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07-06-2019
Entrerrianos en la historia

Justo José de Urquiza: un prócer cuestionado

Justo José de Urquiza: un prócer cuestionado
Vida y obra del comerciante, militar, político, estanciero y empresario que fue el primer presidente constitucional y destacado referente de la etapa fundacional de la Nación.

Redacción Mirador Entre Ríos
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Si de personajes trascendentales de la provincia de Entre Ríos se trata, sin dudas, uno de los principales es Justo José de Urquiza. Gobernador durante casi 30 años, vencedor de Rosas, gran impulsor de la organización nacional y primer presidente constitucional de los argentinos.
No obstante, su paso por la historia sigue despertando polémicas entre quienes ven en él a un libertador que puso fin al régimen rosista y al gran impulsor de la Constitución y entre quienes lo consideran un traidor a la causa federal.

Primeros años

Urquiza nació el 18 de octubre de 1801 en Talar del Arroyo Largo (hoy Arroyo Urquiza), cerca de Concepción del Uruguay. Era hijo de un inmigrante vasco, José de Urquiza Alzaga, y de una criolla, María Cándida García. Sus primeros años transcurrieron en el campo hasta que en 1817 se trasladó junto a sus hermanos mayores a Buenos Aires para estudiar. Pero debió abandonar los estudios por la clausura del colegio y regresó a Entre Ríos.

A partir de entonces se dedicó al comercio. Durante esta etapa comenzó a involucrarse en la política de Entre Ríos, en gran parte como consecuencia de sus relaciones familiares con Francisco Ramírez.

Urquiza se inclinó por el federalismo e inició su carrera política que lo llevó a los 25 años de edad a ser electo diputado de la legislatura provincial. Allí presentó una serie de proyectos tendientes a mejorar la administración y la economía provinciales, así como innovadoras propuestas educativas. Además, fue uno de los que rechazó la Constitución Nacional de 1826.

En 1832 fue designado comandante general del Segundo Departamento Principal. Era el cargo que seguía en jerarquía al de gobernador y manejaba los destinos de la mitad más rica de Entre Ríos.
Cuando el gobernador entrerriano Pascual Echagüe dejó su cargo, la Cámara de Representantes eligió a Justo José de Urquiza en su reemplazo, quien asumió a la cúspide provincial el 15 de diciembre de 1841. No dejaría el poder en la provincia hasta su muerte, casi treinta años más tarde.

Enfrentamientos y derrota a Rosas

Entre Ríos era un territorio en el que se dieron grandes batallas porque ocupaba una posición estratégica, ya que estaba cerca de Buenos Aires, de la conflictiva Banda Oriental, del Imperio del Brasil y de la provincia de Corrientes. Urquiza se unió al bando federal participando en numerosos enfrentamientos.

Para 1850, Entre Ríos era una de las provincias más prósperas de la Confederación. Atraía a inversores extranjeros y llevaba a los argentinos, en Montevideo, a visualizar a su gobernador como el único capaz de terminar con el régimen rosista. En ese entonces, Rosas había adoptado varias medidas que afectaron la economía entrerriana. Año tras año, argumentando razones de salud, presentaba su renuncia a la conducción de las relaciones exteriores de la Confederación.

En 1851 el gobernador de Entre Ríos emitió un decreto conocido como el pronunciamiento de Urquiza, en el cual aceptaba la renuncia de Rosas y reasumía para Entre Ríos la conducción de las relaciones exteriores.

Armado de alianzas internacionales, Urquiza decidió enfrentar al gobierno bonaerense. El emperador de Brasil, Pedro II, proveería infantería, caballería, artillería y todo lo necesario, incluso la escuadra. En las demás provincias, la actitud de Urquiza despertó diversas reacciones. Córdoba declaró que era un infame traición a la patria y junto a otras que se pronunciaron en sentido similar intentaron formar una coalición militar para defender a Rosas, pero ya era demasiado tarde. Urquiza alistó a sus hombres en el “ejército grande” y avanzó sobre Buenos Aires, derrotando a Rosas en la Batalla de Caseros, el 3 de Febrero de 1852. Horas más tarde escribiría su renuncia. 

