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14-08-2019
Kiko Céspedes, un residente “bien chévere”

Un dominicano afincado en suelo entrerriano

Un dominicano afincado en suelo entrerriano
Nació en República Dominicana. Fue corista de Celia Cruz durante cuatro años. Trabajó como actor para Ideas del Sur. Se enamoró de una gualeguaychuense, y desde hace poco más de un año vive en el sur entrerriano donde da clases de ritmos caribeños y anima fiestas.

Sabina Melchiori
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Se llama Vicente Antonio Céspedes Almanzar, artísticamente: Kiko Céspedes. Nació en Santo Domingo, allí donde los conquistadores españoles fundaron la primera ciudad, tras su desembarco en esta parte del mundo.

Kiko y todos los dominicanos, se refieren a su isla como “Quisqueya”, que significa “madre de todas las tierras” en el idioma de los Tainos, sus habitantes originarios, ya extinguidos.

De niño, solía ir a la costa a darse chapuzones, nadar, bucear, tumbar mangos y comerlos bajo la sombra. Y en vacaciones amaba ir a la casa de su abuelo Vicente, en Tamayo, bañarse en el río, pescar y cocinar debajo de los naranjos y matas de plátanos.

Algo que también disfrutaba muchísimo el pequeño Vicente era ir hasta el malecón durante las fiestas patronales. Llegaban personas de todas las partes de la ciudad y las orquestas de merengue y bachata tocaban en vivo. “Yo me ponía enfrente de la orquesta que podía y bailaba hasta que se tocara la última nota, era una discoteca bajo el cielo y frente al mar”, recuerda.
En sus momentos de soledad –que fueron muchos, según cuenta─, se iba a la orilla del mar, dejaba que el agua le mojara los pies y contemplando ese horizonte de olas y de sol soñaba conocer el mundo. Evidentemente, el mar lo escuchó y lo llevó a otras costas. Hoy, a sus 51 años, cuenta con una trayectoria artística admirable.

–¿Cuándo y de qué manera descubriste tu vocación?

–Recuerdo que tanto en el bachiller como en la universidad cuando se armaban los bonches mis compañeros siempre me elegían para organizar la movida y empezar el baile, yo rompía el hielo sacando a bailar a las chicas. Me encantaba bailar.

En 1987 me gradué de bachiller en Ciencias y Letras en el Liceo Estados Unidos de América. El destino me llevó a Bávaro, Punta Cana, donde empecé a trabajar como guía de turismo.
Puentes

–¿Qué (o quién) te trajo a Argentina?

–Una mañana se me acercó un compañero de trabajo y me dijo “Kiko, hay una chica argentina amiga que te vio bailar anoche y quiere conocerte y bailar contigo. Pues a la noche me la presentaron, bailamos, y empezamos una relación. Pasado un gran tiempo, me invitó a visitar Argentina. Recuerdo que esos primeros días yo contaba los negros con una mano y me sobraban los dedos ¿dónde están los negros?, me preguntaba.

Me enamore del país y decidí quedarme: ¡las vacaciones de 15 días se convirtieron en eternas! Me gustó la cultura y al gente y me fui adaptando.

Una noche fuimos invitados a un evento turístico donde se encontraba el embajador de mi país entre otras figuras del ambiente turístico. Había un señor que conducía y yo noté que el ambiente estaba muy frío y aburrido, entonces pedí prestado el micrófono y me presenté hablando de mi país. Terminé bailando un merengue y el ambiente cambió totalmente, al terminar, me pasaron tarjetas para que hiciera eso mismo en diferentes eventos. En ese momento fue donde empecé a definir lo que quería hacer y me preparé para dar clases de baile. Era el año 1991. Estudié formación integral del actor, técnicas de la voz, locución.

–¿Y cómo siguió todo?

–En el ‘93 se puso de moda en Argentina Celia Cruz y la gente empezó a tener más idea de los ritmos caribeños. Puse una escuela de danza, y en compañía con unos socios abrimos una discoteca que se llamó Sansón.

En 1994, a través de un casting fui elegido como bailarín y coreógrafo y tuve el maravilloso placer de compartir escenario con Celia Cruz, Tito Puente, Marc Anthony, Oscar De León y Tito Nieves, entre otros grandes artistas.

Luego de este proyecto tuve la dicha, gracias a Dios, de formar parte de los coros de la orquesta de Celia Cruz con la cual participé de varias giras. Tuve el placer de bailar junto a la orquesta DLG la cual estaba muy de moda con sus temas “La quiero a morir” y “Volveré”.

Luego se puso muy de moda “La vida es un carnaval”, tema que se eligió como cortina musical para la tira “Buenos Vecinos”, que se emitía por TELEFE junto a Moria Casán y Hugo Arana. En esa tira participé como actor. Al mismo tiempo realizaba teatro en el Metropolitan con la obra “Bola de nieve”, ganadora de un premio ACE 1998 con la cual nos fuimos de gira a España.

Otras de las experiencias fue el espectáculo “Latin fantasy”. Con esta compañía nos fuimos a California, Hollywood, Santa Mónica, Beverly Hills, y el oriente… Japón, Taiwán, Tipei, Taichon entre otros.

–Y ahora vivís en Gualeguaychú, ¿cómo llegaste?

–En el 2001 regresé a Dominicana y trabajé como vendedor en un call center del cual terminé siendo Supervisor Senior del Departamento de Calidad. Al terminarse el contrato me ofrecieron irme a Miami pero sin la seguridad de continidad laboral. Por otro lado tenía la posibilidad de volver a Argentina, así que ni lo dudé.

A mi regreso a Buenos Aires, en Argentina la salsa ya no era negocio como antes, así que empecé de cero. Manejé un taxi durante 3 años mientras regaba currículums y en el taxi conocí una chica de Gualeguaychú, le pasé mi tarjeta, después me llamó, empezamos a hablar, se dio una cosa linda y aquí estoy. Me jaló.

Sentires

–¿Qué te gusta de esta ciudad y qué extrañás de la tuya?

–Descubrí en Gualeguaychú una ciudad maravillosamente bella, tranquila, que me dio mucha paz espiritual y emocional. Me he sentido muy bien acogido aquí he conocido gente muy linda y de corazón grande. Me gusta la humildad de la gente y me siento identificado con una de las pasiones que se vive aquí, el carnaval. Nunca vi un espectáculo tan hermoso y con tanta vibración. Algún día me gustaría animar una de las comparsas.

De República Dominicana y de Buenos Aires extraño mucho a mis tres hijos: Abdiel, Brizza y Frederick, mi primogénito argentino. A mis tres hermanos en la isla…También nadar en las playas, tomar un licuado de mango debajo de las palmeras, caminar por el malecón. Ir a bailar merengue toda la noche con la orquesta en vivo.


 



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