Rosario

Yamila Jure, un ejemplo de resiliencia

La joven de 26 años pasó de ser alumna a instructora del proyecto de inclusión recreativa del programa Yo También Juego en el Polideportivo 9 de Julio de Rosario.
13-02-2022 | 8:10 |

Foto:Gentileza
Yamila Jure comulga humildad con una fuerte tenacidad para sobrepasar escollos. “Tengo una discapacidad de nacimiento fruto de una falta de oxígeno que tuvo mi mamá. Como consecuencia de eso tengo una discapacidad motora motriz que se llama hemiparesia y me compromete todo mi lado izquierdo. Pero más allá de eso, se puede de todas maneras progresar. Con otros tiempos, pero se puede”, describió la joven de 26 años que pasó de ser alumna a profesora del proyecto de inclusión recreativa del programa Yo También Juego en el Polideportivo 9 de Julio. Una genuina historia de superación. Un claro sinónimo de resiliencia.

Hay que verla actuar cuando está al frente de una clase para certificar que Yamila pone el corazón y conocimiento en todo momento en pos de ayudar a los chicos que también buscan superarse y mejorar la calidad de vida. “Desde el 2016 estoy en este proyecto de inclusión recreativo deportivo para personas con discapacidad. Primero como alumna y luego como colaboradora”, afirmó Yami.

El agua es su pasión

“Todo empezó porque necesitaba un lugar para hacer natación. Vine en busca de un espacio recreativo y así empecé, diría de casualidad, a involucrarme cada vez más con esto”, remarcó.

La carismática profe relató: “Un día me invitaron a colaborar en este proyecto y así empecé. Hasta el día de hoy formo parte de un gran equipo. Tengo compañeros que realmente son excelentes y me hacen sentir muy cómoda. Me ayudan un montón, a lo que le sumo que esta es mi parte más social”.

“Todos los polideportivos municipales tratan de fomentar la sociabilización más allá del deporte. Para nosotros es algo muy importante y estimulante poder contar con estos tipos de espacios”, describió Jure.

Yamila desempeña un rol preponderante en el Polideportivo 9 de Julio. Pese a su humildad reconoce que “al principio no esperaba esto. Pero la verdad es que este lugar me ayudó un montón. No sólo a mí sino además a varios chicos. La pandemia frenó un poco esta movida, aunque lo más importante es que los que vienen la pasan muy bien y se genera un vínculo constante que perdura durante todo el año”.

“Al tener una discapacidad motriz y poder estar en este espacio es como que puedo convivir mejor con mi patología porque hago todo con más naturaleza. Acá no tengo ninguna vergüenza ni miedo, a lo que le sumo que la pileta es lo más lindo que hay porque es como uno puede desplegar todo su potencial. Dentro del agua vemos muchas cosas positivas. Más que una descarga es un real disfrute”, sostuvo con leve sonrisa.

La rutina para los chicos es variada. “Hacemos juegos con diferentes objetos como pelotas, colchonetas, etc. También generamos canciones. A eso le agrego que las personas que puede hacer algunos de los estilos en el agua tratamos de ayudarlos para que puedan desarrollarlo. Si por alguna cuestión se le dificulta, no hay problemas. Tiene el espacio y tiempo que necesite para ejercerlo. La idea es superarse a través de la recreación y sociabilización con los compañeros”, apuntó Jure.

Los chicos rompen barreras a su tiempo. “Hay consignas puntuales pero no son tan estrictas. Cada uno debe hacerla como puede, de a poco. El tiempo lo marca la propia persona. Estamos para ayudar, no para competir”, graficó. “Con el correr de los días cada uno se va soltando más”, acotó; “y el resultado lo ves a diario con el disfrute y al ver que están más tranquilos y conectando con el entorno permanentemente”.

Mucho más que una docente

El hecho de tener una profe como Yamila es una especie de ventaja para los alumnos porque sabe naturalmente cómo piensa el chico. Los libros ayudan pero hay aspectos que sólo se enseñan mediante la experiencia o propia vivencia. “No había pensado en ser profe. Era como que sólo me interesaba venir a natación para que me ayudara con mi discapacidad. Se fue dando todo solo, pese a que ayudó también que comencé a estudiar el profesorado de nivel inicial, que terminé el año pasado gracias al apoyo de mis compañeros como Gabriela Piaza y los chicos del polideportivo. Tuve mucho apoyo e incentivación por suerte. Luego se dio de estar acá y acá estamos, ayudando a los chicos. Eso marca que se puede. Porque se puede superarse. Uno no es consciente de lo que hace, pero cuando ves que una persona vuelva al otro año es gratificante porque además ves el progreso del chico, sea con la superación o la sociabilización con el entorno”, amplió.

