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04-06-2018
Iniciativa saludable en Santa Fe

Promueven el derecho de jarras en bares y restaurantes de la capital

Promueven el derecho de jarras en bares y restaurantes de la capital
Es un proyecto de la concejal Marcela Aeberhard. Aníbal Faccendini, director de la cátedra del Agua de la Universidad Nacional de Rosario -ciudad donde ya existe esta norma- brindó una charla a ediles, funcionarios municipales y gastronómicos. Desde el sector privado, pidieron flexibilizar el proyecto y recuperar los bebederos en espacios públicos. La ley provincial tiene media sanción de Diputados.

Rut Marega
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El tema del derecho de jarras no es nuevo en el Concejo santafesino. En 2015, el cuerpo deliberativo aprobó la resolución nº 15.645, mediante la cual se encomendaba al Ejecutivo a iniciar gestiones para garantizar la provisión de agua segura y gratuita en los locales bailables.

En la sesión del 17 de mayo, el organismo legislativo municipal sancionó una nueva resolución por la cual se le pidió al Ejecutivo que realice los estudios de factibilidad técnica y económica a fin de implementar el derecho de jarras, para que los ciudadanos “puedan acceder a agua potable, libre y gratuita en bares, restaurantes y servicios gastronómicos, como así también en recitales, eventos deportivos y lugares públicos y privados que impliquen reuniones de ciudadanos de intensidad y permanencia”, dice el texto sancionado.

Según el proyecto, el derecho de jarras “se extiende a los ámbitos laborales públicos y privados, para que los trabajadores puedan acceder como mínimo a dos litros de agua potable, libre y gratuita por persona”. Además, la iniciativa determina que el Ejecutivo, a través del área competente desarrolle una campaña con actividades concretas y difusión de información, con la finalidad “de contribuir a mejorar la salud de la población respecto al consumo de agua”.

“No es algo simple acordar con quienes son propietarios de bares y restaurantes en la ciudad. Pero entendemos que el acceso al agua potable es un derecho humano. Lo que la normativa prevé es justamente el acceso gratuito a una jarra con agua, por todos los beneficios que conlleva”, afirmó Marcela Aeberhard, impulsora de esta iniciativa, a este diario.

En el mismo sentido, explicó que el término derecho de jarras no condiciona a los locales a servir agua potable de esa manera, sino que se adaptará a la forma más conveniente para los propietarios. “Puede ser un dispenser, vasos, canillas o jarras. Eso quedará a voluntad de cada bar o restaurante”, aclaró la concejala.

“Experiencias en otras ciudades (donde rige el derecho de jarras) son favorables”, aseguró Aeberhard, y agregó que “queremos que el Ejecutivo estudie y evalúe (la resolución sancionada). Este texto da herramientas precisas sobre la temática, y esperamos que pueda ser un hecho en función de la evaluación de factibilidad que haga el Ejecutivo municipal”, declaró.

En los argumentos de la resolución se da definición clara del derecho de jarras: “Es un concepto jurídico y sociológico que amplia el derecho humano al agua y significa que se pueda garantizar el acceso al agua potable, de canilla, en bares, restaurantes, hoteles, salones de fiestas y en todos los lugares privados que tienen una función pública”.

El texto de la normativa fundamenta que el derecho de jarras “resulta ser la concreción de los derechos ambientales, económicos y sociales establecidos en los artículos 41, 42 y 75 (inciso 22) de la Constitución nacional, como así también del artículo 8 de los derechos económicos sociales de la Constitución provincial. Viene también en auxilio a dicha concreción los derechos del consumidor ley 24.240 (de defensa del consumidor) y sus modificatorias”, dice el texto.

Finalmente, Aeberhard destacó que hay ciudades como Capital Federal que aplican esta iniciativa de manera exitosa. En el mismo sentido, aclaró que se trabajará con el sector privado ya que la normativa establecerá que los locales gastronómicos pueden adherir de manera voluntaria.

