Holofonía

Hugo Zuccarelli, el hombre que revolucionó el sonido

Hugo Zuccarelli a sus 10 años presenció sin visualizar un siniestro vial, del que no fue víctima por poder localizar la fuente de sonido. Una década más tarde, confirmó que su teoría de localización era verdadera cuando pudo reproducir grabaciones de percepción 3D con un solo auricular. Mirador dialogó con el inventor sobre la Holofonía y sobre los parlantes holofónicos, una manera distinta de escuchar.
24-03-2022 | 11:00 |

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Hugo Zuccarelli. Foto: Gentileza.


Gisela Mesa [email protected]


Hugo Zuccarelli, el hombre que revolucionó el sonido presenta sus parlantes holofónicos en Rosario y Buenos Aires, donde se realizan funciones para vivenciar la experiencia en total oscuridad reproduciendo música de grandes artistas nacionales e internacionales.

El primer paso de Zuccarelli fue la invención de un micrófono holofónico monoaural, el cual puso a prueba de forma intensiva. Pronto fabricó un prototipo binaural que colocó en la cabeza de un maniquí equipado con dos tímpanos sintéticos, artificiales. Así en 1980 creó el sistema de grabación holofónico. Mirador Provincial dialogó con el inventor para conocer sus comienzos, y de qué se trata su marca registrada, su anécdota con Pink Floyd.

-Dicen que la curiosidad radica en la infancia, ¿Cómo eras de niño?
-Quizás mi curiosidad de niño fue instigada por mi padre quién se recibió de maestro, pero aparte era profesor de la Universidad de Buenos Aires. Era una persona muy didáctica en sus charlas y aparte incitaba la curiosidad. De alguna manera, nos estaba dando constantemente datos del universo y como este funcionaba, y por supuesto los datos más extraños y maravillosos. Mientras ahora la gente todavía se sorprende de que estemos hechos por material estelar, que nuestra materia corporal se formó en los hornos de las estrellas, yo manejaba ese concepto desde muy joven.

-¿Qué te despertó el interés por los sonidos?
-Esto se remonta a esa famosa experiencia que tuve cuando tenía 10 años cuando dos coches chocaron detrás de mí y yo me di vuelta porque me asusté mucho. En ese momento me di cuenta de que los sonidos tenían una precisa localización en el espacio y nosotros éramos conscientes de todos los sonidos que nos acechaban o rodeaban de manera que si nos teníamos que defender podíamos saber de dónde venía el enemigo. O sea que desde muy chico para mí el mundo del sonido fue muy importante. Para mí se forjó en mi mente el hecho de que la localización del sonido, o de un sonido, era casi más importante que escucharlo. Si nosotros vamos en un auto y empezamos a escuchar un sonido, o una alarma, o un sonido mecánico es bastante inútil descubrir que hay un sonido, pero no saber de dónde viene. Pasamos largo tiempo hasta que lo ubicamos. O sea, es la ubicación de ese chillido, o esa alarma, o ese ruido mecánico que puede llegar a determinar que solucionemos el problema.

-¿De qué hablamos cuando decimos holofonía?
-Cuando hablamos de holofonía nos referimos a un invento que se basa en un descubrimiento científico. Desde muy joven descubrí que el hombre no necesitaba de dos oídos para localizar una fuente de sonido. O sea que todos los libros y todo el conocimiento de la localización del sonido estaba equivocado. Entonces tuve que desarrollar un modelo matemático y físico para explicar como un solo oído podía llegar a determinar la localización del sonido. Después cuando ya tuve la suficiente instrucción en física y matemática, pude determinar que el oído no era un ente pasivo. O sea no se comportaba como un micrófono captando los sonidos, sino que de alguna manera este interfería con este sonido dándole coloraciones diferentes para cada localización en el espacio. Y realmente el oído interno analizaba esas distorsiones adquiridas, y esas distorsiones le daban al cerebro la posibilidad de saber de dónde venían. La holofonía entonces es una palabra que inventé yo y es mi marca registrada.

Pink Floyd
-Sabemos que has grabado un disco con Pink Floyd, ¿podrías contarnos cómo te sentiste trabajando con ellos?

