que valora la poesía o el arte, que lee poesía y habla de poesía, entonces hay más posibilidades de que usted mismo también entienda la poesía como una parte de su vida cotidiana. No se trata de nivel de estudios, se trata de apertura, de lo que cada uno piensa que lo enriquece.

Infancia europea
-Hablanos de tu infancia en Eslovenia.

-Crecí en los tiempos en que Eslovenia todavía era la parte norte de Yugoslavia, en un sistema social diferente, en el socialismo. Estoy muy agradecido por esta experiencia, porque experimenté en carne propia que son posibles sistemas sociales alternativos al capitalismo neoliberal. Al mismo tiempo, sé que cada sistema tiene sus pros y sus contras y para mí como autor la libertad de palabra y la justicia social son valores fundantes.

El lugar en que crecí era un pequeño pueblo cercano a las fronteras con Austria, Hungría y a la entonces frontera interna con Croacia. En media hora nadie más hablaba tu lengua. Esto también me marcó profundamente: reconocer que tan cerca nadie hablaba mi lengua, que la lengua no es algo que se da por sentado.

-¿Cuándo comenzaste a interesarte por la escritura y, especialmente la poesía? ¿Qué personas te influyeron en ello?
-Cuando estaba en el colegio secundario era miembro de un grupo de teatro amateur, Teater 3. Pusimos una obra de Lorca, El público. El teatro es palabras en el espacio. El hecho de que las palabras -por muy surrealistas y en apariencia ilógicas que sean-, sean fuerzas que cambian el mundo me marcó. Comenzó una época de lecturas y búsqueda en especial de autores para los cuales fueran próximos el humor negro y las condiciones de creación que trataran expresamente los traumas más extremos y los pogromos de la historia. Samuel Beckett y Paul Celan, René Char y Bohumil Hrabal, Mijaíl Bulgákov e Inger Christensen. Entre los autores eslovenos mencionaría a Tomaž Šalamun, a Dane Zajc, a Lojze Kovačič, a Srečko Kosovel y a Edvard Kocbek.

-¿Cuánto tiempo te lleva concluir una de tus obras? ¿Sos un escritor al que le gusta aprovechar el momento de inspiración y seguir de continuo o por el contrario sos más metódico en tu elaboración?
-¿Qué es una obra literaria? Cada una es un universo cerrado en sí mismo y cada una, si es verdaderamente original, expone su horizonte de comprensión del mundo y su método de composición. Cuando un escritor se encuentra ante el desafío de un nuevo libro, el qué y el cómo están indisolublemente ligados. Muchas veces escribo más de un libro en paralelo. Mientras escribo uno, ocurre algún encuentro, algún descubrimiento que me hace dejar la escritura del primero y seguir con el segundo, como si estuviera en una mina, donde de pronto se derrumba una pared y detrás brilla un territorio subterráneo no descubierto aún. Y puede llevar años que vuelva al proyecto original, o puede no completarse nunca. Todo esto es parte de la gran aventura que es escribir. A la vez me interesan muy distintos géneros; además de poesía escribo novela, ensayos de viaje y textos experimentales. En el año 2012 empecé un proyecto que durará doce años, Escrito en el lugar. Una vez por año elijo un lugar y un momento para escribir en algún lugar público durante doce horas continuas, también tomo fotografías y después de las doce horas mando todo junto al editor. El punto es que no tenga ninguna posibilidad de corregir nada de lo que acabo de escribir. Como poeta y novelista corrijo obsesivamente y pulo mis textos. Al hacerlo, se pierde la espontaneidad y el pulso del momento de la escritura. En este proyecto se trata justamente de exponerme al instante, a la pulsación viva de la lengua, al estado de vigilia de la lengua.

Influencias literarias
-¿Qué poeta o escritor considera que ha influenciado en tu literatura?

-En verdad no podemos eludir prácticamente a nadie. Todo aquello con lo que nos confrontamos influye en nosotros y nos da forma. Desde las mayores creaciones, el busto de Nefertiti y la fotografía de las huellas de los zapatos de Armstrong en la superficie de la Luna, hasta la frecuencia con que hoy intercambiamos información, las riñas de gallos en Bali y la experiencia de hace años, de encontrarme con las Madres de Plaza de Mayo en Buenos Aires. Hace años conocí a Juan Gelman en Costa Rica. Fue uno de esos encuentros que marcan la vida de una persona y a través de los cuales escribimos. He tenido más de una vez la suerte de compartir momentos excepcionales con Raúl Zurita, que en mi opinión debería recibir el premio Nobel. Aún recuerdo al gran Czeslaw Milosz en su última lectura en Berlín, las charlas magníficas con Claribel Alegría y con Coral Bracho. La lista es larga y cada nuevo nombre que menciono excluye muchos otros, de los cuales he recibido muchísimo.

