Ezequiel Re
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Los tiempos corren. Como el agua en el cauce. Las etapas se cumplen. El reloj no se detiene. Cuando llegan noticias como el fallecimiento de Oscar Bergesio, comentarista de fútbol de los buenos, a uno lo recorre esa sensación rara. Si apenas lo conocía, si pocas veces intercambiamos una charla.


¿Entonces? Pasa que con Oscar la cita era inevitable. Mi vieja tenía una radio Noblex negra que funcionaba con tres pilas grandes (Eveready “una pila de vida” tal cuál mencionaba el locutor) y a la hora de los partidos por LT 10 de Unión o Colón la oreja se pegaba en el sintonizador. El “Flaco” como lo recuerdan, te tiraba la justa. En un público exitista y exigente como el del Tate o el Sabalé su palabra no admitía objeciones. Respetado por todos.


El relator podía meterle pasión, quedarse sin voz gritando el gol. Pero al toque Bergesio ponía la pausa y su análisis lleno de reflexiones futboleras era una parte más del juego.


Tal vez, ahora que lo pienso, no escuchaba el partido por Unión o Colón. Sin dudas era hincha de comentaristas como Bergesio.


Se fue uno de los nuestros. De los apasionados, de los locos por el fútbol. Amaba Santa Fe. No se lo pregunté. Lo intuía por sus comentarios. Santa Fe era su país. Y la radio, indudablemente, su segundo hogar.


Bergesio fue elegido Ciudadano Ilustre en Santa Fe en el año 2019, cuando decidió colgar los botines de la radio.
El día que lo premiaron entre sonrisa y emocionó: “Siempre fui un paisano santafesino”. Un santafesino de veras. Y un comentarista que dejó su sello inclaudicable.