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10-10-2019
Una historia de superación a la adicción a las drogas

“Nunca pensé que podía llegar a ser tan feliz”

“Nunca pensé que podía llegar a ser tan feliz”
Daiana tenía 14 años cuando una persona muy cercana e influyente le ofreció por primera vez un cigarrillo de marihuana. Aceptó. A los 16 empezó a consumir también cocaína. Un día, al enterarse de que estaba embarazada, dijo basta, pidió ayuda y la encontró. Hoy tiene trabajo en blanco en una importante sucursal de farmacia y perfumería en Gualeguaychú.

Sabina Melchiori
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Nos recibió en su casa el día de su cumpleaños 27, con el pelo alisado, los labios pintados de rosa y un rosario en el cuello. El pequeño departamento, ubicado en la zona céntrica de Gualeguaychú, donde vive con su hija de ya 7 años, luce reluciente, con electrodomésticos recién comprados, un ventanal que deja pasar la luz del sol, juguetes sobre el sofá y los certificados que recibió por haber aprobado cursos de peluquería. También le gusta maquillar, por eso, sobre la mesa, junto al termo y el mate, hay un frasco repleto de brochas de diferente espesor.

Daiana Machado accede a contar su historia porque sabe que es ejemplo para otras personas y también porque está orgullosa de sí misma y feliz: “Soy de Villaguay. Llegué a Gualeguaychú buscando un cambio rotundo para mi vida porque había caído en el consumo y me estaba haciendo muy mal. Había empezado a los 14 años, primero marihuana, y luego, a partir de los 16, también cocaína. Eso llevó a la destrucción total de mi vida”.

Sin embargo, a pesar de querer cambiar y dejar de consumir drogas, pedir ayuda no es tan fácil: “Empecé a buscar ayuda, muy de a poco, porque no sabía que iba a poder recibir una respuesta y además me daba vergüenza decir que consumía. Una se siente juzgada, mal mirada, una está siendo tan infeliz y tan negativa que no piensa en una recuperación, no pensás que podés llegar a ser feliz. Yo nunca pensé que podía llegar a ser tan feliz”.

El auxilio de Daiana llegó a través de una psicóloga que conoció en un centro de salud, ella le hablo del Hogar de Cristo y la invitó a ir y participar de los grupos terapéuticos que se hacían en el salón de la guardería Nazareth. Y Daiana tomó coraje y fue.

“A una le cuesta ablandar el corazón, le dije a Dios que si existía que me lo demostrara, y realmente me empezó a demostrar su amor, porque al llegar al Hogar me di cuenta que él puso todos esos instrumentos y la gente que conozco para que yo pueda salir adelante”, recordó, hoy sentada en la cocina comedor del departamento que alquila y mantiene con el sueldo que ella misma gana. “El Hogar es como una escuela de vida, una llega destruida con ganas de recibir cariño, y ahí sentís que a alguien le importás”, valoró la joven.

Fue también gracias al Hogar de Cristo que consiguió trabajo. Uno de los voluntarios la recomendó para el sector de cosmética. Primero tuvo un período de prueba. Al poco tiempo le cerraron el contrato, pero unos meses más tarde la llamaron para ofrecerle el puesto. “Me emocioné, mis compañeras me abrazaron, todas estaban felices, fue algo muy emocionante”, rememoró con sus ojos grandes humedecidos y una sonrisa que brilla.

Daiana siente orgullo de todo lo que ha logrado y de lo mucho que ha cambiado su vida: “Tampoco pensé que podía vivir sola porque en mi pasado sentía miedo de estar sola, y hoy haber superado eso y vivir sola con mi hija es un gran logro”. También sabe que su caso es ejemplar y que es posible que otros también consigan salir adelante, por eso, cuando tiene un tiempo libre vuelve al Hogar: “Trato de ayudarlas y siempre le pido a Dios que me dé los instrumentos para poder ayudarlas”.