Apoyo del oficialismo
Desde la bancada de Cambiemos, acompañarán la iniciativa del derecho de jarras. “Comparto el espíritu de que bares y restaurantes ofrezcan agua gratis ya que sucede en varias localidades de la Argentina y en otras partes del mundo”, explicó el concejal, Carlos Pereira a este diario. “Hay que destacar la calidad del agua que existe en esta ciudad. Es una muy buena idea garantizar agua potable en los locales gastronómicos. Estamos tratando de que esto salga adelante”, destacó el edil del oficialismo.

En el mismo sentido, detalló que “probablemente, en las próximas semanas, se tratará el tema en el concejo con el objetivo de aprobarlo. Es un proyecto de una concejal de la oposición que vamos a acompañar desde el oficialismo”, afirmó Pereira.

Los espacios públicos
Ante los cuestionamientos del sector privado, Carlos Pereira explicó que se analiza desde el Ejecutivo municipal la incorporación de bebederos en espacios públicos. “Los que estaban en la ciudad fueron todos vandalizados, inclusive algunos quedaban rodeados de un charco de agua y la gente no se podía acercar a ellos, por eso de a poco se fueron retirando”, manifestó el concejal de Cambiemos.

“En ese sentido, el intendente José Corral, solicitó al área de Ambiente que encuentre un modelo anti-vandálico. Hay un modelo y vamos a ver cómo funciona una primera tanda que vamos a colocar”, dijo Pereira. “En todas las intervenciones que estamos haciendo está contemplado incorporarlos, como avenida Freyre, Costanera y Parque del Sur. Si funcionan habrá un plan más activo de colocación”, adelantó el edil.

Certificación
También, desde el ente de turismo local manifestaron el apoyo al proyecto de derecho de jarras. “Es un plus que le genera diferenciación a la ciudad de Santa Fe, nos parece una buena idea”, afirmó Claudia Neil, titular del organismo. No obstante, aclaró que la idea es trabajar junto con la Universidad Nacional del Litoral y su Facultad de Ciencias Hídricas para llevar adelante estas acciones. La subsecretaria de Turismo de la Municipalidad explicó que hay que darle prioridad a las instituciones educativas locales y recordó que ya hay convenios entre el Municipio y la UNL.

“Sería muy positivo que se diferencien los locales que ofrezcan a sus clientes agua de red de manera gratuita y promoverlo como un plus”, destacó la funcionaria. En el mismo sentido, Carlos Pereira aseguró que la iniciativa “va a captar nuevos clientes y sabemos que hay lugares que ya lo hacen”.

Por su parte, los propietarios de bares y restaurantes pidieron que la normativa no sea obligatoria sino voluntaria y solicitaron, también, la concreción de tareas en los espacios públicos para impulsar el consumo de agua potable.


Aníbal Faccendini, de la Universidad Nacional de Rosario
Agua segura como derecho humano


Nancy Balza
[email protected]

“Estamos en presencia de una gran oportunidad para que las dos ciudades más importantes de la provincia, Santa Fe y Rosario, puedan contar con el derecho de jarras. La jarra es, en realidad, un emblema, pero el objetivo es que la gente acceda al agua potable, libre y gratuita, en el marco del concepto de ecourbanismo, ambientalismo y en lo que llamamos el derecho a la ciudad amable”. De esta manera resumía Aníbal Faccendini, director de la Cátedra del Agua de la Universidad Nacional de Rosario, el resultado de la reunión con integrantes del Concejo municipal, funcionarios y representantes del sector gastronómico de esta capital.

Faccendini trajo de Rosario la experiencia surgida de la ordenanza 9.465 que rige desde 2015 con carácter obligatorio para establecimientos gastronómicos, bares y restaurantes. Y también la media sanción obtenida el último 23 de noviembre en la Cámara de Diputados para el proyecto de ley que establece la provincialización del derecho de jarras, y que espera sanción definitiva en el Senado. De aprobarse, se llegaría a las 362 localidades de la provincia y a los más de 20.000 locales gastronómicos que, se estima, están diseminados en territorio santafesino. Además, “sería un ejemplo para toda la región de América Latina, y la provincia sería pionera del derecho de jarras, como producto del trabajo conjunto entre distintos actores”.

