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30-08-2018
Una historia de amor y entrega

La equinoterapia, una forma de mejorar la calidad de vida

La equinoterapia, una forma de mejorar la calidad de vida
 Matías Schmipf y Fernanda Weigandt crearon en General Ramírez la asociación civil “Pequeños gigantes” con el objetivo de atender a personas con problemas físicos, sociales y psicológicos, a través de la implementación de la terapia con caballos. La institución inauguró su propio predio hace tres meses.


José Prinsinch - Mirador Entre Ríos

 

Cada vez que el sol se fagocita con el horizonte ramirense, una fructífera jornada llega a su final en el nuevo predio de Pequeños Gigantes. Así ocurre todos los fines de semana y pese al cansancio, producto de una intensa tarde de trabajo con pacientes, y las bajas temperaturas de la época invernal, la satisfacción del deber cumplido es plena. Los rostros de las personas se transforman completamente cada vez que suben a los caballos para empezar la rehabilitación. Muchos llegan con cierta timidez pero que, con el paso de los minutos, se va diluyendo. Sonrisas de oreja a oreja, charlas que se vuelven interminables y muestras de afecto son algunos de los resultados inmediatos de este tratamiento.

 

La equinoterapia es una terapia que emplea caballos para tratar diversos padecimientos ya sean físicos, cognitivos, mentales, sociales o psicológicos. La actividad se fundamenta en tres principios básicos: la transmisión del calor corporal; los impulsos rítmicos, que provoca la sinapsis de las neuronas; y un patrón de locomoción equivalente al de la marcha humana.

 

Entre los beneficios se destacan la rehabilitación de áreas físicas y psicológicas, la relajación de músculos y tendones, el fortalecimiento de pulmones, además de mejorar la circulación sanguínea y evitar el estreñimiento. Asimismo, está indicado para la parálisis cerebral, autismo, déficit de atención, entre otros.

 

El equipo de trabajo de Pequeños Gigantes.Foto: Gentileza

 
 

Pequeños Gigantes

 

 

Es la asociación civil que desde el 2017, creó en Ramírez un Centro de Neurorehabilitación y Equinoterapia. En este se atiende a pacientes llegados desde diversos puntos de la provincia como Concepción del Uruguay, Nogoyá, Basavilbaso, Rosario del Tala, entre otras localidades.    

 

“Es para destacar la gran ayuda que recibimos de abogados, escribanos y contadores públicos, quienes estuvieron desde el primer momento y se brindaron sin pedir nada a cambio. Ellos nos ayudaron a conformar un estatuto que nos resguardara de cualquier cosa que pudiera pasar”, expresó Fernanda Weigandt, promotora de este ambicioso proyecto para la ciudad.

 

La edad no es un impedimento para realizar la actividad. A partir de los ocho meses los pacientes están habilitados para montar, sólo se pide el certificado médico y una derivación indicando la patología del asistente. Las sesiones duran entre una hora y 45 minutos, y lo ideal es que sean semanales.

 

Los ejercicios comienzan con el saludo y acercamiento al animal, para luego centrarse en la parte lúdica y/o recreativa: mirarse al espejo para corregir posturas, caminatas por el predio, juegos con pelotas y otros objetos. Finalmente, se procede a cepillar el animal y darle un abrazo de despedida.

 

Más allá de los logros personales que se puedan obtener con las clases, Matías Schmipf, presidente de Pequeños Gigantes, dejó en claro que “esto no es milagroso. Es paciencia y trabajo constante. Somos uno más de todas las terapias que hay alrededor. No somos una terapia alternativa sino que se complementa con fonoaudiología, kinesiología y terapista ocupacional”.

 

Stefy, la gran motivación

 

Con la tranquilidad y la armonía que implica vivir alejados del casco urbano, Stefy esboza una sonrisa en la cara y levanta las dos manos para lanzar un tacho lleno de tapitas para el hospital Garrahan, que son recolectadas paulatinamente por su papá. Esta pequeña es la hija adoptiva de Matías y Fernanda, y fue el propósito de esta iniciativa.

