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08-01-2019
Insólito anecdotario de los 2 ciclistas que harán 2 mil km. hasta Brasil

Viento, sol "a full" y las bicis guardadas en un calabozo: bitácora de una travesía

Viento, sol "a full" y las bicis guardadas en un calabozo: bitácora de una travesía
Fabio Abbá y Emmanuel Ferretty llevan seis días de recorrido en bicicleta: salieron desde el Túnel Subfluvial, llegaron hasta Montevideo y ahora partían a Piriápolis. El destino de llegada es Camboriú. La travesía marcha según lo previsto, con peripecias buenas, no tan buenas y hasta graciosas. Recibieron el afecto de la gente.

Luciano Andreychuk
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Las bitácoras de viaje —cuadernos donde quien se lanza a una aventura anota todo lo que vive— ya se escribían desde tiempos inmemoriales. De Cristóbal Colón, Magallanes, hasta Marco Polo, había que dejar un registro de cada episodio vivido. Ahora, las nuevas tecnologías facilitan (aunque no reemplazan) las circunstancias de una aventura que antes se documentaban en un soporte físico. A la distancia y con mensajes por celular, Mirador Provincial reconstruyó los primeros días de la “Travesía Atlántica Cicloturística” que realizan dos ciclistas: quieren recorrer 2 mil km. en bicicleta para unir la Argentina, Uruguay y Brasil.

Fabio Abbá y Emmanuel Ferretty salieron en sus bicicletas desde el Túnel Subfluvial el 2 de enero (este medio contó los detalles del insólito viaje). Y desde entonces no pararon de vivir todo tipo de peripecias, algunas buenas, otras no tanto, muchas graciosas. Por ejemplo, en un pequeño pueblito uruguayo llamado Mendoza, les permitieron bañarse en un destacamento policial y dejar “durmiendo” adentro de un calabozo a sus rodados.

Se están enfrentando a lluvias intensas, a calores agobiantes, a pedalear viento en contra en subidas y bajadas. A veces los sorprende la noche y deben parar en cualquier lugar adentro de una carpa tipo iglú. Pero también están recibiendo la ayuda y el afecto de los argentinos y de los uruguayos. En seis días de viaje, ya pasaron por Montevideo (se reunieron con el embajador argentino en Uruguay y ex intendente de Santa Fe, Mario Barletta). Ahora, están yendo a Piriápolis. El destino de llegada es Camboriú, Brasil.

Ravioles con crema chantilly
La primera jornada de travesía empezó bajo una lluvia torrencial. Fue el día que hizo más de 50 °C de térmica en Santa Fe. Otra pálida: una de las bicicletas se pinchó. Antes de llegar a Villaguay (Entre Ríos), otra vez azotaron la tormenta y la lluvia. El primer día pedalearon 165 km. Fueron a la casa de un amigo que los estaba esperando con un asado y una cama para descansar. “Ese asado y ese descanso reparador fue como una bendición divina”, relata Abbá a Mirador Provincial.

Ya durante el segundo día de viaje, desde Villaguay siguieron pedaleando hacia el puente internacional Colón-Paysandú. Cruzaron la frontera a Uruguay y alcanzaron a parar en una estación de servicio, porque los agarró por sorpresa la noche. Durmieron en la carpa iglú. Hicieron 140 km. en bicicleta.

Tercer día: desde Paysandú hasta Trinidad. Bicicletaron 185 km. con viento en contra, con subidas y bajadas constantes y un calor extremo. Fue una jornada extenuante. A la tarde tenían hambre, necesitaban energías y se detuvieron en un parador. Aquí, otra anécdota graciosa: “Pedimos ravioles, pero a las pastas, en lugar de ponerles crema de leche, les pusieron crema chantilly. Estaban medio ‘dulzones’ los ravioles, che”, se ríe Abbá. En Trinidad los esperaba un amigo que les dio alojamiento.

Un páramo y un destacamento
Cuarto día. Desde Trinidad llegaron lo más lejos que podían. Hicieron 160 km. hasta que los sorprendió otra vez la noche. Pararon en un pueblito uruguayo que se llama Mendoza: allí no hay nada, es como un páramo, sólo una estación de servicio y un destacamento policial. “Ese día armamos la carpa en medio de la placita del pueblo, los vecinos pasaban y nos miraban como bichos raros. La gente del destacamento policial del pueblito nos permitió bañarnos en la comisaría y guardar las bicicletas en un calabozo. ¡Las bicis durmieron en un calabozo!”, cuenta con gracia el ciclista.

En el quinto día de travesía Abbá y Ferretty arrancaron temprano. Levantaron la carpa, agradecieron a los policías de esa pequeña localidad y siguieron viaje con destino a Montevideo. Fueron unos 135 km. de pedaleo. “Llegamos y recibimos la gentileza de representantes de Sancor Seguros sucursal en Montevideo”, agradece Abbá. Pudieron cenar, bañarse, lavar sus ropas y a las 16 los recibió el embajador argentino en Uruguay, Mario Barletta. Compartieron una larga charla café mediante.

Fueron a conocer el estadio Centenario, donde se jugó la primera final del Mundial de Fútbol en 1930. Y luego, salieron por la Av. 18 de julio, tradicional arteria montevideana. “Yo quería algún recuerdo del escritor Mario Benedetti. Entonces, nos fuimos al mural que le dedicó el santafesino Andrés Iglesias (‘Niño de Cobre’). Nos sacamos fotos”, relata el ciclista.

El sexto día fue este lunes. La meta era llegar a Piriápolis. Estaban en El Pinar, a 20 km. de Montevideo. No paraba de llover, con mucho viento. Se refugiaron debajo de un techito, comieron algo y tomaron unos mates.

“El clima nos está poniendo a prueba. El calor es muy hostil. Es maravillosa la amabilidad de la gente. Pasamos de dormir en el medio de la nada dentro de la carpa y ducharnos en una comisaría, a cenar en un restaurante y descansar en camas enormes de un hotel, en Montevideo, donde nos atendieron increíblemente bien”, vuelve a agradecer Abbá. Toda travesía tiene eso: lo inesperado de las circunstancias, la gratitud de otros y la experiencia vivida como algo siempre enriquecedor.




 



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