Para el catedrático está claro que esta disposición -en caso de aprobarse- se va a traducir en un profundo impacto turístico, “por el hecho de que Santa Fe y Rosario serían las primeras ciudades donde el derecho de jarras estaría garantizado”.

En la ciudad
“Con ediles y el sector gastronómico se consensuó implementar en la ciudad de Santa Fe el derecho de jarras con un carácter obligatorio para los espacios públicos o entidades privadas con funciones públicas. Es decir, aquellos que pertenecen al Estado nacional, provincial o municipal donde la gente pueda acceder al agua potable, libre y gratuita. Y que sea optativo para bares y restaurantes. Pero para quienes se sumen, la cátedra, en conjunto con el Ejecutivo municipal y el Concejo, entregarán certificados. También se propone la figura de madrinazgo en aquellos locales de la ciudad capital que adhieran en forma voluntaria a la norma”.

“Creemos que la cuestión ambiental también tiene que dar cuenta del feminismo, de los derechos de las mujeres, de una cuestión reparatoria que la sociedad tiene que mejorar y superar. Y qué bueno que sea un madrinazgo porque el ambientalismo y el feminismo son los dos nortes que la agenda no solo ambiental, sino también cultural y social, que nos van a marcar en el futuro y nos marca el presente”, consideró Faccendini.

En Rosario
“Como Cátedra del Agua tenemos un criterio de flexibilidad en cada lugar de manera que la ordenanza se aplique en forma gradual, flexible y consensuada”, aseguró. En Rosario, la ordenanza 9.465 establece el derecho de jarras como obligatorio. En efecto, indica que “los establecimientos gastronómicos, bares y restaurantes habilitados en los cuales se sirven o expenden comidas, deberán poner a disposición de los clientes un mínimo de 250 centímetros cúbicos de agua potable del servicio de red apta para el consumo, por persona”. Luego establece sanciones por incumplimiento.

“Durante un año hicimos un trabajo cultural y lo seguimos haciendo porque creemos que ayuda mucho más que lo meramente jurídico. En esa ciudad se estableció un sistema de padrinazgo”. “Hemos logrado que la gente, cuando pide el derecho de jarras, entienda que lo hace con un criterio de ambientalismo inclusivo que es lo que trabajamos en la cátedra. Es decir, que no abarca solamente flora y fauna, sino también la cuestión cultural. En ese contexto -aportó- es que se está naturalizando plantear en los bares de Rosario que además de ingerir un alimento se pueda acceder a un vaso de agua”.

En la práctica, se establece que en universidades públicas se permita que la gente que está de paseo acceda a un vaso de agua segura y gratuita; lo mismo para quienes transitan por una oficina de la EPE y reparticiones donde se atiendan servicios públicos, aunque sean de naturaleza privada.

También puede ser una oficina municipal que permita que la gente que está en situación de transeúnte pueda ingresar al edificio a tomar agua. Lo mismo para la gobernación y las universidades públicas y privadas. “El agua es un derecho humano y es un bien común. Tenemos que tener una actitud positiva de solidaridad y compromiso con la ciudad amable”, sostuvo el experto en relación con la necesidad de contar y mantener en buen estado bebederos públicos. “Necesitamos que las ciudades se amabilicen y para que eso ocurra necesitamos que todos nos comprometamos y eso significa derechos, pero también obligaciones”, concluyó.

Lo importante
Universal


El 28 de julio de 2010, a través de la resolución 64/292, la Asamblea General de las Naciones Unidas reconoció explícitamente el derecho humano al agua y al saneamiento, reafirmando que un agua potable limpia y el saneamiento son esenciales para la realización de todos los derechos humanos.

Perfil

Aníbal Faccendini es magíster en ambiente y desarrollo sustentable, doctor en ciencias jurídicas y sociales, licenciado en ciencias sociales y abogado. Es autor de varios libros; el último está en imprenta y se llama “La nueva humanización del ambiente, del agua y del espacio en nuestra Tierra común”, donde retoma el concepto de un ambientalismo inclusivo que abarque no solamente la flora y la fauna, sino también los fenómenos culturales, sociales y económicos de las especies y del ser humano.




 



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