-Trabajar para mí con Pink Floyd fue dos cosas: quizás la primera cosa importante que hice en mi vida, yo ya había trabajado con Luciano Pavarotti, con Lucio Dalla, con Francesco Guccini, que eran estrellas locales en Italia, había tenido contacto con mucha gente importante, pero trabajar y ser pagado por mi trabajo con Pink Floyd representó mi primer trabajo importante. Sin embargo, llegué en un momento muy delicado, en el momento en el que estaban separándose, particularmente había algunos roces entre David Gilmour y Roger Waters y yo lo percibía de una manera muy primitiva ya que no dominaba la lengua inglesa. De alguna manera, me sentía como los chicos cuando los padres se están peleando que sienten una atmosfera de violencia en el ambiente, pero nunca son capaces de presenciar una discusión entre el padre y la madre. En definitiva, era algo que se sentía en el aire, pero uno no podía determinar exactamente porqué. Prácticamente fue uno de los errores más grandes de mi carrera, porque desperdicie un año y medio sin ser pagado. Los Pink Floyd dijeron que no tenían más dinero para seguir pagándome a pesar de que la EMI les exigió que presentaran un nuevo disco porque se habían atrasado muchísimo en la presentación del soundtrack de la película The Wall. El disco The Final Cut surgió de la recopilación de canciones que habían sido descartadas para el trabajo de The Wall, pero llevó un año y medio grabarlas. De estos días yo conservo los masters digitales de todas las grabaciones que se hicieron en Abbey Road. Incluso con la London Synphony Orchestra, y que no fueron utilizados en el proyecto debido a la interferencia de James Gunthrie.

-Elegiste estudiar ingeniería electrónica y obtuviste una beca para viajar a Milán en 1978, ¿cómo fue esa experiencia?
-Recibí una beca de estudio para estudiar en el politécnico de Milán cuando tuve que suspender mis estudios estando en el cuarto año de ingeniería electrónica en la UBA debido al golpe de Estado militar que provocó muchas muertes, persecuciones políticas y desapariciones. En ese momento yo emigré a Italia como muchos otros para buscar terminar mis estudios. Sin embargo, no terminé mis estudios debido a que descubrí la holofonía en ese momento. Lo presenté a los profesores de bioingeniería y estos me aconsejaron abandonar todo ambiente académico porque ellos consideraban que la academia iba a terminar aplastando mi invento o robándomelo. Me aconsejaron que lo patente y me retire del país porque en Italia al igual que la Argentina es una colonia extranjera y ninguna persona que tenga un invento importante puede desarrollarlo en su país, tiene que emigrar. Luego emigré a Inglaterra y por último a los Estados Unidos. El problema de los inventos revolucionarios es que no tienen lugar en los mercados.

-Hablame de Música en la oscuridad, qué va a encontrar el público rosarino.
-En el caso de la Música en la oscuridad con los parlantes holofónicos edición Rosario es similar al de Buenos Aires, pero con algunas reformas que buscan adaptarse a las costumbres de esta ciudad. En Rosario, elegimos una sala de cine que es el Nuevo Monumental, para lograr una mayor oscuridad y acústica en el show. Comienza con un video explicativo, donde sucintamente explico en detalle el funcionamiento del parlante holofónico. Durante mi estadía en Rosario, al final de las funciones, realizo un monólogo explicativo humorístico para lograr una mayor comprensión del público. Estas bases o estas diferencias se resumen en dos cosas: el parlante holofónico no tiene distorsión, no tiene un gran espectro sonoro desde los más bajos hasta lo más alto, y sobre todo tiene un respeto perfecto al timbre del sonido, siendo el timbre la relación entre frecuencia y como están secuenciados, es decir, la relación entre los armónicos y la fundamental. Esto está explicado en un corto video y le permite a la persona darse cuenta de que lo que va a escuchar es único en el mundo ya que no existe otro parlante con estas características. Como resultado la experiencia de escuchar música en la oscuridad da la sensación de que uno fue invitado al estudio de grabación cuando el artista estaba completando las pistas para el disco que vamos a escuchar. En el caso de El lado oscuro de la luna es como si Roger Waters te invitara a ti a Abbey Road cuando lo estaban grabando, te dijera “sentate en esta silla, vamos a apagar la luz, vamos a grabar esta canción, por favor no aplaudas” Cuando termina de ejecutarse la música de tu canción preferida del disco prenden la luz y vos te encontrás en el Monumental. Esto, por supuesto, tiene una connotación psicológica única en el mundo. Mucha gente se siente tocada en el alma al punto de romper en llanto, nosotros cuando prendemos las luces mucha gente estuvo llorando porque se sintió entretenida por su artista favorito, siendo en algunos casos artistas que ya no están con nosotros como Freddy Mercury, Spinetta, Cerati y muchos otros.



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