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20-02-2020
Cultura cannábica

Cultivar y consumir desde una perspectiva de género

Cultivar y consumir desde  una perspectiva de género
En un año que promete ser clave en materia de regulación, mujeres y disidencias del litoral se organizan para crear un Frente regional de activismo y formación acerca de la controvertida pero saludable planta. La cultura cannabica no se encuentra exenta de machismo.

Guillermina Ferraris
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A lo largo de la historia a contrarelato, las mujeres hemos sido grandes conocedoras de hierbas, pócimas, venenos y remedios naturales. Inclusive somos consideradas actualmente por grandes agrupaciones científicas como las primeras toxicólogas existentes. Hasta el mismísimo Aristóteles escribió interesantes conclusiones de la fusión: Féminas y Alcaloides. Pero al pasar los años, se fue gestando un sistema sexo-genérico que ha configurado un estereotipo de mujer muy distinta: una que no debe conocer ni consumir sustancias. Una mujer que debe estar lista y atenta para atender al goce y bienestar de los demás.

El régimen machista que impone y controla nuestras prácticas sociales, también ha logrado atravesar los múltiples usos de drogas, en todas sus esferas. Principalmente ha generando consecuencias que modifican la experiencia vivencial que se busca con los estupefacientes. La mirada cuestionadora y la respuesta social castigadora comienzan cuando las que antes fueron sumisas y oprimidas, dejan de ser funcionales al sistema productivo y deciden quebrantar el rol de mujer impuesto por el capitalismo patriarcal. Es cuando el sistema opresor pone en marcha sus mecanismos de control.

En el litoral

Gabriela Musuruana y Nadia Presti se conocieron en 2016, en la puerta de la legislatura santafesina, cuando se reglamentó la ley de cannabis medicinal en la provincia vecina. Se encontraron reclamando y apoyando la regulación de la planta junto a muchísimas madres que cultivaban para sus hijos. Automáticamente, se dieron cuenta de que en Santa Fe no se estaba trabajando de manera integral el consumo recreativo y el medicinal, así que decidieron unirse y comenzar a gestar un espacio de encuentro: Cannabicultura Santa Fe. Luego de dos años de activismo sin descanso, Nadia y Gabriela se hicieron conscientes de la urgencia y la demanda que hay en la región, de un espacio dedicado especialmente a las mujeres y disidencias sexuales que deciden vincularse, por un motivo o por otro, a la planta de cannabis. MIRADOR DE ENTRE RÍOS se hizo presente en el primer encuentro de conformación del Frente de mujeres y disidencias cannábicas del litoral y dialogó con sus organizadoras.

–¿Cuál es la importancia de que existan espacios a donde se visibilice el machismo que se genera alrededor de la cultura cannábica y cómo surge el Frente?

–N: El Frente de mujeres surge porque somos muchas las que habitamos espacios de cultivo y de militancia cannábica. Nos dimos cuenta de que nos encontrábamos constantemente obstaculizadas para dar nuestra opinión e incluso para intercambiar saberes con los compañeros varones. Muchas veces tenemos los mismos conocimientos, pero no nos dejan hablar o nos deslegitiman. En los grupos de Facebook, que se utiliza mucho como canal para mostrar cómo vienen los cultivos y demás, nos ignoran por completo, no nos leen, podemos decir lo mismo que un varón y a nosotras nos van a criticar y al pibe no.

–G: Sinceramente nos cansamos, después de tantos años. Aunque al principio pensamos que estábamos exagerando, fuimos comprobando que a todas nos pasaba algo parecido. La convocatoria de género nos atraviesa porque la heteronorma incide completamente en este tema. La idea es poder vernos, conocernos, poder charlar de todo esto que nos pasa, de temáticas referidas al cuerpo, al género o a las problemáticas que tenemos como mujeres en una cultura cannábica en la que el varón manda y las mujeres somos cosificadas. Y en realidad las mujeres cultivamos y nos plantamos también. Es muy extraño, porque el heteropatriarcado occidental siempre nos asoció al cuidado de las plantas, pero cuando es una planta que genera placer, goce y es ilegal, no podemos hacernos cargo, no estamos a la par.

–N: Después de haber participado de distintos grupos, nos fuimos dando cuenta de que siempre terminamos hablando entre pibas o identidades feminizadas. También nos pasan cosas distintas con la planta a nivel corporal, con el ciclo menstrual y la luna. Hay características de los efectos que nos influyen específicamente como mujeres así que nos pareció que estaba bueno tener un espacio a donde dialogar y ponerlo en común.

La idea es que sea del litoral, que abarque toda la región, es una problemática que nos toca de la misma forma, no importa de qué lado del río estemos.

La experiencia del cannabis

Como se advierte, mientras el estigma por las usuarias de cannabis, crece a niveles escandalosos, las posibilidades de acceder a la sustancia y disfrutarla, se complican aún más. No es casual que las mujeres tengamos mayor conciencia de peligrosidad frente a los usos experimentales de drogas. La importancia de poder compartir experiencias en el contexto geopolítico que habitamos actualmente, radica en la posibilidad de pensar juntas estrategias de cuidado. El marco de la ilegalidad dentro del cual se produce el consumo y el cultivo de la planta de marihuana, en algún punto nos hace vulnerables. Existe la posibilidad de ser detenidas, encarceladas y discriminadas. También existe la dependencia al dealer, que es muy peligrosa. Hoy en Argentina hay muchísima gente que cultiva, y cada vez más mujeres abandonan esta dependencia y también la que las une a otro varón que le “comparte” sus flores. El feminismo ha venido para quedarse y con ello ventilar los humos del machismo en el mundo cannábico.

