Dibujos animados entrerrianos

La creación como motor

Ezequiel Arlotti es un joven artista paceño, dedicado de lleno al dibujo, con creaciones que van desde la animación al arte en portada de discos musicales. MIRADOR ENTRE RÍOS dialogó con él para conocer su trayectoria, su arte y sus proyectos.
18-08-2022 | 21:54 |

“Lesse” Arlotti, como le dicen sus amigos, trabajando en el tablero, siempre rodeado por su familia.
Foto:Melisa Curá
Conrado Berón
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Sus padres tienen una fábrica de juguetes de madera en La Paz, a pocos metros del arco de ingreso a la ciudad, lugar donde hoy volvió, después de residir varios años en Buenos aires, donde se codeó con los grandes de la animación.

Ezequiel Arlotti tiene en su haber cientos de obras conocidas y no tanto, trabajó con los niños internados en el hospital Garrahan, vivió en una incubadora de artistas en Buenos Aires, pero siempre tenía la idea volver a su ciudad natal.
Es amante de la música, del río y de su familia, quienes le dan la paciencia necesaria para realizar 25 dibujos que luego se transformarán en tan solo un segundo de un dibujo animado.

Entre otras experiencias, trabajó en el estudio de la familia Fort, dueños de los chocolates Fel-Fort, donde el mítico García Ferré tiene su legado. El artista dejó el tablero un rato para hablar con MIRADOR ENTRE RÍOS y contarnos parte de su historia.

–¿Cómo te definís en lo profesional?

–Soy autodidacta en mayor parte y muy crítico conmigo mismo; de esta forma nunca me detengo a creer que ya me las sé todas, quizás es por eso que no me agrada demasiado la idea de exponer mis trabajos, ya que siempre los veo con ese ojo crítico y me digo: esto no está del todo bien, podría mejorarlo. Entonces dejo en pausa lo que esté haciendo y hago otra cosa, para luego retomarlo con otra mirada, ideas nuevas, técnicas diferentes; cuando esto sucede es probable que lo que ya tenía hecho se transforme en otra cosa, pero más cercano a lo que tenía en mente.

–¿Desde cuándo tenés esta pasión por lo animado?

–De muy chico, me encantaba dibujar, desde que aprendí a hacerlo nunca más lo dejé, recuerdo que en la escuela primaria dibujaba en las esquinas de las hojas de mi cuaderno, hoja a hoja alternaba los dibujos con leves cambios entre sí, para luego dar vuelta rápido las hojas y dar esa sensación de movimiento, mis amigos se divertían viéndolo y a mí me encantaba, les creaba historias a esos personajes.

Ahí empecé a buscar dónde profesionalizar lo que me gustaba y di con una escuela que se encontraba en Barcelona. La crisis de 2001 demoró la cosa y luego me llegó un mail con una propuesta de una escuela que iba a abrir en Buenos Aires.

Los comienzos


–¿Cómo fue tu vida personal y laboral en Buenos Aires?

–Al principio viajaba dos veces por semana a la escuela de animación, volvía a La Paz y en la carpintería de mi papá fabricaba muebles, los vendía y con eso pagaba estudios y viajes. Buenos Aires me atrapó y me fui por dos años, pero me terminé quedando diez. Conseguí trabajo en el hospital Garrahan y con eso me bancaba alquiler y estudios.

–¿Qué trabajos te dieron mayor satisfacción?

–Hice un corto con guion propio dibujado a mano y lo subí a una plataforma conocida de videos de internet, en dicho corto usé como soundtrack música de la banda que a mí me gustaba muchísimo del under porteño, yo los seguía donde sea que tocaran; tiempo después, en los comentarios del corto alguien pedía contactarse conmigo a la cual accedí, ese “alguien” era Manu Sánchez Viamonte, guitarrista de la banda; él había escrito un guion para un comic y quería que se lo dibuje. De ahí en más era satisfactorio para mí entrar sin hacer fila a todos los recitales de la banda “El Mató un Policía Motorizado”; yo dibujaba
y Manu leía y corregía las viñetas en los camarines antes de los recitales, eso no me lo olvido más.

–¿Por qué decidiste volver a tus pagos?

–La realidad es que nunca tuve intenciones de quedarme allá, siempre amé la tranquilidad del pueblo, el río y andar “en patas”; siempre que vine a La Paz por vacaciones sentía que el tiempo era muy corto y para mí los momentos de inspiración me surgen en el silencio de la noche. Por otro lado, vivimos un tiempo incierto por la pandemia y me tocó afrontarlo aislado dentro de un nosocomio, mientras todos se quedaban en casa, yo tenía que presentarme a trabajar día a día con el pánico de no saber si iba a regresar. Así que pasada la pandemia ya no me fue difícil tomar la decisión. De ahora en adelante pretendo seguir trabajando para los niños, pero desde el lado que más me gusta y es detrás de un lápiz.

–¿Cómo llevás la adaptación al medio paceño?

–Se dio de forma natural, siento que nunca me fui, de hecho en mi mente nunca me fui, y acá ando, en patas y dibujando.

Con paciencia


–¿Qué proyectos tenés en la ciudad?

–Estoy investigando mucho para el desarrollo de juguetes nuevos con materiales preferentemente biodegradables, guiado siempre por los consejos de mi padre que tiene amplia experiencia en los juguetes artesanales con madera. Mientras tanto sigo trabajando como ilustrador independiente para portadas de libros y arte de proyectos musicales, entre otras cosas.

–¿Qué rol jugó tu familia en toda tu carrera?

–Mi familia siempre fue y es el apoyo emocional y en ciertas circunstancias también monetario, porque ser artista implica que difícilmente te sobre el dinero, a ellos siempre les demuestro mi agradecimiento ya que nunca dejaron de alentarme, siempre creyeron en mí y cuando se habla de familia también en este grupo de hermosos seres incluyo a mis amigos, los consejeros del alma.

–¿Cuáles son los secretos de un creador de animaciones?

–Seguramente sean muchos, pero el más importante para mí es la paciencia, un árbol no da frutos de inmediato, una animación requiere de al menos 25 dibujos por cada segundo de pantalla así que para ver con vida a un personaje se requiere de muchísimas horas tras el tablero, es prueba y error.

–¿Cómo te las arreglás para estar actualizado a nivel equipamientos y conocimientos?

–El tipo de trabajo que hago es el tradicional, trato de hacer todo como en la vieja escuela, dibujar a lápiz y pintar a pincel y luego escaneo y para dar animación utilizo programas gratuitos, hay muchos y son muy buenos; de esta manera los materiales no me resultan tan caros y si se me complica en algo doy rienda suelta al ingenio y trato de resolverlo.
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