Novedad editorial

Fastos de Mnemosine: Los excelsos festejos de la memoria

La última producción literaria del escritor y doctor en letras rosarino Roberto Retamoso (1947) sale a la venta y promete desde su poesía interpelar el campo literario.
17-09-2021 | 12:20 |

Foto:Gentileza.
Ariel Gustavo Pennisi


El pasado sábado 11 de septiembre se presentó el último libro de Roberto Retamoso “Fastos de Mnemosine”, un nuevo proyecto conjunto de la Escuela de Literatura de Rosario A. F. Oliva, la Interzona Cultural del Mercado Solidario y la Cooperativa Eloísa Cartonera.

El evento se llevó a cabo en el Almacén de las Tres Ecologías (Paseo de la Costanera al 1500) de la ciudad de Rosario y contó con la presencia de Pablo Bilsky y Cacho Palma. Desde Mirador Provincial dialogamos con el autor de la obra que al decir de Bilsky “es una suerte de Ricardo III nuestro, argentino con olor a Pampa” que viene a dejarnos un bello “juicio poético”.

El nombre, la obra
-¿Qué nos evoca el título de la obra?

-Mnemosine es la diosa griega de la memoria. Fastos, un vocablo español que significa festejo enorme. En consecuencia el título intenta nombrar un acto que funciona como metáfora, el de los festejos excelsos de la memoria.

-Y en la memoria de esta obra ¿Se evoca alguna historia en particular?
-Sí, ese título aplica a una historia particular, la de un viejo terrateniente argentino que, estando ya al final de sus días, intenta recuperar por medio de la memoria lo que ha sido su vida, y al hacerlo exhibe lo que ha sido esa vida en relación con el propio país. Los resultados de esa rememoración no son positivos para el uno ni el otro. Sin pretender establecer una relación causal, podría decirse que de historias como la de ese viejo está hecha la inacabada tragedia argentina, lo cual sería tal vez una de las
advertencias que intenta señalar la obra.

-Memoria, muerte, trascendencia, anhelo de inmortalidad. Temas que atraviesan Fastos de Mnemosine ¿Se la puede definir como una obra sobre la condición humana?
-Seguramente, o por lo menos sobre ciertos aspectos de esa condición. También diría que es una obra sobre el tiempo y su transcurso, sobre lo que ese devenir nos deja o nos quita, sobre aquello inmaterial que se aloja en lo más íntimo de nuestras subjetividades para moldear nuestra experiencia de vida. Un autor al que leo con mucha atención, Jorge Alemán, define al sujeto humano como un sujeto hablante, deseante, y mortal. Creo que es una buena fórmula para pensar lo que somos, e intentar escribir sobre ello.

-¿Te llevó mucho tiempo el armado del texto?
-Escribirla no me llevó mucho tiempo, como en general no me lleva la escritura ficcional o literaria. Son momentos, donde algo irrumpe y me exige escribir, pero después suelo pasar períodos considerables donde no escribo nada, y me dedico a otras cosas.

-¿Estás trabajando en algún proyecto literario?

-Aún no estoy escribiendo otro libro, pero tengo ganas de retomar un viejo proyecto inconcluso: un libro sobre Juan José Saer, el más importante escritor que dio esta provincia de Santa Fe.

La literatura. Su juicio
-Pablo Bilsky define a la obra como un “Juicio Poético” haciendo clara referencia a la trama donde se puede pesquisar el vínculo de los grandes maestros de nuestra literatura con distintos sectores que históricamente han concentrado el poder en nuestro país. Pienso en los clásicos Leopoldo Lugones, Bioy Casares y Borges como los casos más ilustrativos, en la actualidad ¿cómo podemos pensar esa relación? ¿Es extensiva a otros campos artísticos que exceden la literatura?

-Es un tema para analizar. Bien señala Pablo Bilsky ese vínculo, que era propio de otro momento histórico del país, cuando se podía hablar de una oligarquía terrateniente como un sector nuclear de las clases dominantes. Creo que hoy el cuadro social ha variado, y ese sector nuclear se ha desplazado -sin perder ese anclaje en la producción agropecuaria, pero ahora en mano de empresas que poco y nada tienen que ver con los antiguos dueños de la tierra- hacia la actividad financiera, el extractivismo y la comunicación, ya sea la de los medios tradicionales como periódicos y canales televisivos, o la que es propia de las redes sociales. Entiendo que ese bloque social y económico es el que ocupa el centro del poder en el país, acompañado por una parte significativa del poder judicial. En ese contexto, el campo literario y el campo artístico en general ya no dependen de -ni reportan a- oligarcas terratenientes, sino a un entramado de intereses concurrentes, el de las grandes editoriales muchas veces asociadas a los grandes medios comunicacionales, que a través de dudosos concursos ungen y des-ungen autores.

