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19-07-2019
Solidaridad y aprendizaje

“Ángeles callejeros”, el grupo que piensa en los que más necesitan

“Ángeles callejeros”, el grupo que piensa en los que más necesitan
Trabajaban por separado, se encontraron durante una creciente y pensaron en llevar adelante acciones conjuntas. Actualmente colaboran con el merendero de un barrio que no tiene paredes y quieren cerrar para que los chicos puedan ir los días de frío. Se definen como un grupo que no se queda en un solo espacio. Mirar al otro y sentirse movido a ayudar.

Belén Fedullo
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Jóvenes, dinámicos, con ganas de ayudar. Así son los integrantes del grupo que se mueve en Concordia ayudando a quienes lo necesiten. Llegan a lugares en los que pueden colaborar, realizan campañas solidarias, cumplen con el objetivo y apuntan hacia otro lugar, esa es la metodología.

Aunque eran varios cuando empezaron algunos tuvieron que alejarse por cuestiones de tiempo y trabajo. Actualmente forman parte del grupo: Lucas Nogues; Jorgelina Telayna; el jugador de básquet Federico Marín, que jugó una temporada en Estudiantes de Concordia y actualmente compite en la Liga Nacional como representante de La Unión de Formosa; y Franco Bollini. Son ellos quienes conocen historias, se conmueven y arman el plan de trabajo.

Bollini, en diálogo con Mirador Entre Ríos, contó: “Desde el 2015 veníamos haciendo cosas por separado y ahí nos empezamos a conocer, pero sobre todo en el 2017 se terminó de formar el grupo durante una inundación que hubo en junio. Desde que empezamos hasta ahora hicimos un montón de proyectos. Siempre ayudamos a merenderos, comedores, escuelas, vecinos que han sufrido las crecientes del río Uruguay, incendios o quizás necesitan dinero para un tratamiento. Siempre que nos enteramos que alguien necesita ayuda para algo que es cierto y justificable nos acercamos y ayudamos, en la medida en que podemos claro”.

Trabajar en conjunto con otros lugares o tratar de ayudar a alguien que no se encuentra bien no es una tarea fácil, por eso desde la agrupación toman en serio cada proyecto que afrontan y deciden concentrar sus fuerzas solo en ello. “No queremos abarcar muchos proyectos porque somos pocos voluntarios. Antes éramos más y algunos por cuestión de tiempo fueron saliendo, pero siempre que lanzamos una campaña la ciudad responde muy bien y nos ayudan un montón. Concordia es un lugar en el que hay gente muy solidaria, afortunadamente”, mencionó el joven.

Los integrantes de “Ángeles Callejeros” consideran que son un nexo entre los que necesitan y los que quieren y pueden ayudar. “Lo que hacemos es unir esas voluntades, encontramos a los que necesitan y tratamos de encontrar ayuda por parte de quienes pueden hacerlo. Igualmente, la idea es que quienes son ayudados no se acostumbren y empiecen a depender de nosotros, sino tratar de conseguirles recursos, puedan independizarse y por más que nos alejemos y vayamos a ayudar a otro lado la gente pueda seguir caminando con su proyecto, por eso no ayudamos siempre al mismo lugar y vamos variando”, comentó.

El merendero y el sueño del lugar cerrado

Durante el verano de 2019, el grupo solidario tomó contacto con el merendero “Manitos de Colores”, que está ubicado en Osvaldo Magnasco. Allí encontraron a César, un hombre que, junto con su familia, se preocupa por dar la merienda a niños del barrio, en su casa. No tenía más que algunos tablones e incluso en las primeras visitas que hicieron desde la agrupación vieron cómo algunos niños tomaban la merienda en el suelo por falta de bancos en donde sentarse.
En una primera campaña, el merendero obtuvo la ayuda suficiente para que pudiera construirse un techo y un piso de cemento; ahora los Ángeles van por más y quieren que, en este frío invierno, los chicos tengan un lugar abrigado en donde encontrarse.

