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10-09-2019
Educación de adultos

El desafío de volver a la escuela

El desafío de volver a la escuela
Día a día nos enfrentamos con dificultades y retos, mayores o menores, pero el que afrontan los alumnos de la EPJA (Escuela Primaria de Jóvenes y Adultos) “Ciudad de San Juan”, en Chajarí, es más que importante, aprender a leer, escribir y las operaciones básicas, a contra turno de sus trabajos y familias. Esta institución tiene una historia de 79 años de enseñanza. Se inició en 1940, como propuesta de un grupo de colonos que se acercaban a traer a sus hijos en el turno diurno, y manifestaron que ellos también querían aprender a leer y escribir, pero en horario que les permitiera su trabajo.

Lucía Torres
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Lourdes Tisocco es la directora que lleva adelante esta institución, junto al equipo docente que reciben todos los días, de 18.30 a 21.30, a 67 alumnos de Chajarí y zona de colonias. El ingreso está pensado para jóvenes de 14 años en adelante, “no hay límite de edad máxima, pero si mínimamente hay que tener 14 años, que ya es considerada sobre edad para la escuela primaria común”, aclaró la directora, en diálogo con MIRADOR ENTRE RÍOS.

Al trabajar con adultos, la escuela tiene una modalidad especial, muy personalizada, “la asistencia por ejemplo, es irregular, por cuestiones de trabajo y carga familiar, se contemplan estos factores en cada persona, incluso si deben retirarse antes o llegar un poco más tarde, todo queda sentado en actas, pero lo vamos manejando” dijo la directora. Además, otro dato importante, es que los alumnos pueden comenzar en cualquier momento del año, no es necesario esperar al mes de marzo, “porque lo que se va aprobando son los módulos, más allá del año escolar”.

Otro de los aspectos diferentes con respecto a las demás escuelas es el cursado: “Son tres años, y cada año es un ciclo; primero, segundo y tercero, por ejemplo si una persona viene sin saber leer ni escribir, va al primer ciclo, pero si durante el año, vemos que su nivel es bueno, y aprende rápidamente los contenidos, lo pasamos al segundo ciclo sin necesidad de que tenga que terminar el año, por eso decimos que es muy personalizado”.

Vale aclarar que cada ciclo consta de tres módulos, y hay que tener aprobados todos los módulos para pasar al siguiente, “eso te puede llevar más tiempo, un año y medio o dos, o puede que se los apruebe en seis meses”.

Objetivos cumplidos

Un denominador común que cuentan al llegar a la escuela “es que a muchos les da vergüenza, no saben con qué se van a encontrar, llegar y decir que quieren aprender, pero se encuentran con que estamos todos en la misa, y continúan por suerte”.

Aunque la mayoría de los alumnos ingresan con el objetivo de obtener el título primario, una vez allí son muchos los que deciden ir más allá, “tenemos alumnos que empezaron un poco obligados y después no sólo terminaron sino que siguieron por el título secundario y hasta siguieron estudiando después carreras terciarias o universitarias, es muy gratificante ver como se entusiasman al ver su crecimiento académico” dijo Tisocco.

Un dato no menor es el de los alumnos que a diario hacen varios kilómetros para llegar a la escuela y terminar la primaria, “además hay que tener en cuenta que a los 40, 50 o 60 años la atención no es la misma que a los 9 o 10, entonces es de resaltar la dedicación que le ponen los hombres y mujeres que vienen día a día a estas aulas”.

Las historias

Marta Pujol tiene 47 años y de niña sólo concurrió hasta segundo grado, “tuve que dejar porque vivía en la colonia y me quedaba muy lejos”; situación similar a la de muchos, pero debieron pasar muchos años para que ahora, de la mano de una amiga, recobrara las ganas de volver a la escuela, “ahora vivo en Chajarí, me decidí a venir y hasta ahora soy buena alumna”, aseguró la alumna de primer ciclo.

Juanita Deaira, de 59 años, es oriunda de Córdoba, pero hace dos años que vive en Chajarí y fue aquí que conoció la escuela, casi por casualidad, “fue en la sala de espera de un médico, una señora me comentó y vine y me inscribí, sin dudarlo, ahora con mis hijas ya grandes es más fácil”. Juanita había hecho hasta cuarto grado cuando era chica, “después se le complicó a mi mamá para seguir mandándome y después me casé jovencita y con los hijos ya no pude seguir”. Pero la escuela no es sólo para los contenidos académicos, “es un grupo muy lindo, somos todos amigos, me dan ganas de venir todos los días”.

“Pelusa” Paulinsky es otra de las alumnas, tiene 55 años y se reconoce como “inquieta”, y cuenta: “comencé para hacer algo por mí misma, porque la vida te va marcando desafíos y no hay que quedarse, yo iba a la Escuela San Antonio cuando era capilla, también en María Auxiliadora las acompañaba a mis hijas para que terminen la primaria, y yo la terminé acá, en la escuela de adultos, y ahora estoy en la secundaria de adultos, soy ama de casa, cuido mis nietos, trabajo para afuera con panificados y tortas”.

Pelusa remarcó que los chicos jóvenes “tienen que aprovechar todas las oportunidades que tengan de seguir estudiando y aprender, todo suma y en algún momento de la vida lo pueden necesitar, porque ellos tienen más tiempo que nosotros los más grandes, así que no lo desaprovechen”, aconsejó.

Por decisión propia

Vanesa Erizaga, tiene 42 años y llegó a la escuela porque en su ámbito laboral le exigían que tenga el nivel primario, “en principio me enojé, no entendía por qué tenía que hacerlo, si yo ya venía trabajando bien, lo hice para poder seguir trabajando nada más”. Pero una vez que llegó a la escuela todo cambió. “La verdad es que estoy muy agradecida con que me hayan obligado a hacerlo, es re lindo, las ‘seños’ son muy buenas, te tienen mucha paciencia, ahora lo súper recomiendo para que se sumen y vengan si alguien no terminó”. Además, este año concluirá la escuela primaria, “y si Dios quiere el año que viene pienso seguir el secundario, ahora por decisión propia”.

Fredy Cardozo tiene 29 años, es de nacionalidad paraguaya, cursa el tercer ciclo en la EPJA ya que en su país había cursado, “pero no tenía la posibilidad de traer los papeles, entonces es como si no tenía nada, por eso comencé directamente en el tercer ciclo”. Fredy cuenta que cuando ingresó “era muy tímido, me ayudó mucho para eso también la escuela, para aprender a dialogar con la gente, porque como no sabía expresarme bien, no hablaba”.

Un ejemplo

Roberto Benítez es productor de la zona de colonias, hace 30 kilómetros todos los días para venir a la escuela. “Planto soja, lino, maíz y trigo, pero necesitaba venir a la escuela para poder entender los papeles, no sabía leer ni escribir, entonces no sabía qué cosas me podían estar dando o no, entonces tenía que venir”, aseguró.


 



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