Aunque parece un cliché, el correrse por completo de los circuitos de mercantilización clásicos, empodera, da libertad. Es un tema complejo y hay muchas posturas, pero a casi treinta años de la ley penal, y gracias al movimiento cannábico argentino que cultiva desde la crisis de 2001 en articulación con el activismo, hoy existe un fuerte sostén de experiencia, organización y conocimiento sobre la planta. Y no sólo se trata de las personas que conocieron y necesitan el cannabis terapéutico -que son muchas- sino también de todas aquellas que producen conocimientos y aportan sus saberes al Estado.

Desigual

Otra esfera en la que podemos ver la subordinación de la mujer es en el funcionamiento de las redes de narcotráfico. Su estructura de poder también se basa en el género para administrar las tareas, costos y beneficios. Además de ocuparse de la familia, las mujeres se exponen, venden las sustancias ilícitas y utilizan sus cuerpos para traficarla. Son las más precarizadas, el eslabón más vulnerable del sistema. La activista Ana Florencia Sclani Horrac, Licenciada en Geografía y doctoranda en Ciencias Sociales por la Universidad Nacional de La Plata, donde investiga el movimiento cannábico en Argentina, pertenece a la agrupación Mujeres y Cannabis en Argentina (MyCA) y al grupo motor de la Red Latinoamericana de Mujeres Cannábicas.

En una entrevista realizada por la Revista Furias sobre feminismo y activismo cannábico, explica cómo la región latinoamericana padece las políticas represivas que Estados Unidos exportó a estos territorios a través de la guerra contra las drogas. En sus convenciones de 1961 y 1971, Naciones Unidas hizo crecer ese paradigma a través de la construcción de un enemigo público sin cara: “las drogas”, ´pero al mismo tiempo se fundó una política de intervención territorial estratégica.

Las mujeres, lesbianas, bisexuales, travestis y trans, así como también les jóvenes, migrantes, indígenas, afrodescendientes constituyen en los hechos y en el imaginario ese “otro” al que la norma social apunta con el dedo, estigmatiza, discrimina. Existe evidencia concreta al analizar el daño que provocan estas políticas represivas, de hecho según el Institute for Criminal Policy Research, la población femenina total en América Latina ha aumentado en 51,6% entre el 2000 y el 2015, en comparación con un 20% para el caso de los hombres. Específicamente en Argentina, representan más de un 60% de la población femenina que habita la cárcel. A nivel regional, la Unidad Penal N°6 “Concepción Arenal” de Paraná aloja a 85 mujeres, de las cuales 46 son penadas y 39 procesadas. Según un informe publicado en julio de 2019 en el portal web Análisis Digital, el 70% de las presas tienen causas por infracción a la Ley 23.737 de Estupefacientes. En general se trata de delitos de venta al menudeo, transporte y consumo; es decir, delitos que no implican ninguna forma de violencia. Una aberrante mayoría de estas mujeres está encerrada por el prohibicionismo. Es un dato desolador: la prohibición se lleva la vida de mujeres al igual que el patriarcado.

Las huellas Patriarcales

El mundo cannábico contemporáneo siempre estuvo copado por hombres. Pero es un tema complejo y hoy se van abriendo nuevas dinámicas, de hecho, mucho contenido y muchos eventos que circulan en medios de comunicación, redes sociales e incluso en la academia están producidos por mujeres. Existe un cruce político con el feminismo, porque brinda herramientas de lucha y autorreconocimiento que son muy útiles para dejar de vivir a través del mandato heteropatriarcal. El cultivo es reflejo de eso y cambia el cotidiano porque hace que resistamos a la oferta del sistema: comprar “prensado”. Consumir cannabis es una transgresión en sí misma, que la sociedad todavía no acepta. Sí se acepta a la madre que cultiva por sus hijes, porque puede leerse como mujer cuidadora, enfermera, al servicio de otres.

Condiciones elementales

Tanto la señora que usa cannabis para la artrosis como la piba pobre que hace uso recreativo y la madre que cultiva para sus hijos, tienen que tener garantizado su derecho a acceder a un producto de mejor calidad, sin los riesgos que implica hoy conseguir y consumir en la ilegalidad. Son cada día más los colectivos y agrupaciones de mujeres, lesbianas y trans que desde distintos lugares del mundo están trabajando en la lucha contra la prohibición. Organizaciones que dan cuenta de la necesidad de espacios propios para las mujeres y disidencias en un mundo que como en tantos, les reserva siempre un papel secundario. Pero de la misma forma que el mundo cannábico se está transformando a través del debate público y las iniciativas legislativas para regularlo, también lo hacen sus jerarquías y visibilidades.

Contactos

Si alguien quiere sumarse a la agrupación Cannabicultura Santa Fe o al Frente de mujeres y disidencias cannábicas, debe comunicarse vía Facebook, allí hay un grupo cerrado y una Fan Page. Simplemente tiene que pedir acceso o darle me gusta a la página de Cannabicultura Santa Fe.


 



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