Con capitales locales

Frigoríficos que posicionaron a Entre Ríos en la escena nacional

En los extremos del río Uruguay se instalaron dos establecimientos de la industria cárnica que en tiempos de la depresión del 30 alcanzaron renombre nacional. Al norte el Frigorífico CAP Yuquerí, en Concordia; y al sur el Frigorífico Gualeguaychú. Sus grandes instalaciones se recortan en el paisaje como marca de un momento de esplendor, donde junto a la fuente de trabajo nacieron barrios de fuerte identidad.
13-07-2021 | 21:08 |

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Frigorífico Gualeguaychú.



Mariana Melhem
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La década de 1930, conocida como “década infame” en tanto se instaló en el poder nacional de manera ilegítima, en Entre Ríos no registró transformaciones políticas pues no hubo intervención sobre la administración provincial que mantuvo en el poder al radicalismo hasta mediados de la década de 1940. No obstante, la depresión económica se hizo sentir demandando al gobierno local la implementación de políticas sustentadas en acciones de fomento a la producción como la creación del Banco de Entre Ríos, la Ley 2.895 de Colonización Oficial o de Transformación Agraria —que facilitaba el acceso a la tierra de los productores permitiéndoles trabajar y vivir confortablemente mediante el desarrollo de granjas— y el otorgamiento de garantía pública a los frigoríficos de Concordia y Gualeguaychú, en un contexto donde el gobierno nacional defendía los intereses monopólicos extranjeros.

En Concordia

En la década de 1920, los dueños del saladero Fleitas y Nébel junto a otros pioneros como Benito Legerén, se asocian conformando una cooperativa denominada Compañía Saladeril y Frigorífica S.A, con la base de carne salada (charque), envasada (corned beef) y derivados. El establecimiento funcionó de forma provisoria en el Saladero Grande cuya propiedad alquilaron a tal fin. La empresa fue exitosa logrando regular el precio de los ganados. Al poco tiempo se adquirió un terreno localizado al sur de la ciudad entre los arroyos Yuquerí Grande y Yuquerí Chico para la construcción de la planta fabril con capacidad para faenar 1.200 animales diarios. Las obras finalizaron en 1929 y la producción abarcaba: envasado de carne salada, corned beef, conservas, picadillos, abonos, molienda de huesos, aceites, grasas, cueros y fertilizantes, sumado a la faena de vacunos para exportación. La dirección estuvo a cargo del Sr. Benito Legeren —nombre con el que se conoce el barrio— hasta su adquisición por parte de la CAP (Corporación Argentina de Productores) en 1941. Esta Corporación, creada en 1935, llegó a manejar los principales frigoríficos del país y cuando adquiere la fábrica de Concordia, le imprime el nombre de C.A.P. Yuquerí iniciando la exportación de carne congelada y enfriada que se suma a los otros productos.

CAP Yuquerí faenaba 900 vacunos y 500 ovinos diarios, realizaba todo tipo de cortes aprovechando todo lo que el animal brindaba. La existencia de un muelle facilitaba el transporte para la colocación en los mercados extranjeros.
Hacia la década de 1950 alcanzó los 3.000 empleados que llegaban desde la ciudad en colectivo, bicicleta o el tren obrero.

La huella de la fábrica no solo se expresa a través del conjunto fabril donde sobresale la chimenea como marca distintiva, sino todo el conjunto de residencias y servicios de lo que fue un poblado y hoy es un barrio de Concordia, distante a 12 km del centro.

En Gualeguaychú

Esta empresa nace de la mano de ganaderos locales para resistir al intento monopólico de capitales extranjeros que, además de concentrar la comercialización exterior del ganado, pretendían fijar los precios en el ámbito nacional.

Con el objeto de construir una planta frigorífica, en consonancia con la calidad refinada de los vacunos de la región, se emitieron acciones que permitieron reunir los fondos necesarios para la ejecución de la obra. El proyecto fue confiado a The Bracht Company, la dirección técnica a los ingenieros Barberis, Bence y Bordenave, mientras la construcción civil fue adjudicada a la Empresa Argentina de Cemento Armado, de Buenos Aires. Las máquinas se adquirieron en Inglaterra y el sistema de generación de energía eléctrica, fuerza motriz y frío, en una compañía de Suiza.

Para afrontar los gastos de instalación y edificación, la Sociedad contó con el capital accionario, un aporte sin interés del Superior Gobierno de la Provincia de Entre Ríos y un crédito acordado por el Banco de la Nación Argentina con garantía solidaria de los directores de la empresa.

En febrero de 1930 comenzó a funcionar el Frigorífico Gualeguaychú S.A. en su moderna y equipada planta que lo convirtió en el primer exportador nacional de carnes argentinas. Dos años más tarde salió del puerto el primer embarque de carnes argentinas con destino a Reino Unido.

La comercialización también se hacía en la ciudad desde un puesto modelo ubicado en una esquina céntrica que adquirió la empresa donde construyó un edificio de líneas art decó.

En la memoria del pueblo está presente el cuidado y dedicación de la empresa para con sus empleados que tuvieron acceso a salud, educación, y acción social.

El conjunto, conformado por los galpones, la chimenea y el muelle, se complementa con los equipamientos y servicios del barrio Pueblo Nuevo.

Del saladero al frigorífico

Entre Ríos —cuya primera actividad económica nacida en el siglo XVII se centró en la cría de ganado— tuvo un fuerte desarrollo de la industria saladeril, actividad que permitía exportar el producto merced a su eficiente forma de conservación, siendo el siglo XIX su mayor momento de apogeo. El envasado era sencillo, solo requería bolsas de arpillera, y además la calidad de la carne no era un requisito para su comercialización. A medida que se implementaron otras formas de industrialización que permitieron la obtención del extracto de carne, la producción de corned beef o el enlatado de lenguas y mientras se desarrollaban técnicas de enfriamiento, el saladero será desplazado por el frigorífico. La nueva industria volvió el paladar más exigente y demandó la mejora en la calidad a través de procesos de cruza y cría específicos.

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