Rugby

Sin tackles a la inclusión

Pocos meses pasaron desde que el paranaense Cristian Obispo se convirtió en jugador de rugby. Tiene 34 años, es hipoacúsico y se desempeña en Camatí de Viale. Días atrás, vivió una fascinante experiencia junto al seleccionado argentino de sordos y representó al equipo en Córdoba.
23-08-2022 | 21:27 |

Cristian Obispo lleva puesta con orgullo la camiseta del seleccionado argentino de Sordos, mientras manifiesta a la par su sentido de pertenencia por Camatí de Viale.
Gabriel Baldi
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La inclusión es uno de los factores que hacen a la esencia del rugby. No importa la talla ni la contextura física; ni el peso o la altura; mucho menos la condición social o el género. Todos, tienen su lugar. De hecho, podría decirse que existe un lugar dentro del campo para la satisfacción de cada persona.

Cristian Exequiel Obispo nació en Paraná hace 34 años y tiene hipoacusia. Vive en Viale junto a su familia: está casado con María Noe Bernardara y es papá de Ángel, Martín y Lautaro. Actualmente trabaja en el área de mantenimiento de la escuela Técnica de Viale.

Empezó a practicar rugby porque quería experimentar una nueva disciplina. Comenzó a practicar desde el año pasado en la escuadra vialense: Camatí.

Días atrás, fue convocado por la Unión Rugby Sordos Argentina (URSA) para concentrar en las instalaciones de La Tablada de Córdoba y llevar a cabo un cotejo amistoso frente al elenco local.

Más allá de ser un amante de la actividad física en general, paso a paso fue ganándose un espacio de referencia en su club, junto a su equipo, con sus nuevos amigos. No hay barreras para la inclusión y Obispo da cuenta de ello.

Punto de partida


“En el equipo Camatí, lo que encontré son muy buenos compañeros, que me han ayudado muchísimo a comprender los entrenamientos y los partidos. El desarrollo del juego. Lo que me dio rugby o, mejor dicho, me enseñó, es esforzarme al máximo y a trabajar en equipo. Si bien practiqué a lo largo de mi vida, otros deportes como fútbol, atletismo, karate, vale-todo, etc., siento que el rugby es absolutamente diferente a todos”, indicó el entrerriano en declaraciones a MIRADOR ENTRE RÍOS.

La provincia cuenta con los antecedentes del paranaense Rodrigo Villagra y del gualeguaychuense Juan Alberto Faiad, también hipoacúsicos que supieron representar al país en distintos certámenes. Para Obispo, en este caso, fue la primera vez. Fue el punto de partida.

“Fui convocado a la URSA gracias a Juan Alberto Faiad, que fue quien envió a la entidad una referencia sobre mi persona y a partir de ahí, ellos se contactaron conmigo”, contó.

En cuanto a sus objetivos en el rugby, el flamante back dijo: “El objetivo que tengo con Camatí es seguir siendo parte de los partidos de esta temporada y poder salir campeones, cueste lo que cueste. Y con la selección, mi anhelo es poder debutar en el Mundial de Rugby Seven, que se realizará el año que viene”.

“El pasado domingo 7 jugué en la Primera División de Camatí frente a Sirio Libanés de Nogoyá y en el último minuto del segundo tiempo pude hacer un try. Fue una emoción enorme. Recibir el saludo de mis compañeros, que se alegraron y me felicitaron, apoyándome cada segundo, fue algo inolvidable”, deslizó.

Por su parte, valoró también la experiencia desarrollada en URSA. “El sábado 13 hubo dos concentraciones en la provincia de Córdoba: la primera en La Calera y la segunda en el Club La Tablada, con los demás jugadores sordos del país. Y, al día siguiente, vimos acción frente a La Tablada. Aunque perdimos, vivimos una muy linda experiencia y lo más importante fue que la disfrutamos. Aparte éramos pocos jugadores. Las restricciones de la pandemia hicieron que pasaran más de tres años sin que la URSA tenga actividades. Inclusive muchos jugadores dejaron ser parte de la selección. El próximo encuentro será en octubre, en el fin de semana largo de ese mes, en lugar a confirmar”, concluyó.

En la historia


El rugby de sordos trascendió a nivel mundial y en Entre Ríos no fue la excepción de la mano del paranaense Rodrigo Villagra y del gualeguaychuense Juan Alberto Faiad, quienes constituidos plenamente en el Paraná Rowing Club y Carpinchos Rugby Club, dejaron una huella en cada una de sus instituciones.

Nucleados todos los jugadores federados con la incapacidad de escuchar sonidos en el elenco de su país, la actividad crece a gran escala. De hecho, cada uno en su época, tanto Villagra como Faiad representaron a Argentina.

El “Deaf Rugby”, como es reconocido internacionalmente, tiene su propia Copa del Mundo, cada seleccionado lleva adelante giras y disputa amistosos al igual que cualquier otro elenco convencional.

Pese a que todavía hay muchos mitos alrededor, es importante entender el sistema de juego para conocer cómo se desarrolla cada partido.

El Tuti, como es conocido Villagra en el ámbito del deporte paranaense, ya no se encuentra en actividad, aunque dejó su legado, numerosos amigos y un gran amor por su club, en el que jugó desde pequeño y al que todavía acude para presenciar los partidos que juega principalmente el Plantel Superior.

Usualmente como wing o fullback, se desempeñó entre 2001 a 2004 con el equipo argentino de sordos, del que atesora los mejores recuerdos. Incluso, siendo partícipe de una visita que tuvo el equipo a Paraná, a comienzos de este mileno, cuando disputo un encuentro ante la Primera División de Rowing en el campo de deportes La Tortuguita.

Por su parte Faiad, practica rugby hace 22 años en la ciudad del sur entrerriano y es reconocido en el ámbito provincial por sus dotes con la ovalada, desempeñándose generalmente como apertura. En 2018, fue distinguido con el premio Jorge Newbery, entregado por la Subsecretaría de Deportes de la Ciudad de Buenos Aires, en la Usina del Arte de Capital Federal por su incansable labor con el combinado nacional de rugby de sordos, que integra hace varias temporadas, entre las cuales llegó incluso a ser capitán.

Cabe destacar que este conjunto no está dentro de la órbita de la Unión Argentina de Rugby, aunque representa a la nación con el mismo orgullo que cualquier otro elenco.

Similitudes y diferencias


En líneas generales, las leyes en el rugby para hipoacúsicos son las mismas que en el convencional. Solo tiene algunas variantes.

La única regla que a veces se quiebra es que los jugadores frenan el juego al sonar el silbato. En el Deaf Rugby, algunos referees usan una bandera colorida en vez del pito.

En las prácticas, muchas veces hay intérpretes de lenguajes de señas y como es de esperar, está prohibido el uso de audífonos, ya que podría ser peligroso ante un golpe. En el más alto nivel, los árbitros suelen revisar a los jugadores para asegurarse que ninguno lo use.

A raíz de los distintos niveles existentes de hipoacusia, puede haber equipos que tengan más jugadores que no oigan que otros. Para buscar que sea justo e inclusivo para los jugadores y equipos, hay mínimas variaciones a las reglas que se aplican por consenso y están basadas en la comunicación visual, el uso de banderas, señas de los referís y orientación para sordos para incrementar las señales visuales, además de intérpretes de lenguaje de señas disponibles para ayudar al referee.

La medida global para el rugby para hipoacúsicos es una pérdida de al menos 40 decibeles, aunque en algunos países se permiten jugadores con menor perdida para partidos que no sean competitivos.
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