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07-01-2020
De Bangkok a General Ramírez

Shui, la tailandesa que se enamoró de Argentina

Shui, la tailandesa que se enamoró de Argentina
La joven estudiante de intercambio, Pakaporn Chokpiroon, dialogó con Mirador Entre Ríos sobre su estadía en el país. Se dio el lujo de probar el mate, bailar tango y visitar el sur argentino.

José Prinsich | [email protected]


Después largas horas de vuelo sobre el océano, la joven Pakaporn Chokpiroon aterrizó en suelo argentino con un bolso repleto de ropa, elementos personales, ilusiones y muchas expectativas para este nuevo desafío, que comenzó el viernes 22 de febrero de 2019. Atrás había quedado su amada Tailandia. Atrás había quedado una cultura y un país totalmente diferente al nuestro.


Al llegar a la terminal de ómnibus de Crespo, su nueva familia la esperaba con los brazos abiertos y un cartel enorme que decía: “Viajar le da vida a la vida”. La emoción era indescriptible. Así fue el comienzo de esta aventura para la estudiante de intercambio, que arribó a la Capital Provincial de la Juventud a través del programa AFS por el lapso de un año.


Todo un descubrimiento


No se equivocaba el cantautor y escritor de Gualeguaychú, Enrique Fischer, al decir que el viajar era un placer. Estaba en lo cierto el gran Pipo Pescador. Pero un viaje es mucho más que una sensación. Es la oportunidad para aprender y conocer nuevas culturas, tradiciones, idiomas y puntos de vistas sino pregúntenle a la estudiante de Bangkok todo lo que aprendió durante estos 12 meses. De hecho, al único que había sentido nombrar antes de venir a la Argentina era a Lionel Messi, a tal punto que sus amigas asiáticas consultaban por el astro de la Selección Argentina.


Todo era nuevo para Shui. La palabra “hola” se había convertido en su caballito de batalla ya que era todo lo sabía decir en español. Al principio le costó bastante adaptarse no solamente al idioma sino también al cambio de horario (10 horas de diferencia) y transformaciones en torno a las costumbres como la comida, la ropa y la música. Las conjugaciones verbales fueron uno de los mayores obstáculos en lo que refiere al lenguaje.


“El tema de los verbos es muy difícil porque hay que cambiar dependiendo de la persona y el tiempo. El idioma tailandés no hay que cambiar nada. Como mi hermana Catalina sabe inglés, hablábamos ese idioma pero después me dijo que tenía que practicar el español, que es muy raro ya que hay palabras que tienen varios significados”, argumentó.


La cumbia, el pop y el reggaetón se añadieron rápidamente a su lista de reproducción, pese a que en un comienzo solo escuchaba música tailandesa. El famoso cantante colombiano Sebastián Yatra se volvió un ídolo para Shui al extremo que ella quiere aprender español para poder cantar sus canciones, especialmente “Un año”. La ramirense por adopción tuvo la posibilidad de conocerlo el año pasado cuando se presentó en Córdoba. Ese fue el mejor regalo para su cumpleaños.


Sobre los argentinos, la tailandesa dejó en claro que son muy buenos, tranquilos y amables aunque “tienen mucha fiesta, mucha joda. Acá se sale todos los sábados, cosa que no pasa en Tailandia”. La denominada “previa” antes de salir al boliche fue una de las grandes novedades para la joven de 17 años.


Con el transcurrir de los días, la estudiante incorporó prácticas propias de los argentinos. “Primero probé el dulce de leche. Nunca lo había probado, es muy rico. Tampoco había tomado mates. Acá se toman muy calientes las cosas. Me gustó mucho el tereré”, expresó a Mirador Entre Ríos, quien sumó un nuevo aprendizaje como cebadora de mates. En cuanto a las bebidas, el Gancia se llevó todas las miradas. No así el famoso fernet ya que lo consideró muy amargo para su gusto.


La gastronomía también estuvo presente en la rutina de Pakaporn. Del asado y el chorizo a las empanadas, los fideos y el tradicional pirok alemán. Las comidas típicas pasaron por el paladar de la extranjera, quien dio su visto bueno y levantó el pulgar aprobando dichos platos.


Shui, como popularmente la conocían en General Ramírez, cursó el 6to Año en el Instituto D-176 “Madre de Jesús”, donde tuvo que amoldarse a una educación totalmente diferente a la que estaba acostumbrada. “En mi país me levantaba a las cuatro de la mañana para ir al colegio. Todos los días tenía que viajar en colectivo para llegar a las siete. Volvíamos a casa a la tarde y los sábados también teníamos clases”, comentó en español a este medio.


Sin lugar a dudas, la materia matemática fue la preferida, mientras que lengua y literatura fue la que más le costó porque trataba muchos aspectos de Argentina, desconocidos para ella. “Los profesores eran excelentes porque me entendieron y siempre me ayudaron. Las formas de dar las clases son diferentes entre ambos países. Allá se dan muchos trabajos, que pueden ser grupales o individuales y se realizan muchas presentaciones orales sobre algún tema en particular, pero sin tantas proyecciones (videos o diapositivas) como acá”, continuó. Y agregó que “tuve compañeros muy buenos en el colegio, que siempre me preguntaban si entendía”.


El respeto hacia los superiores es notable en el continente asiático. El saludo se denomina Wai y consiste en juntar las manos, haciendo una leve reverencia hacia la persona. En las aulas, para marcar la jerarquía, los docentes se encuentran un escalón más arriba que los propios alumnos.