-¿Y el Estado? ¿Qué papel cumple en este entramado?
-El Estado, en todos sus niveles y jurisdicciones -nacional, provincial y municipal- también interviene en el campo por medio de concursos asimismo sospechosos, sin olvidar además el papel del periodismo literario y cultural, el de los grandes medios nacionales en primer término y el de los locales en segundo. A lo cual habría que sumar, para completar el cuadro, a las universidades donde se dictan carreras de letras y de arte en general, ya que si bien su papel y su poder es secundario y vicario, no dejan de operar como funcionales participantes que también aportan lo suyo a esa hegemonía. Ese entramado de intereses constituye, de tal modo, el campo de poder que rige sobre el campo literario y cultural, con políticas sumamente criticables en cuanto a lo que se promociona y lo que no, a los gustos que promueven a nivel del público lector y consumidor, y a las perspectivas o cosmovisiones que sostienen, ya que todo ello forma parte del inmenso dispositivo de poder neoliberal que caracteriza nuestra hora. No caeré en el exabrupto de mencionar a los escritores y artistas que medran con esa situación. Pero que, como se dice de las brujas, existir existen verdaderamente.

-Pienso en la disputa literaria entre los famosos grupos de Flores y Boedo que se dio a principio de siglo pasado. ¿Había un foco de resistencia a este fenómeno por parte de los de Boedo?
-Claramente, por su posición política e ideológica, más proclive a la crítica social y al enfrentamiento con las fuerzas del Estado. Aunque las cosas no son nunca lineales, porque Borges fue irigoyenista en esa época, y la revista Martín Fierro se enfrentaba con Lugones en tanto poeta oficial del momento. Pero claramente la resistencia estuvo del lado de Boedo, de donde surgieron figuras como Nicolás Olivari que devendría peronista, al igual que Leopoldo Marechal que revistaba en Florida. Ello demuestra que la historia nunca se divide en dos partes opuestas, sino que tiende a las mezclas y los préstamos inesperados.

Literatura en Latinoamérica
-Este fenómeno carnal si se quiere, entre literatura y poder, por lo menos en el canon literario de mediados de siglo pasado, ¿es un fenómeno argentino o se puede ubicar en América Latina?

-Desde luego que atraviesa toda América Latina, como otras zonas del mundo. En toda la región convivieron los autores críticos y los autores dóciles, aunque el poder, como dice la Biblia, es legión, y por ende se encarna en cualquier parte.

-¿Cómo percibe el estado actual de la literatura en América Latina? ¿Qué vino después del boom y qué predomina en lo contemporáneo?
-No tengo un panorama muy acabado de la realidad actual de la literatura de la región, ya que conozco a determinados autores pero no a todos. De todos modos diría que la literatura latinoamericana ha abandonado ciertos tonos beligerantes y optimistas propios, por ejemplo, de los años sesenta y setenta, para replegarse en discursos muchos más introspectivos y minimalistas. Seguramente que ello tiene que ver con la realidad actual de Latinoamérica, donde a pesar de haberse vivido un comienzo de siglo signado por la aparición de gobiernos populares, no reeditó formas literarias que fueron exitosas en otro contexto, lo que probablemente venga a probar que las formas literarias nunca son un reflejo mecánico de lo que pasa a su alrededor.

Bio

Roberto Retamoso nació en Rosario en 1947. Es doctor en letras, profesor universitario, crítico e investigador. Es pionero en su ciudad natal a la hora de utilizar los saberes de la academia para abordar un estudio profundo de la literatura local. Entre sus vastos estudios se destacan: La dimensión de lo poético (1995), La sujeción imposible y otros escritos (1996), Figuras cercanas (2000) y Oliverio Girondo: el devenir de su poesía (2005).Como poeta, publicó Preguntar del hijo (2007) y La primavera camporistas y otros poemas (2008), El diecisiete (2017). También se destacan sus novelas Las aguas cárdenas (2015) y Prosopopeyas (2018). En 2017 junto a Roberto García, fundó la Escuela de Literatura de Rosario Adolfo F. Oliva.



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