Cierto que no todo el camino transitado siempre fue de rosas. Hubo espinas que en su momento generaron ciertas cicatrices, que en la actualidad forman parte del pasado construido a pura hazaña y amor.

“En torno a mi discapacidad me ha costado hablarla, más allá de que ahora la naturalizo. Sucede que a veces la mirada del otro influye. No es que lo hagan de manera intencional sino desde el propio desconocimiento. Más allá de eso, lo bueno es que todo lo que vengo haciendo durante todos estos años me ayudó para progresar”, narró.

Y agregó: “Si bien necesito kinesiología para mejorar la calidad de vida, también es verdad que me ayudó mucho tener apoyo. Porque sola no se puede. Es importante el núcleo familiar como el grupo de trabajo que integro. Ni hablar del espacio que me brindaron desde el primer momento en el programa Yo También Juego. “Cuando al principio te dicen que tenés una persona con discapacidad es difícil para la familia. Pero después vas viendo cómo va creciendo y cómo se va desarrollando, siempre hay una posibilidad para estar mejor. Más allá de que puede ser complejo en algunos sentidos, siempre hay una chance para poder progresar”.

Comentó que “por eso es importante que todo aquel que no sepa cómo hacer, pida ayuda. Hay mucha gente y profesionales capacitados para darle una mano. De hecho, yo la tuve. Porque acá, por ejemplo, quienes me ayudaron de entrada y ahora siguen con el programa, ven siempre en primer lugar a la persona por encima de la discapacidad. Siempre antes hay un nombre, una familia y un contexto por sobre las barreras que pueda tener cada uno. Gracias a todo esto me incentivó a querer participar en este grupo y espero todos los veranos para vivir este presente y colaborar con los chicos que quieren superarse”, afirmó Yamila, quien además fue Animadora Juvenil en el Polideportivo Irigoyen, que “fue mi primer poli y me encantó. La coordinadora era Eliana Artigas, quien me ayudó mucho”.

“Siento al Polideportivo 9 de Julio como un lugar de pertenencia. El resto de los profes colaboran con todo y hay un gran clima de compañerismo. Nos comparten los andariveles sin problemas y siempre muestran muy buena predisposición para lo que sea. Sobre todo si de ayudar al otro se trata”, cerró Yamila, la joven de 26 años que es sinónimo y símbolo de superación.

“Yamila es una más”

Fernanda Calvi es kinesióloga y forma parte del proyecto Yo También Juego. “Somos un equipo multidisciplinario que pertenece al área de Deporte Comunitario. Entre los integrantes está Yamila, quien para todos nosotros es una compañera más que cumple muy bien su rol desde hace algunos años”, destacó la profesional mientras terminaba de ordenar los elementos de trabajo que había utilizado en la pileta del 9 de Julio.

“El crecimiento que exhibe Yami es constante. Comenzó a venir al polideportivo como alumna. Luego se fueron dando las cosas y actualmente es una más de nosotros. Tiene las mismas exigencias y obligaciones que el resto. Es una pieza muy importante”, destacó Calvi.

La kinesióloga además ponderó el aporte de Jure. “Nos brinda y aporta una visión muy importante de nuestros alumnos porque ella sabe de qué se trata tener una discapacidad y querer aprender un deporte. Siempre la escuchamos porque sabe perfectamente de qué se trata este tema. Sus conceptos son muy valiosos y productivos”, afirmó.

Fernanda además resaltó con firmeza que “es un placer trabajar con ella. Es una gran profesional y maestra. Es una joven súper alegre y muy responsable. Es muy atenta y gran trabajadora. La verdad es que como se maneja con independencia y normalidad, uno no de presta atención a la discapacidad puntual que tiene porque además se desenvuelve sin problemas. Incluso terminó la facultad mientras trabajaba, en ese sentido no me pongo a detener qué es lo que tiene porque sinceramente es una más de nosotras”, cerró con orgullo.
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