Hogar de Cristo

El Hogar de Cristo y sus primeros centros barriales nacieron en 2008, en las Villas 21-24 (Barracas); 1-11-14 (Flores) y 31 (Retiro), de la ciudad de Buenos Aires, cuando los curas y la Iglesia Católica con presencia dentro de estos barrios se vieron ante la necesidad y la urgencia de dar una respuesta integral al problema del consumo del paco. Luego, surgieron otros centros en diferentes ciudades del país como respuesta a las dificultades de las personas con el consumo de drogas.

Muy pronto, según explica a Mirador Entre Ríos, Elisa Altuna, licenciada en Ciencias Políticas y voluntaria del Hogar de Cristo Gualeguaychú, en cada barrio se dieron cuenta de que no se trataba sólo de un problema de drogas sino de personas. Según esta concepción, se traslada el protagonismo a la persona y no interesa el tipo de drogas que se consume. La situación se aborda reconociendo todas sus aristas. Esto quiere decir que para cada caso se contempla la dimensión médico-sanitaria, ya que la persona que consume drogas debe ser asistida y recuperada en su afectación orgánica y en su salud mental; una dimensión jurídico-normativa y una dimensión social que implica pensar toda intervención considerando la posibilidad de que el sujeto pueda construir un proyecto personal que sea un bien para sí y para los otros y desarrollar hábitos de vida más saludables.

“Sin embargo, el Hogar de Cristo, se caracteriza por no tener un método estandarizado de acompañamiento. Esta mirada no se acaba en aspectos psicológicos, médicos, educativos y laborales, sino que se tienen en cuenta los cumpleaños, las enfermedades, los feriados, la cárcel, las dificultes con el dinero es por esto que la principal característica y fortaleza que nos define como Hogar es la de ser familia”, destacó Elisa Altuna.

Una familia grande

El Hogar de Cristo, es una cooperativa, una asociación de primer orden que junto con otras cooperativas de la provincia y del país, se nuclea en una Federación, en una asociación de segundo orden, llamada Federación de la Familia Grande del Hogar de Cristo. Hay más de 180 Centros Barriales del Hogar de Cristo distribuidos en todo el territorio argentino.

Desde el 2015 en adelante, como respuesta al problema de personas con consumo de drogas se desarrollaron “Centros Barriales del Hogar de Cristo” en Gualeguaychú (2015), Concordia (2017), Concepción del Uruguay (2017), Paraná (2018) y hay otros centros barriales en desarrollo en Diamante y Paraná.

Solamente en Gualeguaychú, desde 2015 han pasado por el Hogar de Cristo más de 600 personas con daños por el consumo de drogas.

Jurídicamente es una cooperativa de trabajo y de hecho es una cooperativa de trabajo y social. Interactúa con diversas instituciones civiles y del Estado en sus tres niveles: nacional, provincial y municipal. También colaboran áreas e instituciones como Copnaf, Senaf, Desarrollo Social de la Nación, Ministerio de Justicia de la Nación, Tribunales de Justicia Provincial, Consejo General de Educación, Hospital Bicentenario de Gualeguaychú, neonatología, infectología, servicio social, Club Regatas Gualeguaychú, Unidad Penal 9, Unidad Penal 2, Cáritas, Corporación del desarrollo, JCI, ONGs, Teatro Gualeguaychú, Parque Industrial , RPB, Comparsa Vieja Fantasía, Frigorífico Veronesi, Sedronar, Secretaria de Cooperativas de trabajo del Municipio de Gualeguaychú. 

“Además, existe un círculo numeroso de voluntarios para las más diversas tareas”, contó Dardo Caraballo, actual presidente de Hogar de Cristo en Gualeguaychú, “el Hogar es motorizado por un equipo potente de más de 20 personas, que sumada a su desafiante y abnegada vocación de servicio, ponen en juego su juventud algunos, su experiencia otros, y lo que aportan desde sus profesiones. Hay abogados, psicólogos, psiquiatras, psicopedagogas, médicos, técnicos en administración, contadores, psicólogos sociales, técnicos en minoridad, docentes y talleristas”.

