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11-10-2019
Entrerrianos en la historia

Juan L. Ortiz: el poeta que se inspiró en Entre Ríos

Juan L. Ortiz: el poeta que se inspiró en Entre Ríos
Sus poemas, de versos extensos, estuvieron marcados por el río, los árboles y la historia social de su provincia natal.

Mirador Entre Ríos
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“El más grande poeta argentino del siglo XX”, así definió el reconocido escritor Juan José Saer a Juan L. Ortiz, el hombre que se inspiró en los paisajes entrerrianos para producir sus obras. 

“Juanele”, como se lo conocía en los círculos literarios, trascendió gracias a sus versos que tenían como centro la amistad y el río. En los últimos años, se descubrió que también dibujaba y pintaba en sus ratos libres. Hoy en día su legado sigue vigente y un centro cultural de la ciudad de Paraná lleva su nombre.

Juan Laurentino Ortiz nació el 11 de junio de 1896 en aldea Puerto Ruiz del departamento Gualeguay, pero pasó sus primeros años en las selvas de Montiel, un paisaje que marcó su poesía para siempre. Después de terminar sus estudios en la Escuela Normal Mixta de Maestros de Gualeguay, en 1913 se trasladó a Buenos Aires donde cursó la carrera de Filosofía.

En esos años, participó de la bohemia literaria de los años veinte y entabló amistad con figuras del ambiente, pero volvió a su provincia en 1915.

Nuevamente en Entre Ríos residió en Gualeguay donde trabajó en el Registro Civil de la ciudad y, en 1924, se casó con Gerarda Irazusta, con quien tuvo a su hijo Evar. Allí vivió hasta 1942, año en que se jubiló de su empleo y se trasladó a Paraná, donde se instaló definitivamente. Fue en la capital provincial donde falleció el 2 de septiembre de 1978, a los 82 años.

Obra

Sus primeros libros fueron impresos y distribuidos por el mismo Ortiz entre amigos o lectores conocidos, por lo que su obra tuvo poca difusión, y no fue hasta 1933 que se editó su primer poemario en Buenos Aires, “El agua y la noche”, con poemas escritos entre 1924 y 1932, y otro tanto ocurrió con el segundo, “El alba sube”, publicado cuatro años después.

En los años siguientes la publicación de sus libros fue mejor organizada, lo que permitió que tuviera una mayor difusión: “La rama hacia el este” (1940); “El álamo y el viento” (1947); “El aire conmovido” (1949); “La mano infinita” (1951); “La brisa profunda” (1954); “El alma y las colinas” (1956); “De las raíces y del cielo” (1958).

Juanele fumaba en largas boquillas de caña y publicaba sus poemas, de versos extensos, en libros de tipografía minúscula, cuidando hasta el extremo todos los aspectos de la edición, característica que tiende a ser respetada en las ediciones actuales.

Su reputación de poeta de culto llegó hasta la vecina provincia de Santa Fe, donde, entre otros, se encontraba el escritor Juan José Saer, quien lo visitaba frecuentemente junto con otros admiradores. En 1957 realizó su único viaje al exterior, invitado por el gobierno chino, como parte de una comisión de intelectuales argentinos que recorrió China y la Unión Soviética.

Postura

Aunque se consideraba socialista y llegó a integrar un comité de solidaridad con la República durante la guerra civil que dividió a España en los años 30, Ortiz se mantuvo apartado de los grandes movimientos políticos y sociales de Buenos Aires, lo cual no quiere decir que haya dejado de lado la conciencia social.

Los simbolistas franceses y la poesía oriental influyeron en su obra, caracterizada por la delicadeza y la disposición contemplativa, que alude siempre al río, los árboles, las inundaciones, los cambios climáticos, sin eludir la historia social de su provincia natal (sede de importantes frigoríficos desde comienzos del siglo XX), mostrando siempre una especial sensibilidad por el drama de la pobreza y, en particular, por los niños que la sufren en su inocencia.

Últimos trabajos

Después de más de diez años sin publicar, en 1971 la Biblioteca Vigil de Rosario reunió su poesía completa en tres volúmenes con el título “Bajo el aura del sauce”, que incluye además “El junco y la corriente”, “La orilla que se abisma” y “El Gualeguay”, hasta entonces inéditos.

En este último, su poema más extenso (2.639 versos), es a la vez una narración del paisaje y de los sucesos históricos y económicos que se produjeron en las riberas de uno de los ríos de la provincia.

Además de producir su poemas, el entrerriano se destacó como traductor de poetas como Paul Eluard, Giuseppe Ungaretti, Ezra Pound y algunos chinos.

Varios años después de su muerte, en 2006 fue editado en un volumen propio por la editorial Beatriz Viterbo, en una edición al cuidado de Sergio Delgado, quien también preparó una edición de las “Obras completas de Ortiz” en 1996 publicada por la Universidad Nacional del Litoral, con textos de Daniel García Helder y Martín Prieto.

Un hallazgo

En 2017, el historiador y escritor entrerriano Gastón Fleita Moreyra, integrante de la Sociedad de Escritores de Gualeguay y otras instituciones culturales de su ciudad y la provincia de Entre Ríos, había comenzado a investigar sobre la colectividad italiana de su ciudad natal.

Sin imaginarlo, entre libros y ejemplares de diarios de siglos pasados, el investigador, varios empleados de la institución (Aníbal Vescina, Cristian Ghazi, Carlos Zárate) y Luisina Viviani —la actual presidenta— descubrieron cuatro retratos hechos en carbonilla nada menos que por Juan L. Ortiz. Por ende, se supo que el reconocido poeta también dibujaba y pintaba en sus ratos libres.


 



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