Literatura

La ciudad: ¿dónde está la gente cuando no está acá?

Juan F Cammardella vuelve a la escena literaria luego de Astargo. Muerte y resurrección (2018). Lo hace con La ciudad, una recopilación de escritos de gran vuelo literario. El libro es el segundo título de la editorial rosarina Punto Final.ediciones.
22-07-2021 | 10:40 |

Foto:Gentileza.
Ariel Gustavo Pennisi


Una recopilación de 30 textos conforma el mapa de la ciudad de Juan F, Cammardella, que podría ser o no ser Rosario. 30 textos de difícil e innecesaria clasificación literaria que invitan al osado lector a la no menos inclasificable categoría de lectura. La ciudad de Juan está conformada desde sus lugares íntimos, desde su prontuario sensorial y a veces académico. Juan escribe desde la bienvenida insensatez, porque sabe que la sensatez la necesitan los mediocres para sobrevivir, haciendo de ella el derecho conquistado de la letra y la palabra. Entonces nos invita a hacer turismo, un turismo que comienza en una cervecería colapsada de calle Pellegrini y termina en un sueño sin puertas atravesando las páginas del libro de Sklar donde todos deseamos a la rusa.

Su narrativa es genuina, cargada de espontaneidad. Ivone Laus lo escribe muy bien en el prólogo: “Se atreve a todo reto de la retórica y ficciona una metrópoli improbable donde ocurren cosas ciertas” y quizás por eso sea necesariamente insensata, alejándose de la abundante mediocridad de la existencia. Una ciudad que sin dudas se nos presenta velada, pero convocante.

¿Qué es una ciudad?
Que es sino nuestro propio mapa conformado por lugares donde supimos dejar nuestras huellas, fijar recuerdos y armar nuestras propias constelaciones sensoriales.

Qué es sino el plano de lo propio, de lo inútil condenado al inevitable olvido del tiempo. Pero estamos ahí, habitando y resistimos. Nos arraigamos a los lugares. En ellos amamos y odiamos, vivimos y morimos. Tranzamos nuestro propios mapas con nuestros propios puntos cardinales, en un decir, fundamos nuestras propias ciudades y luchamos por ella contra la eficacia del olvido. La erotizamos y defendemos con patriótica insignia.

Juan F. Cammardella un día vino a la ciudad de Rosario, vino desde Chivilcoy. El viaje de Juan fue un viaje sin planos, sin destino, inesperado. Vino y fundó su ciudad propia, porque la ciudad de Juan puede ser la de Rosario, pero no lo es. Es su ciudad con su letra propia, su erótica, aquella que no es muda, aquella que se pone en letra para “morderse su propia cola” y mirar la luna desde su propia ventana. Ciudad de amores venidos a menos “hay un sueño, que es el mío/ con un cielo, que es el tuyo/ ahora, sin pliegues donde guardarte”, pero que se reescribe y no deja de escribirse: “In the centre of it all, in the centre of it all your eyes” (en el centro de todo, en el centro de todo. Tus ojos -Blackstar- David Bowie).

¿Dónde está la gente cuando no está acá?
Paisajes devorados (2012) es un falso documental de Eliseo Subiela sobre un cineasta que resiste anónimo en un psiquiátrico de la ciudad de Buenos Aires. Quizás dentro de la genial insensatez del director, el documental no sea tan falso como se lo quiera vender.

En él, actúa un olvidado director argentino que hizo escuela, el maestro Fernando Birri. En un momento del emotivo film, Birri se anima a salir del psiquiátrico. Atraviesa los muros y se sumerge en la ciudad de Buenos Aires con su cámara en mano, vestido al mejor estilo Nostradamus para registrar y hacer su última película o fundar su propia ciudad. Y no solo registra, sino que realiza la reveladora pregunta, aquella que perfora en el vacío de la existencia. Filma, y observa los vacíos rostros, las inertes miradas que conforman la coyuntura de la metrópolis, aquella que nos devuelve el espejo de lo que realmente somos: ¿Dónde está la gente cuando no está acá?

Con su letra, Cammardella nos erotiza y atraviesa con sus fantasías. Se desnuda en un río de metáforas, sincerándose, revelándose, creando su propia ficción y entregando al lector el plano de sus emociones, sus intrigas, su ciudad, abriendo los muros de su muralla para que en él entre el valiente forastero.

Un rodeo, un beso que ya no está, una caricia, una vida erotizada por la letra y sus huellas en una calle que parece poco decir. Una esquina, una ventana que todo lo convierte en una pecera. Quizás somos “peces de ciudad” al decir de Joaquín Sabina naufragando en nuestra propia letra.

