Link completo de la nota: http://www.miradorprovincial.com/?m=interior&id_um=198504

03-06-2019
Observatorio político

El debate electoral, a tono con la apatía generalizada

El debate electoral, a tono con la apatía generalizada
No significa que el próximo domingo los ciudadanos no concurran a votar ni mucho menos, pero está claro que la actividad proselitista no levanta la temperatura de una discusión que en buena medida es superestructural, atravesada fuertemente por la lógica publicitaria.

Mirador Entre Ríos
[email protected]

En un clima general caracterizado por una palpable falta de euforia ciudadana, una serie de factores influye para que el debate electoral entre Creer Ríos y Cambiemos no levante vuelo. Si el nervio de la discusión social se mantiene más o menos activo es por el aporte de colectivos que aspiran a ser terceras fuerzas y romper el escenario de hegemonía binaria en la Cámara de Diputados y en algunos concejos deliberantes, como el de Paraná. Podemos intentar un repaso somero de estas contingencias, con el propósito de configurar un diagnóstico aproximado.
El apotegma según el cual es mejor no plantear ahora los temas que no suman para la campaña, que –con variantes– los consejeros le reiteran al oído a los candidatos que han quedado bien perfilados en las PASO y que, por otra parte, los dirigentes aceptan como una verdad de Perogrullo mientras se prueban el traje que usarán en el acto del 11 de diciembre, luce enfocado y congruente en función de las estrategias de campaña pero no le hace demasiado favor a la construcción de ciudadanía.

Si se hila más fino, se advertirá la vigencia de un concierto general en el cual los candidatos/dirigentes surgen por decantación, por obra y gracia de las contingencias, por imperio del mal menor o su primo hermano el mal necesario, no por brillo propio. Quién no se anima a jugar a hacer política cuando el poder lo ilumina, quién evita la tentación de considerarse protagonista de la historia sólo porque se aguarda su firma al pie del decreto o el contrato o su presencia es considerada clave para operar la simbólica tijera en importantes y modestas ceremonias de inauguración.

El problema es construirse como una influencia social relevante desde la nada. Ahí está el asunto. Ahí se precisa enunciar un programa no de gobierno sino para la sociedad; y, desde esa toma de posición, insistir, convencer, explicar, argumentar y contra-argumentar, consensuar, integrar. Una prueba de que los castillos de naipes tienen fecha de vencimiento es que, más temprano que tarde, la realidad pone en su lugar al más engreído apenas se comprueba que las mediciones de las que ayer se jactaba caen estrepitosamente ni bien termina el período de gobierno y muchas veces bastante antes.

Como mediocres hay en todos los ámbitos, el de la política se adjudica las razones cuando los resultados determinan un triunfo y descarga la responsabilidad en las coyunturas y en los demás cuando la taba los desmiente.

Son dirigencias de corto plazo, tácticas, compuestas por capitanes de equipos que no proponen ni arriesgan sino que administran lo recibido a la espera de un golpe de suerte.

Momentos

Desde alguna visión puede alimentarse la sensación de que el electoral debería ser uno de los momentos en que la sociedad política discute con énfasis hacia dónde ir. Y si bien está claro que al elegir un gobernador o un intendente se está definiendo un perfil político institucional para lo inmediato, no es raro que una campaña pueda desenvolverse e incluso que la elección pueda afrontarse con buenas armas –legales, legítimas– sin que la sociedad saque provecho de la circunstancia.

El complemento de este carácter propio del que cree que está encaminado para ganar el 9 de junio –recién señalado–, es la pobreza diagnóstica y propositiva de los que aspiran a desplazar a gobiernos, tanto en la provincia como en las ciudades.

A propósito, alguna vez habrá que escribir la historia de los fraudes cometidos por equipos de “entendidos” que conducen a estrepitosos fracasos electorales y que arman campañas –por las que cobran jugosos honorarios– como se hacen chorizos o fideos: en serie, de manera irreflexiva, bajo la réplica inconsecuente de vacíos tips. En esa dinámica, la misma receta efectista que hace perder en unos distritos se aplica a los siguientes: surgen así desconcertantes propuestas que tienden a captar el humor social, producidas a partir de sondeos de opinión interpretados superficialmente; visitas de notables ‘piantavotos’ que horadan la figura del anfitrión; descuidos imperdonables hasta en la construcción de la imagen y los spots; materiales de prensa que hacen reír y llorar en partes iguales. Y por todo se factura: por errarle y por medir el error. Es una forma de coloniaje que habla también de lo que el contratante es en realidad.

El caso es que, mientras se desarrolla la partida de truco entre los que se sienten ganadores y, entonces, prefieren mantener la prudente distancia y aquellos que sueñan con achicar la diferencia en la montañita de porotos y revertir los resultados, se teje un tipo de intercambio poco satisfactorio para el resto. Del trípode de acusaciones grandilocuentes, despechadas recriminaciones y desmesuradas adjudicaciones no puede surgir nada provechoso. Y en ese duelo improductivo andamos.

Filtrarse

Ante estructuras publicitarias que demandan inversiones sumamente onerosas de parte de los frentes electorales ya consagrados, hay un nutrido grupo de colectivos cuantitativamente menos significativos que pugna por hacer conocer sus consignas y candidatos, una nueva agenda. Los presupuestos más estrechos los obligan, por un lado, a proveerse de fuentes de financiamiento alternativas, como la organización de los más variados “beneficios” y hasta la toma de créditos personales; pero también los empujan a la búsqueda de maneras directas y a veces creativas de llegar al votante: la recorrida casa por casa, la visita a medios de comunicación (en una agenda que tampoco es muy vasta porque la libertad de expresión es un bien que suele reclamarse para sí pero en general no se está dispuesto a reconocer a los demás, sobre todo si no pautan), la charla con transeúntes en lugares públicos y el recurso del momento: las redes sociales.

Buscan hacerse notar, en una escena donde las fuerzas mayoritarias (que machacan desde una propaganda multimedial y multiplataforma, mientras también aprovechan –a diestra y siniestra– el viento de cola de ser parte de gobiernos) instalan que no hay nada que merezca la pena por fuera de las ofertas tradicionales e inducen a concentrar la atención en una opción fundamental: Creer Entre Ríos o Cambiemos.

Así, lograr visibilidad es un paso trascendental para que se consoliden y crezcan los que aspiran a ser terceras fuerzas.

Para ampliar la cantidad de votos obtenidos en las PASO han apuntado sus cañones a dos objetivos. Por un lado, capitalizar a su favor el apoyo de los que aquellos electores que han rechazado el conjunto de las propuestas a partir del sufragio en blanco; la idea es proponer que se transforme el voto-queja y el desencanto en una apuesta real. Además, procurarán captar el voto-útil, no porque los otros no lo fueran sino que, en este caso, se intenta que en virtud de los resultados del 14 de abril se ayude a romper la hegemonía bipartidaria permitiendo el ingreso de legisladores de otras extracciones a la Cámara de Diputados y a los concejos deliberantes.

A pagar

Mientras tanto, cuentan los billetes para ver quién paga las boletas para las elecciones generales, uno de los aspectos que los sectores que trabaron la discusión por la reforma política no tuvieron en cuenta. La situación generada es una metáfora de lo que ocurre en la política profesional: las miradas sectoriales, tribales, y los intereses coyunturales, comiteriles, suelen hacer fracasar los acuerdos sobre problemáticas de fondo, como por ejemplo asegurar que el ciudadano cuente con la oferta electoral completa en el cuarto oscuro, nada más y nada menos.


 



miradorprovincial.com - Copyright 2024