 

A pocos metros del corralito, y ante la atenta mirada materna, se encuentra Fernanda, quien observa desde el monitor de su computadora algunas fotos familiares de años atrás. Los cambios en la fisonomía de la chiquita se ven reflejados en cada imagen. En ese mismo momento, un aire de nostalgia y profundos recuerdos ingresa al lugar. Junto al joven matrimonio está presente, Elsa Pamberger, amiga de la familia, quien a pesar de su edad no se cansa de jugar con la pequeña.

 

Los tres adultos la rodean, la miman, la llenan de elogios y piensan en el arduo recorrido que tuvieron que atravesar para poder concretar el sueño.
Ninguno de ellos aún puede decir si la adopción de Estefanía fue producto del destino, una mera casualidad o realmente un milagro. Lo que si saben es que su llegada marcó a fuego la familia.

 

“Cuando vimos el historial médico y observamos que tenía la fisura del corazón, el problema pulmonar, encefalopatía crónica no evolutiva, retraso madurativo, hipotonía muscular y desnutrición severa, no sabíamos para donde correr”, continuo.

 

Luego de tantas idas y vueltas, en una oportunidad Gloria, la mamá de Fernanda, les consultó porque no probaban con la equinoterapia. “Nosotros desconocíamos esta actividad. Mi esposa se puso a averiguar y programó una fecha en Córdoba para capacitarnos”, recordó Matías. Una vez concretado el viaje por la provincia de las sierras, retornaron a su localidad natal pero con las ganas de hacer lo mismo solamente para Stefy. En base a las distintas terapistas que la rodeaban, se pensó en hacerlo más abierto al público.

 

Hoy, la pequeña mira televisión, escucha música, juega a la pelota, se da cuenta cuando hablan de ella. Sonríe, llora y come. Convence a sus familiares y conocidos con besos y abrazos, motivo que la llevó a ganar el premio a la ternura en su paso por el Jardín de Infantes de la Escuela 31.

 

Manos a la obra

 

Luego de la conformación de la comisión para el centro de equinoterapia comenzaron los reiterados llamados telefónicos, los golpes de puertas en diversos lugares, las campañas solidarias, en la cual se destacó “la campaña del ladrillo” visitando casa por casa para recolectar materiales para la construcción y todo lo que sume para la institución.

 

Un año y medio más tarde, la asociación se trasladó al nuevo predio, ubicado en calle Ávalos al final. El terreno, lindero al Parque Industrial de la localidad, tiene una extensión de dos hectáreas, una donada por parte de Elsa para Stefy.

 

Para el futuro piensan hacer un picadero para poder trabajar los días de lluvia o frío. “Estamos golpeando puertas para ver si podemos financiar su construcción porque tiene un valor importante y hoy no contamos con el mismo”, remarcó Fernanda.

 

Pequeños Gigantes cuenta actualmente con seis caballos, cuatro de ellos fueron donados (Chilindrina, Rosa, Luna y Juancho, que fue incorporado el mismo día que se hizo la primera convocatoria de equinoterapia) y dos adquiridos (Romeo y Zafiro).

 

“Hay muchos chicos que necesitan hacer esta terapia pero no pueden porque debe salir del bolsillo de los padres. Acá los padres abonan su sesión y ahora estamos implementando el sistema de padrinazgo, que es una persona anónima que quiera pagarle el tratamiento”, sostuvo Weigandt. A falta de una ley que reconozca la equinoterapia como un tratamiento válido y la incorpore en el Programa Médico Obligatorio, las obras sociales no cubren los costos de este tipo de terapia.

 

Contacto

 

—Facebook “Pequeños Gigantes Centro de Neurorehabilitación y Equinoterapia”. Por tunos o entrevistas, comunicarse al (0343) 155 063 605
—Cuenta bancaria para socios o donaciones: 4241169667 Banco Nación
CBU: 0110424440042411696676 (Sucursal cuenta Nº 2860)

 



 



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