Otras pasiones incorporadas


Durante su estadía en Entre Ríos, la pequeña Shui se dio el lujo no sólo de probar la gastronomía y conocer nuevos lugares sino que también se distendió un poco con el deporte y las danzas. En las canchas de polvo de ladrillo del Club Atlético Racing llegó a practicar tenis bajo las órdenes del profesor Oscar “Tochi” Gaitan. La disciplina de la raqueta se incorporó a su curriculum deportivo, sumado a su preferido: el bádminton. Además practicó Muay Thai, también conocido como boxeo tailandés, el cual es considerado deporte nacional en este país asiático. Las clases de este arte marcial estuvieron a cargo de Agustina Zapala.


Si bien los extranjeros suelen enamorarse de la pasión futbolera que se respira en Argentina, la tailandesa no se sorprendió con el folclore deportivo pero fue invitada en varias oportunidades por su hermano Juan Pablo a mirar los partidos que disputaba Boca Juniors.


El tango también dijo presente en su rutina semanal. Por invitación de su mamá Analía Bernet, la estudiante de intercambio comenzó a asistir a clases con los profesores Cristian Álvarez y Paula Isaurralde. Obviamente, ella aprovechó la ocasión para enseñarles algunas danzas típicas de su región. “Me gustó mucho el tango. Los profesores me enseñaron mucho en cuatro meses. Es difícil hacer los movimientos para hacer los cambios de pies. Acá el hombre y la mujer bailan muy cerca, juntos. Allá eso no se puede”, relató.


En la recta final de su estadía, Shui no dejó pasar la oportunidad para conocer el sur argentino y apreciar el bellísimo paisaje de Mendoza, Bariloche, Comodoro Rivadavia, Puerto Madryn y el majestuoso Glaciar Perito Moreno, ubicado en El Calafate. Del recorrido participaron estudiantes de intercambio de AFS provenientes de diversas ciudades del país.


“Voy a extrañar mucho Argentina, más que nada por mi familia, el lugar y el clima”, sostuvo a pocos días de partir rumbo a su territorio de origen. “Mi familia siempre me ayudó y me atendieron en todo momento, poniendo todo su tiempo, paciencia, confianza y corazón”, concluyó. Las fiestas de fin de año fueron particulares para la futura estudiante de ciencias exactas porque por primera vez brindó en otro país, a más de 16.000 kilómetros de su casa.


Intercambios culturales


“Hace siete años que estamos haciendo estas experiencias, pero cada vez estamos creciendo más”, expresó Betiana Grillone, quien junto a Analía Cepeda se desempeñan como voluntarias y consejeras de AFS. En cuanto a la vinculación con los compañeros de curso, la docente dejó en claro que “ellos dejan una marca, amistades y valores nuevos. Debemos tomar las diferencias culturales como algo positivo y no negativo. Sin lugar a dudas, todo esto tiene un gran impacto tanto en la comunidad educativa como en la comunidad general”.


La AFS (en su sigla en inglés American Field Service) es una organización internacional de base voluntaria, no gubernamental, sin fines de lucro que promueve oportunidades de aprendizaje intercultural. El objetivo primordial es ayudar a las personas a que desarrollen los conocimientos, las destrezas y el entendimiento necesario para crear un mundo más justo y en paz.


La institución surgió durante la Primera Guerra Mundial a partir de un cuerpo voluntario de conductores de ambulancias bajo la dirección de A. Piatt Andrew y de Stephen Galatti en la Segunda Guerra Mundial. En General Ramírez, la primera experiencia de esta índole fue en el 2014 con la australiana Nada Radjatjut, una amante del fútbol e hincha del Club Atlético River Plate.


“Tratamos de incentivar a los chicos a que abran sus mentes y puedan hacer intercambios culturales en otros países. Además, instamos a las familias locales a que se animen a alojar. No es tan complicado. Es abrir el corazón y, como dice el slogan de la entidad, tener cariño, comida y casa. Esos son los requisitos para tener esta experiencia tan rica”, remarcó la profesora de inglés.


¿Sabías qué?


Hasta 1939, Tailandia era conocido como Reino de Siam. Su nombre actual es Prathet Thai, que significa “tierra de los libres”, y es el único país del sudeste Asiático que nunca fue colonizado por un país europeo. En este territorio, la figura del rey es trascendental. Por eso, es normal ver un montón de fotos suyas en la mayoría de los edificios o en la vía pública. El respeto por la monarquía es una de las características más importantes del país.


El baht es la moneda y tiene la imagen del rey. Se considera ilegal romperla o pisarla y está penado por la ley. En el territorio tailandés viven aproximadamente una décima parte de todas las especies de animales que existen en el planeta. Lo más llamativo: hay más aves que en el continente europeo y americano juntos.


El 95% de la población es budista. Por eso hay una gran cantidad de templos. Se calcula que hay unos 35.000 templos en Tailandia. Para poder ingresar hay que vestir adecuadamente sin pantalones cortos o tirantes.


Los gatos siameses provienen del nombre Siam y aunque al principio hubo 23 especies, ahora solo hay seis. De aquí también deriva el nombre siameses para los gemelos que nacen con los cuerpos unidos. Los hermanos Chang y Eng Bunker fueron los primeros.


Los tailandeses comen arroz todo el día. Actualmente son uno de los exportadores de arroz más grandes del mundo. El más común es el arroz jazmín (autóctono).


El idioma tailandés tiene 44 letras y 32 vocales. La capital Bangkok es considerada a nivel mundial como la ciudad que no duerme, superó a París y a Londres en visitas realizadas por turistas.


 



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