Canción de autor

Fernando Montalbano, el trovador que trae lo suyo

El trovador Fernando Montalbano, uno de los grandes de la canción de autor rosarina, trabaja en un nuevo lanzamiento y estará presentándose el sábado 6 de agosto en El Aserradero. Mirador charló con el cantautor donde opinó sobre la relación entre cultura y rentabilidad y otros menesteres.
29-07-2022 | 12:38 |

“Al fin y al cabo, la poesía no es de quien la escribe sino de quien la necesita”, confiesa seguro Fernando Montalbano.
Foto:Gentileza.
Gisela Mesa [email protected]


Fernando Montalbano es cantante, poeta, compositor y guitarrista. Cuenta con 34 años de camino artístico y ha publicado los trabajos discográficos Rosario de Canciones, El Barrio del Deseo y Viajeros. Canciones de amor, protesta y compromiso. Además posee obras editadas en México y en Uruguay (Disco homenaje a Fernando Cabrera, junto a Juan Carlos Baglietto, Liliana Herrero y Kevin Johansen).

Desde abril de 2000, y a lo largo de más de 1.300 funciones, recorre las provincias argentinas. Ha realizado trabajos conjuntos con artistas como el cantautor español Joaquín Carbonell, el cubano Axel Milanés y el cordobés Sergio Korn. Además, en varias oportunidades compartió escenarios con destacados artistas como Víctor Heredia, Alejandro Filio, Litto Nebbia, Vicente Feliú, Cuarteto Cedrón, José Ángel Trelles, Chango Farías Gómez, Jorge Fandermole, Adrián Abonizio, Ignacio Copani, Los Trovadores, Teresa Parodi y otros destacados músicos.

Su estilo, combina las características clásicas del trovador, y en este caso, más urbano: la mixtura del cantar popular y el ilustrado, la crónica y el detalle, el humor y la sutileza, la emoción, el testimonio íntimo y colectivo, y el canto compartido.

En conversación con Mirador Provincial el trovador adelanta parte de su proyecto musical y de su presentación el sábado 6 de agosto a las 21 en Montevideo 1.518, Rosario.

Reminiscencia de una infancia
-¿Qué anhelabas ser de grande cuando eras niño?

-Siempre quise cantar. Componía canciones antes de saber escribir, con mi abuelo español, que me festejaba las ocurrencias. Lo hacía como un juego.

Inspiración
-¿Cómo surge el interés por la música?

-Ser músico es inexplicable. El recuerdo musical que tengo en mi casa es a mi viejo, tocándome la armónica para que concilie el sueño. Él escuchaba tangos, mis abuelos maternos, canciones populares de su país, España, y los paternos, que venían de Italia, tarantelas y baladas típicas del Festival de San Remo. Mi vieja me transmitió el placer por la lectura y el buen escribir. Algún que otro poemario que circulaba por la casa —uno de Baldomero Fernández Moreno, creo recordar— me encendió la vocación de inventar letras y poemas, que es la forma más cabal que tengo para expresar aquello que no puedo verbalizar.

-¿Quiénes han sido tus mayores influencias musicales?

-Mis referentes en cuanto a trovadores son Joan Manuel Serrat, Joaquín Sabina, Silvio Rodríguez, Luis Eduardo Aute, Adrián Abonizio, Paco Ibáñez, Leonard Cohen. Luego, musicalmente hablando estoy hecho de la música popular española, el tango y la canción italiana. Ya de grande aprendí y estudié el folklore argentino y latinoamericano.

-¿Cómo has ido evolucionando a través de tus composiciones?

-He tratado siempre de ser auténtico conmigo mismo, antes de ofrecer una pose o una copia. Saber y aprender otras músicas, como las de origen latinoamericano —especialmente las rioplatenses y cubanas— enriqueció mi modo de componer e interpretar. Estudiar a diversos poetas de la lengua española, por ejemplo, así también como a los grandes letristas del tango, me permitió incorporar recursos estilísticos y poéticos, al servicio de un decir cercano, íntimo. Pero antes de ellos, fue Mario Benedetti a quien le robé más de un modo y más de un verso. Al fin y al cabo, la poesía no es de quien la escribe sino de quien la necesita.

-¿Qué se aprende en el camino de la música?

-Se aprende a amar, porque la música es un lenguaje no-racional, y ésta se transforma en una parte del cuerpo, siempre lista para abrazar, para enlazar el deseo con el otro, con el paisaje. La música ayuda a resonar con lo cotidiano y con lo inasible. A comprender realmente lo esencial, y a enfrentar de manera lúdica y creativa la incertidumbre inevitable de la vida. Al ser algo intangible, te genera la necesidad de estar vibrando siempre para poder ser y estar, como una llama de voz.

Creación musical
-¿Cómo es tu proceso creativo a la hora de componer?

-Durante días o semanas tengo un caos de ideas y sensaciones revoloteando en el cuerpo, en la cabeza, en las manos. Hasta que por un fenómeno que desconozco, me veo aferrado a mi guitarra como un náufrago, cantando frases y melodías que no sé de dónde vienen, pero que al expresarlas y darles forma de canción, me alivian y calman. Como si fuera una terapia propia.

Lo de todos los días
-¿Cómo te impacta lo cotidiano?

-Lo cotidiano se vuelve mágico, como dice Peteco Carabajal en su maravillosa canción “Como pájaros en el aire”. Lo cotidiano es lo único que existe, no lo que me venden los medios, por supuesto, que ofrecen en general una versión profesional y mercantilista del ahora, sino lo que toco y huelo. El instante único e irrepetible es como el milagro de una melodía que te embriaga, que te hechiza, y que nunca volverá a ser igual. Por eso seguimos viviendo y cantando, intentando mejorar la nota, la palabra, el amor. Cantando como quien respira.

-¿Qué poeta o escritor te gusta?

-Agradezco el milagro de gozar y aprender con libros de Mario Benedetti, Atahualpa Yupanqui, Miguel Hernández, Alejandro Dolina, Raúl González Tuñón, Oliverio Girondo, Joaquín Sabina, Eduardo Galeano, María Elena Walsh, Roberto Arlt, Juan Gelman, con los poemas orilleros de Borges, y los cronopios y famas de Cortázar.

-Se dice que el barrio es... hablanos del lugar donde creciste.

-Nací en calle La Paz 1.851. Allí crecí hasta los 11 años, y luego fuimos a vivir con mi familia a la casa que mi viejo había hecho con sus propias manos al barrio Carlos Casado: Virasoro entre Lagos y Ricchieri. Ese segundo barrio me marcó para siempre: calle de tierra, campito en frente poblado de caballos, canchitas informales donde se armaban picados de fútbol. Vivía en la vereda, entregado al embrujo del ocio, arriba de una bici, detrás de una pelota o tirado junto a un árbol leyendo revistas de historietas y tocando la guitarra, en otra Rosario, por supuesto, plena de experiencias a la intemperie, criado en ese suburbio de trabajadores con sueños y utopías sencillas. Todo eso está en mí, en mi voz y en mi verso.

¡A tener en cuenta!
-¿Qué proyectos a futuro tenés?

-El futuro es hoy. Por lo pronto trabajando en nuevo material, y presentándome el sábado seis de agosto en el El Aserradero.



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