Belén Fedullo | [email protected]


En enero del año 2020, el mundo se enteraba de la existencia del Covid-19. En China, una cuarentena estricta obligaba a los ciudadanos a mantenerse en sus casas y solo salir para hacer compras o trabajar en “actividades esenciales”. Eso que parecía tan lejano, se transformó en realidad para la Argentina solo dos meses después, el 20 de marzo.


Concordia, al igual que todas las ciudades del país, acató la medida. De pronto, las calles estaban vacías, tal como había pasado con las escuelas unos días antes y el panorama parecía apocalíptico. Por decisión de la intendencia un solo acceso, ubicado sobre la Ruta 015, permanecía abierto con un estricto control a los autos que intentaban entrar a la ciudad. Tiempo después sumaron el ingreso de la ruta 22, que también tenía controladores de documentación y temperatura.


Los móviles policiales y de Prefectura transitaban con mensajes concienciadores. Mientras un solo miembro por familia salía a hacer trámites y compras, el resto respetaba el aislamiento social impuesto y aguardaba ante lo que pudiera suceder. El primer caso fue detectado a fines de marzo, pero no hubo muchos más afectados en esos días, de hecho los contagios fueron significativos recién en octubre. Desde allí a febrero de 2021 hubo algunas semanas de alerta, pero la situación pudo ser controlada.


A un año de ese comienzo, la realidad es distinta. En Concordia permanecen abiertos los comercios, locales gastronómicos y hoteles. La actividad es normal, solamente con una restricción horaria de circulación que impone el límite a las 2 de la mañana.


Análisis del intendente


Alfredo Francolini, intendente de la ciudad, habló con Mirador Entre Ríos y rememoró lo que sucedía en marzo de 2020. “Veníamos viendo cómo estaba la situación y sabíamos que entraríamos en cuarentena. Tuvimos varias reuniones y contacto con autoridades del gobierno provincial y del ministerio de Salud de Nación. Tomamos buenas decisiones, porque cerramos de inmediato los ingresos a la ciudad y eso, junto con otras medidas que parecían antipáticas, sirvió para que pudiéramos contener el virus durante 7 meses”, contó.


Acerca de la sensación que hubo en aquel momento, señaló: “Vemos la imagen de las calles vacías y entendemos que eso impactaba, pero era necesario que fuéramos estrictos. Necesitábamos controlar la situación porque todo era incierto respecto del virus, y las decisiones fueron tomadas con el Comité de Emergencias, que está integrado por médicos en su mayoría. Nos quedamos con lo bueno, pudimos contener los casos y la gente aprendió mucho sobre cómo comportarse por eso ahora, incluso aún en verano, tuvimos una disminución en los contagios”.


Aunque reconoce que la situación es buena y que “los contagios rara vez son masivos”, Francolini pide que la gente siga cuidándose. “Aunque estemos mejor y la vacunación vaya a buen ritmo, tenemos que ser cautelosos y muy respetuosos porque en países limítrofes la situación está muy complicada y porque se viene el invierno y hay que ver qué puede suceder en esa época. No hay que dejar de cuidarse”.


Así, 12 meses después de aquellos días de imágenes de película, Concordia vive días de “nueva normalidad”con el retorno de casi todas las actividades y con la esperanza puesta en la vacuna y en el buen comportamiento ciudadano.