Juan F. Cammardella, el fundador en primera persona
-Es este tu segundo libro como autor en soledad por decirlo de alguna manera, ya que has publicado ensayos en coautorías. ¿Cómo se funda La ciudad?

-Bueno, La ciudad es una recopilación de textos breves que fui escribiendo en estos últimos tiempos, ponele en los últimos dos años. En general eran textos que publicaba en Facebook, y en menos ocasiones, en Instagram. Facebook mismo me funcionaba como una especie de memoria o cuaderno, porque podía volver ahí mismo a releer, corregir o eventualmente eliminar. Teniendo en cuenta que tenía varios textos de ese estilo que me gustan, y que me interesaba poder tener de otra forma los fui llevando a un Word.

Cuando apareció la posibilidad de publicarlos, bastó revisar ese archivo para ver cuáles
me interesaban y dónde estaría el hilo conductor. Se me apareció esta idea de la ciudad, que es una expresión que le he escuchado muchísimo a Pablo Zöpke, de ahí mi agradecimiento al comienzo del libro, ya que él suele hablar de “la ciudad” en términos de lo que sucede en la polis.

-¿Te quedaron textos fuera del libro, para futuras recopilaciones?
-Sí, había dos textos que no quedaron en el libro, que se titulaban La ciudad I y La ciudad II respectivamente, y que trabajaban la idea de cuando “la ciudad”, la cotidiana, la del día a día, se vuelve “La Ciudad”, ya en mayúsculas: el ámbito de los encuentros, la trasnoche, los parajes alejados; algo que se aleja un poco de la materialidad geográfica por donde uno transita. No quedaron los textos, pero sí la idea bajo la forma del título. Por eso le di el libro a Ivonne Laus para que se encargue del prólogo, ella supo definir muy bien ahí lo que es “la ciudad”. Incluso la primera oración del prólogo dice que “La ciudad es una trama de amores venidos a menos”, y creo que eso sirve muy bien para definir el libro. Me hace acordar a la sentencia borgeana sobre Buenos Aires, cuando él dice que “la ciudad ahora es como un plano de mis humillaciones y fracasos”.

Así como pasó con esos dos textos que no quedaron, tampoco quedó otro que a muchos amigos les había gustado, que se titulaba Charcos. Si bien trabajaba una idea que me parece interesante, estaba un poco desconforme con el texto, y a pesar de probar varias reescrituras, no me terminaba convenciendo. No quedó en el libro, pero sí encontré esa foto hermosa de mi amigo Santiago Bianchi, donde básicamente se ve el reflejo de un charco.

-¿La foto es la que embellece la tapa?
-Sí, eso era un poco la idea de ese texto. El maravillarse al ver lo que reflejan los charcos después de la lluvia. Luego mirar hacia arriba donde estaría el objeto original y desencantarse, ver que la reflexión no es la misma, que no está ahí lo que el charco refleja, que el charco es otra cosa. Bueno, como decía, eso tampoco quedó en el libro en términos de texto, pero encontró su forma de retornar bajo la forma de la foto de tapa.

Así como pasa con el título y con la foto de tapa, hay toda una serie de textos que creo que coexisten muy bien en este volumen, y que me pone muy contento que estén disponibles en formato papel por fuera de los escenarios de la virtualidad que los vieron nacer.

En mi barrio hay una esquina, un bar, una ciudad, la de Los Tingis
Quizás ninguna criatura humana mayor de la edad de nueve años pueda responder qué es un tingi. Los parroquianos del bar de la esquina, desafiando el destino de su reloj biológico mediante un vermú de por medio, discutieron la veracidad existencial de tales seres misteriosos.

-“Eso es puro cuento”, Pipi.
-“Yo creo que son extraterrestres disfrazados”, Cogotín.
-“Para mí que son los seminaristas, que se escapan para ir de joda.” Petete, el sabelotodo.
-“Si encontrás uno, pedile tres números para la quiniela”. El Bufe.

Y así porque sí, se esfumó mágicamente una nueva tarde en el bar de la esquina.

Bio

Juan F. Cammardella (Chivilcoy, 1992). Es psicólogo y profesor en Psicología por la Universidad Nacional de Rosario. Docente en las facultades de Psicología de la Universidad Nacional de Rosario y el Instituto Universitario Italiano de Rosario. Escribe y se desempeña como psicoanalista en la ciudad de Rosario. Publicó Astargo. Muerte y resurrección (Editorial Municipal de Chivilcoy, 2018) obra ganadora del Concurso de Nouvelle EMCH 2018. En coautoría, escribió en la recopilación “Discursiones. Ensayos psicoanalíticos” (Una Piraña Ediciones, 2019). La ciudad es su primera publicación en Punto Final Ediciones.
Foto de portada: Santiago Bianchi.

Contacto editorial
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