Luis Gómez
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Ethiene Cristina Gonser Franco nació en un hogar humilde de Curitiba (Brasil). La situación económica le impidió practicar la actividad que le apasionaba, pero la vida le reservó una oportunidad inimaginable. Gracias a su desempeño como gimnasta, llegó a ser dos veces olímpica.

También vio truncar sus aspiraciones para estudiar la carrera de su elección en su país. Y volvió a presentársele una opción mejor.

Recién graduada en Medicina en Argentina, busca cimentar sus profesiones (también es profesora de Educación Física) y compartir saberes desde el ámbito que le posibilitó vivir experiencias y sensaciones únicas.

De paso por Paraná, testimonió el triunfo de la perseverancia sobre los obstáculos gracias a la guía de un sueño deportivo.
“Vine por invitación de la profesora Yusi Ruberto para dictar una clínica, donde pueda aportar un poco de mi experiencia como gimnasta y compartir mi historia. Cómo llegué a los juegos olímpicos y desarrollar parte de ejercicios”, expresó, al presentarse a MIRADOR ENTRE RÍOS, en un perfecto castellano, matizado por la tonada característica del Noroeste argentino.

En el Club Ciclista Paraná (CCP), la olímpica en Pekín 2008 y Londres 2012 instruyó al plantel de competencia en ejercicios de danza, coreografía y salto gimnástico; técnica en las barras paralelas, acrobacias y técnicas de giro.

Sus inicios

Acompañar sus palabras con ojos vivaces (y a veces humedecidos) denota el placer que le provoca la disciplina que la cautivó desde el principio.

“Me gustaba la danza clásica, pero mi familia no podía costearla, así que mi mamá me llevó a una prueba de gimnasia y me gustó. El inicio común es los cuatro años, yo lo hice recién a los ocho; sin embargo, a los 13 ya participaba de selectivos para integrar el seleccionado nacional. Allí comenzó mi sueño olímpico”, declaró, en primer resumen de su historial.

“Entrar a hacer gimnasia era como llegar a un parque de diversiones. Observaba a quienes ejecutaban bien los ejercicios e intentaba copiarlos –aunque me costara–, me gustaba el ambiente de superación y cada aprendizaje me motivaba”, recordó.

La infancia difícil le enseñó que a las oportunidades hay que aprovecharlas y la suya fue que la selección entrenaba en su ciudad. “De verlas inalcanzables, de repente las tenía compitiendo a mi lado”, rememoró sobre sus predecesoras olímpicas.

La más joven

Esas pruebas diarias y un espíritu de convicción le aseguraron un lugar en el equipo brasileño para los Juegos de la XXIX Olimpíada ¡con 16 años y sin haber participado en un torneo internacional importante!

“Fui la deportista más joven de Brasil en esa edición. Recuerdo los gritos del público y las banderitas de mi país aisladas en medio de un gimnasio gigantesco, cuando ingresé a competir”, soltó, perdiendo la mirada.

Franco no era la más talentosa, pero su rol fue abrir la ejecución de las series sin fallas para transmitir confianza al equipo, ya que el puntaje depende de las sumatorias individuales.

“Hice uno de mis mejores torneos, sin errores en las ejecuciones en los aparatos. Previo a comenzar la prueba de viga, todo quedó en silencio y oscuro. Al subir, volví a escuchar el entorno y tuve un pequeño desequilibrio, pero me concentré y el silencio no desapareció hasta el final de la serie”, relató sobre la primera clasificación a una final olímpica de un equipo brasileño, logro aún no superado.

Ser parte de dos juegos

Estar en una villa olímpica es una situación desconocida para el común de los mortales y Ethiene contó cómo se sintió: “Es como una ciudad solo de atletas, todos con el mismo objetivo de competir y pasarla bien. Es muy gratificante compartir con deportistas de otros deportes y conocer sus culturas, saber que los demás experimentan otros miedos”.

De Londres 2012 destacó la visita del seleccionado de fútbol de Brasil (no se alojaba con la delegación), que aprovechó para sacarse fotos con Neymar y Thiago Silva.

Las lesiones previas a Londres 2012 afectaron decisivamente a Franco, que luego del Nacional de ese año se sometió a cuatro cirugías antes de dejar de competir en 2014, a los 22 años.

“No fue planeado ni buscado, no podía seguir entrenando. Fue muy duro y, lidiar con eso, muy difícil”, reconoció, conteniendo lágrimas.

Profesora y doctora

Con su vida atraída por la fuerza gravitacional del mundo deportivo, fue inevitable que Ethien estudiara Educación Física. Empezó en 2010, aprovechando una beca que le otorgaban desde la universidad.

Cinco años después, cursar Medicina en la Argentina fue una oportunidad para mejorar la situación económica. No planeaba involucrarse con la gimnasia, pero la contactaron desde un club y así fue instructora y luego coordinadora, antes de dictar clínicas.

Radicada en La Rioja desde 2015, no ahorra elogios para su nuevo país. “Argentina tiene mi corazón, porque toda su gente me ha recibido muy bien. Volver a Brasil implicaría depender económicamente de mi familia, ya que hay mucho prejuicio para otorgar trabajo a quienes se gradúan en el exterior”, reconoció.

“Aquí tengo trabajo, amigos y mi vida. Me siento querida y valorada. La intención es comenzar el año que viene la residencia en Traumatología, para seguir vinculada con el deporte”, anticipó.