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24-03-2020
La duda: cómo asiste el Estado a la gente más vulnerable

Vivir hacinados, la "prueba de fuego" para la población pobre e indigente

Vivir hacinados, la "prueba de fuego" para la población pobre e indigente
En los sectores donde cunde el hacinamiento, la escasez de recursos para adquirir artículos de higiene abre interrogantes: ¿son las personas de menores ingresos un grupo de riesgo ante el Covid-19? "Hay preocupación, pero no hay pánico y existe conciencia sobre la pandemia", dice un referente de la ONG santafesina Los Sin Techo.

Luciano Andreychuk
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Se estima que en la ciudad de Santa Fe hay 5.300 familias indigentes. Y 1.600 ranchos de chapa, nylon, pisos de tierra. Habitan en ellos cuatro, cinco o más personas, en condiciones de hacinamiento. Vivir hacinados es no contar con grifos que larguen agua potable, ni con electricidad; es comer lo que se pueda y cuando se pueda. Así como suena, pues la pobreza no conoce de retóricas ni de eufemismos. Las condiciones de higiene escasean, por falta de recursos para adquirir lavandina, alcohol etílico líquido o en gel, desinfectantes. También, por falta de acceso a información sobre correctos hábitos de limpieza.

Entonces, si la única vacuna -por ahora- contra el coronavirus es el agua y el jabón, la población que vive en condiciones de hacinamiento, ¿puede volverse un grupo de riesgo ante la pandemia? Lamentablemente, es probable: la Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió recientemente que la pandemia del Covid-19 se da en un momento donde 3.500 millones de personas en el mundo viven "en condiciones miserables" y "sin acceso a servicios esenciales de salud". El 40% de la población mundial no tiene un lavabo con agua ni jabón.

El hacinamiento es, entonces, una "prueba de fuego". "Es muy difícil mantener la higiene. Hablamos de ranchos con paredes de chapa donde, cuando llueve, el agua se filtra y el piso se vuelve barro. Si nos guiamos por las condiciones de salubridad, las personas indigentes están muy expuestas (al coronavirus)", advierte a Mirador Provincial el Ing. José Luis Ambrosino, referente del Movimiento Los Sin Techo (MLST).

Una "ventaja"
En los sectores más vulnerables, no hay movilidad social hacia el exterior: "Es decir, no hay gente que viaje al exterior, ni con familiares que viven en el extranjero y vengan y así, quizás, puedan ingresar el virus en forma importada", agrega el referente. Las prioridades son otras, claro: en la persona pobre o indigente, un viaje al extranjero sería algo así como un sueño; sólo poder comer es la meta del día a día.

"Roguemos que el coronavirus no entre a los sectores de pobreza e indigencia. El tema es difícil, y estamos preocupados, sí; pero no hay pánico", asegura Ambrosino. Desde el Ministerio Desarrollo Social se están entregando elementos de limpieza para que el MLST los distribuya: "Estamos fraccionando jabones y demás, y los llevamos. Para atender 1.600 ranchos se necesita el mismo número de kits de limpieza. No alcanza con 100, 200 ó 300... No hay forma de que alcance", insiste el referente.

Los ancianos
¿Qué pasa con los grupos de riesgo del coronavirus (mayores de 60 años) en los sectores sociales más vulnerables? Las personas mayores de 65 años en la pobreza representan el 3,9% (según el Indec) dentro de casi el 36% de pobres que hay en el país. El drama humano de vivir en condiciones deplorables acorta la vida de ese sector etario: "Tenemos muy pocos abuelos en los barrios; es muy triste, pero la gente no sobrevive muchos años el deterioro existencial", agrega. Los no pobres tienen una esperanza de vida de al menos cuatro veces más que los pobres.

Por otro lado, y contra un prejuicio social instalado, "veo todos los días, estando con los pobres, que hay conciencia (sobre el impacto del coronavirus). Se tomen medidas de distanciamiento social, se pone el codo (como forma de saludo en tiempos de pandemia) e incluso se pide disculpas por no poder saludar. Es lo que observo a diario en las barriadas", relata Ambrosino.

Y con respecto a la función del Estado, "creo que se están haciendo las cosas a tiempo (sobre la pandemia). Por supuesto que el sector de la población más vulnerable tiene muchas demandas. No hay que bajar los brazos, hacemos todo lo posible. Afortunadamente, en 30 años que tengo de trabajar con los sectores más postergados, jamás un pobre fue atendido mal en un hospital público. Jamás. El pobre es atendido como corresponde", valora.

La clave de todo es que no deben existir más ranchos, insiste Ambrosino, como ya lo ha hecho en numerosas declaraciones públicas. Los ranchos y el hacinamiento, en definitiva, son -también- una "epidemia" social.

"A las comidas las seguimos dando mediante viandas. Los chicos no están yendo a los jardines, pero al alimento lo tienen garantizado. Pese a la preocupación, hay conciencia sobre el tema y no hay pánico en los sectores más postergados", asegura el referente.


Pan de jabón "cortado en pedacitos"

En la conferencia del pasado miércoles en Rosario (antes de la declaración del aislamiento preventivo y obligatorio dispuesto por Nación hasta el 31 de marzo), el gobernador Omar Perotti fue consultado por una periodista sobre las medidas de higiene (y la falta de acceso a éstas) para las personas en situación de calle, que en rigor son indigentes. Se limitó a decir que Desarrollo Social provincial realizará una "amplia distribución" del jabón más barato, que es "el más eficiente": "Hablamos de un pan de jabón blanco, nada más. Se corta con cuchillo, se parte en pedacitos y se comparte. Esa es la mejor vacuna para enfrentar esta pandemia", fue su definición.




 



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