-Se piensa que los escritores, poetas son personas enamoradas de la vida o de muchos fracasos amorosos (broma) ¿Qué piensas de ese mito que algunos consideran de esta profesión?
-Existen distintas formas de inteligencia. La inteligencia emocional es clave para nuestra formación como personas éticas, para nosotros como comunidad. Pienso que a fin de cuentas el poeta además de todo cuida la inteligencia emocional de una comunidad, intenta articular lo que en algún momento es lo más difícil, porque es lo que más duele a la comunidad y a los individuos de la comunidad.

El poeta aconseja
-¿Qué consejo le darías a la gente joven que empieza a escribir poesía?

-Persistir en la investigación radical y perder la menor cantidad de tiempo posible en la soberbia y en hacer carrera.

-Pessoa decía que "la vida no basta, por eso existe la literatura". ¿Compartís esa idea?
-El tiempo de Pessoa y nuestro tiempo tienen diferencias fundamentales por causa de la tecnología, que se ha vuelto una parte ineludible de nuestras vidas. Hoy encendemos el teléfono y nos parece que estamos todo el tiempo y sin mediaciones en el centro mismo de los acontecimientos; cada vez más parece que el mundo y sus problemas nos interpelan cada vez más directamente: las hambrunas en África, los golpes de estado en Latinoamérica, las revoluciones en el mundo árabe, la producción de armamento y las inundaciones en Europa, la radicalización de las políticas identitarias en Estados Unidos, el control de las multitudes a través de la tecnología en China. Con este espejismo falaz de que estamos informados y somos partícipes aumenta la brecha entre nosotros y la realidad sobre la que tenemos cada vez menos influencia. La vida es cada vez más virtual, demasiado como para que podamos hacer con ella algo con sentido para nosotros y nuestra comunidad. De nuevo, la literatura nos saca de esta falacia de que estamos involucrados en todo y presentes en todo el mundo en lo que es clave y urgente, y nos centra en nosotros mismos y nos fuerza a buscar la medida humana. ¿Por qué en tiempos de pandemia la gente ha leído lo que no había leído en décadas antes, por qué buscó amparo y apoyo en la literatura y la poesía? Porque en tiempos extremos buscamos respuestas para las cuestiones claves, y la poesía surge a partir de esas preguntas.

Testimonio
-Hablanos de Testimonio, tu libro que de la mano de Editorial Ciudad Gótica lanzaron al público. ¿Cómo fue su pre-producción? ¿Cómo conociste al destacado Sergio Gioacchini?

-Testimonio es el tipo de libro que nos ocurre, es un gran don. No se trata estrictamente de un libro de poemas, sino de un lugar intermedio entre la poesía y el conocimiento vital. Estos textos llegaron como un tsunami, fueron escritos en tres días con sus noches en estados alterados de conciencia, en las pausas entre sesiones muy intensivas de meditación y la ingesta de brebajes de plantas del Amazonas. Se formaron en total presencia espiritual; yo sólo tomaba notas, pero después de tres días vi que la historia y la estructura se redondeaban. Veo que el libro resulta muy fuerte para los lectores, que responden en forma muy abierta y emocional. Esto significa mucho para mí. Y pienso que es un libro poco mío, es más bien un mensaje que recibí y que solo estoy transmitiendo a otros. Estoy muy agradecido a Sergio Gioacchini, que acogió la maravillosa traducción de Florencia Ferre en su catálogo. Con Sergio, que también es poeta, nos conocemos hace muchos años; nos conocimos cuando con un grupo de escritores eslovenos estuvimos en Rosario, y aún antes, cuando participé varias veces como invitado del Festival de Poesía de Rosario. Son magníficos tanto los recuerdos como el vínculo entre Europa Central y Argentina.

"Mientras escribo uno, ocurre algún encuentro, algún descubrimiento que me hace dejar la escritura del primero y seguir con el segundo, como si estuviera en una mina, donde de pronto se derrumba una pared y detrás brilla un territorio subterráneo no descubierto aún".

Lo que se viene

-¿Algún proyecto que nos puedas adelantar?

-En este momento estoy traduciendo a Borges. Cuando era chico, Borges estaba por todas partes, sobre todo su prosa. El posmodernismo literario que no me resultaba afín estaba por todas partes. Ahora todo ha cambiado y vuelvo a descubrir a Borges como poeta. Ya he traducido al esloveno a Olga Orozco y a otros poetas latinoamericanos, pero con Borges incluso la traducción de poemas formalmente complejos es un verdadero placer. Por lo demás en el último tiempo he colaborado mucho con compositores y músicos, escribí libretos. Con el acordeonista Jure Tori tenemos presentaciones por todo el mundo con mi poesía y sus temas. Me gustaría que alguna vez fuéramos también a la Argentina.



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