“Hemos hecho varias campañas, pero actualmente estamos ayudando al merendero ‘Manitos de Colores', que queda en Osvaldo Magnasco. Empezamos en febrero, llegamos a ese lugar, y conocimos a César y su familia, que son quienes reciben y dan la merienda todos los días a entre 70 y 90 chicos. Los fines de semana les dan la comida por eso es un merendero, los chicos solamente comen los fines de semana, el resto comparten la merienda”, indicó.

Acerca de la ayuda que pudieron brindar en el lugar, dijo: “Vimos la necesidad que tienen, detectamos que no cuentan con un espacio físico adecuado, porque tenían unos tablones de madera sobre un piso de tierra afuera de la casa. Se nos ocurrió empezar a juntar fondos para poder hacer un piso de cemento y un techo, así que hicimos un bono, que afortunadamente tuvo una excelente respuesta de la gente y también recibimos apoyo de la municipalidad, CTM (Comisión Técnica Mixta de Salto Grande) y Galvani Construcciones, que tuvieron buena predisposición”, y agregó: “Luego de esa primera campaña pudimos hacer el piso y el techo, ahora estamos en otra campaña que nombramos como ‘campaña del ladrillo', para la que también estamos vendiendo un bono y todo el dinero que juntemos será para construir las paredes, o sea, tenemos que comprar los materiales y todo lo que necesitamos”.

Las temperaturas de los primeros días de julio fueron muy bajas en Concordia. El frío se siente mucho, más allá de que ahora el merendero cuente con el techo y el piso de cemento, los días en que hay viento y se combina con el horario de descenso de temperatura los chicos lo sienten. Como son “hormigas viajeras”, los integrantes del grupo solidario no seguirán por siempre en el merendero. “Creemos que una vez que terminemos la construcción completa iremos a ayudar a otro lugar como hacemos siempre”, dijo.

Visibilizar y ser solidarios

Ver al otro hace que el movimiento comience, y eso permite conocer otras realidades. La visualización, más la gente solidaria, generan un motor que no puede parar y así lo descubren quienes se animan a salir e intentarlo.

“Entre las campañas que me marcaron está la de la Navidad del año pasado. Se llamaba justamente ‘Navidad solidaria' y nos propusimos juntar y llevar juguetes a los barrios El Silencio y Constitución”, rememoró el integrante del grupo, y contó: “Esa campaña se expandió muchísimo y llegó a lugares del otro lado del mundo como Dinamarca, Australia y Nueva Zelanda. Chicas de Concordia que viven en esos lugares hicieron campaña en esos países y juntaron ayuda económica de sus conocidos; con ese dinero pudimos comprar muchos juguetes nuevos y llevar a esos barrios. Me marcó porque me di cuenta que hay mucha gente buena dando vueltas y que no importan las distancias, aunque algo suceda al otro lado del mundo las acciones buenas se contagian”.

Con los pies sobre la tierra, reconocen que otra gente también se ve movida, quizás más de la que se conoce. “Hay mucha gente que al igual que nosotros hace esto, en silencio, e incluso creo que muchas veces hacen más y mejores cosas, aunque no soy quién para juzgarlo. Yo lo hago porque me nace así y creo que con un poco de esfuerzo de cada uno podemos lograr grandes cosas y qué mejor que poder mejorar la calidad de vida de otra persona con un poco de esfuerzo propio y de los demás” mencionó y agregó: “Tengo pensado seguir haciéndolo porque me gusta y porque además de ayudar a alguien siento que también recibo. En la acción de dar se recibe y eso reconforta mucho”.

Aunque la actividad es llevadera, generar lazos y comprometerse demanda mucho tiempo, por eso se necesita de otros y la familia siempre es la primera en dar el visto bueno. “Indirectamente es un gran eslabón, no somos solo nosotros, nos bancan. Hay que tener en cuenta que son muchas las personas que nos apoyan constantemente y nos ayudan a seguir adelante en este camino”, definió Bollini.


 



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