Algo sobre la búsqueda de la felicidad

El Fulgor de una obra sobre apariciones en sueños y las hermanas de Chejov

Este viernes estrena la segunda obra del ciclo “Sobre ángeles, demonios y fantasmas” escrito por Rody Bertol. Y en esta oportunidad se trata de “El fulgor, destello de algún querer” bajo la dirección de Sofía Dibidino. Una comedia dramática que nació en un sueño del dramaturgo rosarino en pleno encierro de cuarentena, inspirada en la obra “Las tres hermanas” de Anton Chéjov, que se preguntan qué es la felicidad.
05-05-2022 | 14:22 |

Foto:Gentileza.
Hagar Blau Makaroff


En sus palabras, al visitar su sala de ensayos con el grupo Rosario Imagina, “amargado y preocupado crucé la ciudad y entré al estudio. Me senté en el sillón e inusitadamente me quedé dormido. Y ahí digo que a esta obra no la elegí, sino que fue una obra que me eligió a mí. Al despertarme me di cuenta que había soñado con Las tres hermanas, que gira en torno a la pregunta por la felicidad, y yo, en medio de la pandemia, amargado y triste, decidí escribirla”.

La nueva puesta teatral de Rosario Imagina desembarca en el Teatro de La Manzana, desde este viernes 6 y todos los viernes de mayo y de junio, a las 21hs. Actúan Claudio Danterre, Estefanía Salvucci y María Eugenia Ledesma.

La obra tiene una entrada general de $ 800, y se pueden adquirir los días de función, en la boletería del Teatro de La Manzana, San Juan 1.950. Se puede reservar al número 341-6852588. Jubilados y estudiantes de carreras artísticas y de los talleres de La Manzana cuentan con 50% de descuento en el valor de la entrada sujeto a disponibilidad de sala.

Un director, dos actrices y un ensayo teatral. El fulgor es una luz que nos despierta y, como el amor, nos enceguece, nos deslumbra, nos deja desorientados. Los deseos, los sueños y la ficción se entretejen, se funden y confunden en los vínculos de estos tres personajes que transitan por los tragicómicos caminos del amor, en la búsqueda de la felicidad. Algo de todo
esto cuenta la trama de esta obra.

Su directora, Sofía Dibidino, contó a Mirador sobre el proceso de semejante comedia dramática intimista, de su experiencia como directora, y sobre la significancia que tiene la máquina soñante en ese cénit que parece siempre ideal de la búsqueda de felicidad.

Mirador: -Esta obra nació a partir de un sueño que tuvo Rody en plena pandemia, y vos misma has procesado sus textos en tus propios sueños ¿Cómo penas que se vincula el pensamiento durante el sueño con la búsqueda de la felicidad, el guiño con la obra de Chejov?
Dibidino: -Claro, en ese sueño de Rody nació la idea y luego fueron apareciendo los otros elementos y las escenas. En El fulgor se entretejen la ficción, la fantasía, los sueños, las presencias y las ausencias. Esto me resulta fascinante porque además de amar el teatro-la ficción- y la posibilidad de imaginar/fantasear/crear, en lo personal soy una soñadora nata. Mis sueños son abundantes, largos, insólitos, siempre me sorprenden, muchas veces me perturban, me dejan consternada, otras me hacen reír.

En el trascurso del proceso me fui encontrando con la obra de distintas maneras y momentos del día y de la noche, incluso en algunos sueños donde se me aparecía una escena o surgía un recurso que después llevaba al ensayo para proponerles a los actores. Es como si los sueños pueden decirnos algo, darnos señales o abrirnos caminos que durante la vigilia no podemos ver; y por otra parte, hay una línea que -como plantea Rody- es muy delgada entre los vivos y los fantasmas, los sueños y la vigilia.

Así fui profundizando mi diálogo con el material de la obra y comprendiendo el rol de dirección. En un momento sentí que era clave plantear en las escenas algo del extrañamiento tan propio del lenguaje onírico. Sabemos que los sueños tienen el poder de expresar, escenificar, representar, nuestros deseos y miedos más profundos también, con toda la libertad que permite el descanso de nuestro juicio racional consiente. En ese sentido creo que podría vincular el deseo que el sueño realiza con la gran búsqueda de la felicidad tan presente en “las tres hermanas” de Chejov. Hay algo de lo irrealizable, lo inalcanzable o lo imposible del ideal de felicidad que, si bien nos puede motorizar, también nos puede anclar en una forma de existir en la que “la felicidad siempre está en otra parte”. Justamente creo que esa es una de las cuestiones que la obra viene a interpelar.