Si la caída de Rosas parecía el fin de las contiendas provinciales, a partir de ella los enfrentamientos se tornarán más encendidos que nunca y el país parecía estar a punto de estallar en pedazos.

En busca de la Constitución

A su llegada, Urquiza buscó aliados políticos pero las cosas habían cambiado: rosistas y antirrosistas de Buenos Aires cambiaron de colores y se unieron para asegurar la unidad bonaerense frente a los avances del interior.

Urquiza convocó a los gobernadores de las provincias a firmar un acuerdo en San Nicolás, el 31 de mayo de 1852, con el objetivo de lograr un consenso que permitiera la sanción de una nueva y definitiva Constitución. El acuerdo respondía a los intereses del interior del país, quitando protagonismo al poder central que se ejercía desde Buenos Aires.

Pese a que estalló una revolución en la actual Capital Federal pidiendo la renuncia del gobierno y la nulidad del acuerdo, el Congreso Constituyente finalmente pudo reunirse, sin contar con la presencia porteña. Por un lado, se constituyó la Confederación Argentina, un grupo de trece provincias que respondían a un gobierno con capital en Paraná. Por el otro, el Estado de Buenos Aires, con intereses definidos, una posición más sólida financiera y con una relativa unidad política.

Presidencia

De 1854 a 1860 Urquiza ejerció la primera presidencia constitucional, surgida de acuerdo con la Constitución de 1853. La capital fue establecida en forma provisional en la provincia de Entre Ríos. Empero, el proyecto de Urquiza se desmoronaba. Darle la espalda a Buenos Aires era una estrategia inviable. Los capitales extranjeros no llegaban, carecían de una moneda fuerte, el Estado no lograba nacionalizar sus instituciones y las bases materiales estaban en terreno porteño.

La guerra económica, entonces, dio paso a las armas: un conflicto político en San Juan fue el puntapié para que las tropas de Buenos Aires y la Confederación se movilizaran. Los dos ejércitos se encontraron en Cepeda el 23 de octubre de 1859. Las tropas porteñas, al mando de Mitre, cayeron derrotadas.

Aunque el entrerriano hubiera podido entrar a Buenos Aires por la fuerza, prefirió acampar en un pueblo cerca desde donde inició negociaciones. Finalmente, el 11 de noviembre de 1859 se firmó el pacto de San José de Flores donde se acordaba que Buenos Aires comprometía su ingreso a la Confederación y ésta, debía aceptar las reformas que Buenos Aires le realizara a la Constitución.

Fin de gobierno, últimos años y muerte

Sin embargo, el consenso que parecía adquirido no tenía la suficiente solidez y el acuerdo se desmoronó a raíz de un conflicto menor en la provincia de San Juan.

Nuevamente las fuerzas porteñas y del interior se enfrentaron, esta vez en Pavón el 17 de septiembre de 1861, en un combate dudoso y confuso, Urquiza retiró sus tropas, aun teniendo superioridad numérica. Esta vez la victoria fue para los porteños, que extendían de este modo su dominio a todo el país.

Tras la derrota, Urquiza se refugió en el Palacio San José y se dedicó a los negocios agropecuarios. Sólo reapareció públicamente en 1865 para apoyar a Mitre en la Guerra del Paraguay. Esta actitud desprestigió mucho su figura en las provincias y generó fuertes rechazos entre sus coprovincianos. En 1868 volvió a la vida política presentándose como candidato a presidente. Fue derrotado por Sarmiento quien a poco de asumir apoyó su nombramiento como gobernador de Entre Ríos.

El 11 de abril de 1870, un grupo armado, que respondía al caudillo montonero Ricardo López Jordán, irrumpió en el Palacio San José al grito de “¡muera el traidor Urquiza!”. El general le salió al encuentro dispuesto a defenderse a tiros pero cayó herido por un certero disparo y, una vez en el piso, la partida montonera lo ultimó a puñaladas. Sus restos descansan desde agosto de 1872 en la Catedral de Concepción del Uruguay.


 



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