Desde Lucio V. López

Pieles: una obra de danza a la tierra contra el desmonte y el agrotóxico

En los días que regresa el confinamiento obligado el desafío es dar con actividades que reencuentren la conexión humana con el resto del mundo, en detrimento de una caída facilista del botón directo al Netflix de las ofertas enlatadas.
26-05-2021 | 11:32 |

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Foto: Gentileza.


Hagar Blau Makaroff


Es en este sentido recomendable la propuesta que un grupo de personas de alta sensibilidad oriundas de Lucio B. López trae para ver desde casa por streaming el próximo viernes, sábado y domingo en que termina mayo. Se trata de ‘Pieles. Relatos de un territorio’, una ambiciosa puesta poética realizada en el cruce de la danza, lo escrito, la música y la fotografía. Las entradas se consiguen escribiendo al link: https://wa.link/2billr.

Pieles es el proceso de descascaramiento de los territorios, donde una muchacha transita los distintos estados en los que siente su cuerpo desollado, dejando al descubierto las cíclicas muertes por las que todos los seres transitan. La danza de la muchacha habla del desmonte, del desarraigo, de los agrotóxicos, de las quemas, de lo que queda vivo del monte y del río. Colecta yuyos, siembra árboles mientras va comprendiendo la conciencia de las plantas, de la tierra y la traduce en poesía escrita.

En la obra el cuerpo se pone en escena. El fuego lo despierta y los desmontes atacan sus campos. Vuelven los bailes tribales de mujeres que alertan. En el fondo proyectado con videos, un obrero amasa un engrudo de harina, y levanta el cuerpo de la bailarina. Ovejas reclamaban comida, y en el fondo un silo aparece con sus miles de granos, que la muchacha busca para calmar a las fieras. El campo ahora es un pasto quemado, y después tierra seca carbonizada. La muchacha destruida llora sin consuelo, y una vidala en coro de mujeres eleva su ánimo, para que al fin sus pies se conecten con la tierra y con el sabio árbol añoso. La alegría retorna. La muchacha baila una chacarera con su pañuelo, se sumerge en el río Carcarañá, y un acordeón litoraleño la envuelve. La joven se va en el campo traviesa. Una voz femenina sentencia: “Desmontan tu cuerpo y el de la tierra. Te amoldan y arrasan. ¿Cuántos pelos arrancados de raíz? ¿Cuantos brotes naciendo del cemento? La resistencia más antigua, la imparable vida. ¿Quién decide? ¿Quién siembra?”.

Natalia Benedetto es la voz creadora de las ideas primigenias y de los textos, que luego devinieron en la obra, y es también la muchacha que pone el cuerpo en escena. En diálogo con Mirador Provincial, dio a conocer cómo surgió el origen de Pieles, en el marco de su experiencia singular: “Quise tomar la danza como metáfora de la palabra que remonta las vivencias del desmonte, los agrotóxicos y las quemas de la tierra, ya que en lo personal tomé conciencia de la sabiduría de las plantas, con sensibilidad y con mirada crítica a lo que hace la producción humana con la tierra”.

Aseguró que primero fue la poesía escrita y después pasó al cuerpo con la danza en un proceso de cuatro años. “La creación me surgió antes que comience la pandemia y las sucesivas quemas de pastizales de las islas, porque desde hace años en el pueblo de Lucio V. López padecemos los desmontes y queda poco del bosque nativo, y yo quise escribir del contacto del cuerpo como primera casa con el territorio como una casa indisoluble”, precisó.

Natalia debió dejar de bailar por un problema de salud durante los cuatro años previos a la pandemia, y en esos años caminó el territorio en Lucio V. López. “Ahí me conecte con el suelo y conocí las plantas como medicina de sanación. Aprendí las tormentas, las muertes, los inviernos, y el soltar para renacer, todo eso de observar y escuchar la naturaleza. De ese vínculo nacieron los primeros textos. Empecé a escribir sobre como habitamos la naturaleza por el modo de producir y de consumir, el desarraigo de la cultura rural que aniquila. De esta forma lo pensé como capas de pieles que se van descascarando, las pieles del humano, como de las plantas y de la fauna”.

En todos esos años salieron esas poesías, y la bailarina comprendió que “aun cuando encontrás un árbol caído, de su raíz sale un brote verde, y ese es el impulso vital que es inherente a la vida, a nosotros que nos levantamos también”. El proceso fue desde 2017 a 2020, que “a medida que escribía y llegaba la realidad a la situación de la pandemia y a las quemas en las islas, asegura “cada vez le encontraba más sentido”.

En febrero justo antes del encierro, Natalia participó en un retiro artístico, para desarrollar la obra desde el cuerpo danzado, con gente de todas partes del mundo, de diferentes disciplinas circenses y otras artes. “Cuando volví al pueblo, justo con el comienzo del encierro, convoqué al fotógrafo Matías Sarlo a sumar sus fotos sobre los territorios rurales, y realizamos las imágenes de danza en el campo, en el monte y en el río Carcarañá. Algunas fotos fueron proyectadas en mi cuerpo y en una pantalla. El encierro nos encontró en una vorágine de creación”, rememoró con satisfacción aquel tiempo creativo.

De esta forma, la bailarina y el fotógrafo estuvieron encerrados cuatro meses explorando, y ahí entendieron que faltaba la musicalización: “Entonces convoqué a Martín Reinoso, que tomó los sonidos ambiente y creó los paisajes sonoros con melodías propias, e instrumentos y voz del folklore. Entre los registros de la naturaleza, tomó de los más lindos y amorosos a los más crudos, como un molino de viento oxidado que ya no operaba. Y luego sumamos a Severo, para que ordene la dramaturgia a la investigación, compuso con ciertas consignas que faltaban al tejido fino de los tres lenguajes, esa dirección”.

Esta obra en origen fue pensada de forma presencial, con las proyecciones y la música en vivo. “Vivíamos esa época de los famosos 14 días de confinamiento que se renovaban cada vez, y en julio vimos que la pandemia se estiraba, y entonces dijimos basta. Lo empezamos a trabajar con el realizador con una mirada más cinematográfica, para que la presentación se adapte al formato streaming digital”.

Ahora con el producto en el éter informático y ya estrenado, de cara a las últimas tres funciones, Natalia Benedetto reflexiona: “Creo que virtualizar la obra la potenció, porque al no ser presencial lo puede ver otra cantidad de gente de todo el mundo, y gente que no acostumbre a ir al teatro. Pero a futuro sigue en proyecto hacer la versión presencial seguro.

Ficha técnica de la obra
Idea original y textos:
Natalia Benedetto
Dirección: Severo Callaci
Bailarina: Natalia Benedetto
Música original: Martín Reinoso
Investigación visual con video y fotografía: Matias Sarlo
Producción: Evange Jakas
Dirección de fotografía y cámara: Marcos Garfagnoli
Vestuario: Florencia Marting
Gaffer: Ignacio Callusso
Cámara: Juan Macielo
Primer asistente de cámara: Gonzalo Serra
Edición y posproducción de color: Marcos Garfagnoli
Grabación sonora: Martín Reinoso



Temas: EN RESUMEN 
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