Por otra parte, me resulta sumamente atractivo llevar a la escena la atmósfera onírica que esta obra necesita, en la que dicho lenguaje de los sueños puede volar por los aires nuestra capacidad de control, fragmentando espacio y tiempo, rompiendo nuestras estructuras. El pasado que vuelve como una ola. Lo fugaz del presente. El enigma de lo que vendrá.

Los personajes de El fulgor, se encuentran inmersos en vínculos bastante fallidos y que también se apuntan en dicha búsqueda de la felicidad. Siempre me resultó atrapante la complejidad de los vínculos afectivos, el enigma de cómo se arman esas tramas. Creo que todos pasamos por momentos de gran desorientación, también por la creencia de que algún día alcanzaremos aquel bien tan deseado y fantaseado que es “LA FELICIDAD” (así de grande, ideal y estable). Siempre me resultó necesario tomar esto con humor. Por suerte, el teatro nos da la posibilidad de reírnos de esta errancia con la que existimos y nos vinculamos, apostar a lo tragicómico es otro de los atractivos que tiene para mí esta obra.

-Es una obra dentro de otra obra, ya que los protagonistas son el director y sus actrices, como una mamushka se puede decir. ¿Cómo fue la experiencia para vos de dirigir una obra de Bertol, que te ha dirigido, y en ese juego concéntrico de que la puesta de tu dirección sea sobre un personaje que es director?
-Sí, en ese sentido fue como una especie de círculo que se “cierra” o más bien abre otras experiencias. Nunca me había imaginado que esto iba a suceder y eso lo hace para mí más atractivo todavía.

En principio fue un verdadero gusto el recibir la invitación de un director al que admiro desde hace años, con el que tuve el lujo de trabajar como actriz en cinco proyectos. Además su propuesta fue muy clara y contundente (dicho con textuales palabras Bertolianas “mira rubia que vas a dirigir en serio”) cuando habitar ese rol es desde hace un tiempo un deseo que me atraviesa fuertemente.

-Es tu primera obra dirigida por vos ¿Cómo fue esa experiencia y de qué forma te identificaste con el argumento nacido en pleno encierro de la pandemia?
-Es mi primera experiencia de dirección teatral plena digamos, ya que había hecho direcciones compartidas en proyectos previos (Teatro Compacto y Enter Dylan Versión Postpunkdémica) y también desde mi rol de docente hace 12 años que dirijo las muestras de mis alumnos.

Sin duda se trata de un desafío, ya que mi búsqueda principal siempre estuvo más ligada a la actuación; entonces, implicaba correrme del lugar de actriz y colocarme desde un “afuera” de escena -que en realidad está muy adentro- confiando en mi mirada y en mis aportes. En este sentido, Rody en un gesto amoroso y habilitante, me dijo que para él siempre es valioso lo que cada artista puede ver desde el rol de dirección, porque justamente se trata de una mirada particular, única, cada uno puede ver y aportar algo que probablemente otros no.

Por otra parte, al leer el texto de esta obra comprendí que su autor planteaba una búsqueda poética- teatral atravesada por temas que me resuenan fuertemente, que también me inspiran, me interrogan, me interpelan desde hace años y que suelen estar muy presentes en las obras de Rosario imagina. El amor, el teatro, los sueños, la búsqueda de la felicidad. Todos y cada uno de estos universos me convocan.

Creo que el aislamiento de pandemia generó en muchos la posibilidad de encarar los deseos y proyectos, de concretar, de cortar con la postergación de lo que uno quiere, de entender que estamos vivos aquí y ahora, que “las garantías son los padres” y eso impulsó un hacer sin tanta neurosis, habilitarse, animarse, arrojarse. En mi caso, permitirme dirigir, validar mi mirada y confiar en mi deseo para habitar ese rol.

Ficha técnica
Autor:
Rody Bertol
Dirección: Sofía Dibidino
Actúan: Claudio Danterre, Estefanía Salvucci, María Eugenia Ledesma
Vestuario: Cristian Ayala
Diseño de luces: Ignacio Almeyda
Trailer: Ernesto Remedi
Fotos: Ailín Alarcón
Diseño Gráfico: Luciana Leyba
Asistencia técnica: Esteban Ameriso
Prensa: Gisela Sogne



Temas: EN RESUMEN 
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