En crecimiento

En agosto de 2018, nació en Gualeguaychú “Asunción de María”, el tercer centro barrial, que a diferencia de los otros dos, tiene la particularidad de ser mixto, y de ubicarse dentro del predio de la parroquia Asunción de María, lo que les permite tener una relación más cercana y cotidiana con los sacerdotes.

Elisa Altuna comentó que “en el día a día de cada Centro Barrial, se ayuda a cada persona a ordenar sus vidas incorporando hábitos tan básicos como desayunar, cuidar el espacio donde transcurre su día, preparar el almuerzo, bañarse, merendar, y se los invita a realizar diversas actividades terapéuticas, recreativas, deportivas, formativas y productivas. Actividades que permiten a cada persona hacer su propio recorrido. Por eso, cuando nos preguntan, cuál es la metodología de intervención, nos interesa aclarar que cada persona hace su recorrido. Nuestro método, es recibir la ‘vida como viene'. Esto significa recibir a la persona con un abrazo, en el estado en que se encuentre”.

En cuatro años de existencia, Hogar de Cristo Gualeguaychú ha recibido y acompañado a más de 600 personas que sufren de forma directa o indirecta problemas de consumo. También, desde principios de 2019, atienden de forma especial a niños y niñas (cuyos padres se encuentran en proceso de recuperación), en el centro de primera infancia “Jesús Niño”.

Producir para “volver a nacer”

El Hogar de Cristo Gualeguaychú ha desarrollado su propia marca comercial, a la cual han denominado BROTA, “nombre que hace referencia a la posibilidad que tiene cada persona de volver a nacer y transformarse en nueva vida para otros”, explicó Altuna.

Desde BROTA se ofrecen productos, como muebles de madera y herrería para interiores; y servicios de jardinería y mantenimiento de parques, construcción y albañilería, e impermeabilización y pintura. Recientemente se firmó un convenio con el municipio de Gualeguaychú para prestar servicios de construcción en obra pública.

“Hoy, tenemos un objetivo muy concreto que es diversificar las fuentes de trabajo, desarrollar nuevos clientes y/o personas que nos quieran acompañar económicamente, para poder garantizar la plena inclusión social y laboral de estas personas. Porque al fin y al cabo, buscamos para quienes asisten al Hogar, lo mismo que cada familia desearía para sus hijos, su pleno desarrollo y autonomía”, concluyó Altuna.

Contactos

—Por productos y/o servicios Brota: Alejandro Gallay: 3446-571537.
—Por donaciones particulares: Elisa Altuna 3446-365767.
—Consultas: [email protected]
—Instagram: @hogar_de_cristo_gchu

El espacio en Gualeguaychú

La familia del Hogar de Cristo nació en 2015 por iniciativa del doctor Dardo Caraballo y el entonces Obispo de la Diócesis, Jorge Lozano, quienes ya estaban comprometidos con las personas que sufrían estos padecimientos, desde la Pastoral de Adicciones. El Hogar de Cristo Nazareth, como se llamó al primer centro barrial de Gualeguaychú, fue el primer centro que se abrió fuera de la ciudad de Buenos Aires. Se ubicó en el barrio la Cuchilla, y desde ahí y desde entonces se acompaña y abraza a hombres, jóvenes y adultos, que tratan de recomponer sus realidades y salir de las adicciones.

En el 2017, y ante la necesidad de mirar a la mujer y contemplar sus particularidades, se inauguró el segundo centro en el barrio la Cuchilla, al que se le dio el nombre de “Corazón de María”, o “La casita” como la denominan cariñosamente. “Es una casa más pequeña y humilde, desde donde se brinda contención y acompañamiento a las mujeres en sus desafíos de recuperación, de su rol materno (cuando corresponde), de promoción de proyectos de vida autónomos, y de generación de vínculos saludables que les permitan transitar hacia una vida sin consumo”, detalló Elisa Altuna.


 



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