Teatro

La metamorfosis de Ludmila Bauk

Con 34 funciones y un conteo oficial de 9115 espectadores, se despidió de los escenarios rosarinos Gregorio, el zanahoria.
13-09-2022 | 9:43 |

Foto:Gentileza.
Ariel Gustavo Pennisi


La opera prima de Ludmila Bauk es hija de la edición 2021 del programa “Teatro Nacional Cervantes Produce en el país”, donde fue seleccionada entre 180 proyectos. En producción compartida entre el Teatro Municipal La Comedia de Rosario y el Teatro
Nacional Cervantes, debutó el sábado 2 de julio del corriente año y realizó 34 funciones durante los dos meses que duró la temporada hasta su última puesta en escena el pasado domingo 28 de agosto.

El balance indica que pasaron 9115 espectadores a lo largo de todas sus funciones, de las cuales varias fueron adaptadas para personas con discapacidad, como el caso de la función especial que se realizó para personas no videntes, en la cual su directora Ludmila Bauk fue la encargada de realizar la audiodescripción de la obra con una visita táctil a través de maquetas para que el espectador toque los objetos y la escenografía.

En torno a la puesta en escena, también se realizaron talleres coordinados por Paola Gracioli donde se abordó la obra desde un proceso de formación para educadores, destinado a aquellos docentes que luego llevaron a sus alumnos al teatro. Un taller de proceso creativo y otro con abordaje de la obra desde la ESI.

Un clásico y sus resonancias actuales
La historia universal de la literatura escribe en tres partes, reunidas en un grupo de 70 páginas, en lomo amarillo y cubierta verde, la primera edición de la novela más larga que Franz Kafka haya publicado en vida. El texto La metamorfosis vio la luz en 1915 cuando el autor tenía 32 años, a tan solo 2 años de la publicación de su primer relato Contemplación (1913) y 9 años antes de que la tuberculosis pusiera punto final a su vida y rescatara parte de su magnífica obra de sus deseos pirómanos gracias a la desobediencia de su amigo Max Brod.

La trama de la clásica novela gira en torno a la desventura familiar de Gregorio Samsa quien una mañana, como todas las mañanas, despierta para ir a trabajar y descubre que se ha convertido en un insecto, hecho que provoca el rechazo de toda la familia ya que no puede cumplir con su rol de sostén económico.

El cuerpo de Gregorio no será el mismo, se volverá inclasificable, inútil y repulsivo. El cuerpo de Gregorio ya no será familiar, estorba y debe ser eliminado.

A partir de la publicación del clásico kafkiano, infinidades de propuestas alrededor del mundo adaptaron la historia a lo largo de las décadas con las huellas propias del contexto y la frecuente particularidad del ojo observador sobre aquel cuerpo que de la noche a la mañana se vuelve molesto y atípico para el ecosistema familiar.

La adaptación rosarina del texto, que es producto de las plumas de la dupla Ludmila Bauk y Agustín Alzari, entregó a lo largo de sus 34 funciones bajo la dirección de Bauk un más allá de la historia kafkiana, con un final esperanzador e inclusivo que nos invita a preguntarnos por el lugar otorgado en la sociedad a la persona que se presenta por fuera del canon y la estereotipia culturalmente esperada.

Sobre la metamorfosis rosarina


La texto adaptado de Ludmira Bauk y Agustín Alzari,se presenta en dos partes. Escrito en octosílabos rimados, cuenta con cantos, coreografías y música ejecutada en vivo con sintetizadores y samplers. La adaptación infantil encuentra a Gregorio personificado en un
pato trabajador que un día despierta en su cama convertido en zanahoria.

Esta nueva forma le trae crecientes dificultades con su familia que depende de su sueldo para subsistir, ya que Gregorio es el único trabajador del seno familiar. Sin las habilidades de ave, ni el pico para hablar e imposibilitado para vender telas, el
nuevo cuerpo zanahoria de Gregorio se presenta como ajeno y repulsivo. Rechazado por sus afectos, comprende que su castigo proviene del entorno y contexto que lo imposibilita. ¿Podrá liberarse de la ira de los patos que alguna vez conformaron su familia?

En cuanto trama, en este punto termina la primera de las dos partes de la obra, siendo a su vez el punto final de la obra original de Kafka, “en el original de Kafka la familia lo mata a Gregorio, con las manzanas que le tira el padre, una le queda incrustada y comienza a
pudrirse. Gregorio se muere de la infección por el abandono familiar” relata Ludmila para adentrarnos en la segunda parte de su adaptación, “en esta versión le dimos otra oportunidad a Gregorio, es decir, la primer parte de la obra es una adaptación casi fiel de la novela, con algunos personajes menos. La segunda parte es esperanzadora, le da un final feliz a la historia”.

Una obra diferente sobre lo diferente, que permite reconocerse en ese otro, en Gregorio, el zanahoria.

Ludmila Bauk en primera persona
-¿Qué balance hacés de estos dos meses de temporada?

-Estoy muy agradecida al recibimiento de la propuesta, que era arriesgada porque íbamos a hacer Kafka para niños y para niñas. La novela de kafka tiene su complejidad, ya que su protagonista Gregorio Samsa se convierte en escarabajo. Una tragedia básicamente o un drama. Que una obra para niños hable de eso y ponga en tensión la idea de familia es una propuesta arriesgada, eso en cuanto a narrativa.

-¿Y en cuánto a estética?

-La obra está hablada en versos, con zanahorias y patos. La propuesta estética también tenía sus riesgos. Desde el principio confié mucho en la idea y en lo que quería contar, estaba muy segura de ello, de lo que quería expresar. Me pone contenta haberlo podido lograr, y que esa obra haya podido resonar en una gran cantidad de público. Lo lindo de haber podido realizar tantas funciones es que la obra de acuerdo a la edad de la persona que la vio y su recorrido, resuena de diferente manera.

-El balance oficial habla de 9.115 espectadores. Es seguramente un público muy heterogéneo.

-Si pudo ser disfrutada por un público muy heterogéneo, eso me resultó muy enriquecedor en cuanto a la recepción del espectáculo. La última función que tuvimos para alumnos de escuela pasaron cosas hermosas. En la primera parte, cuando Gregorio sueña, los chicos se pusieron a golpear con los pies y estaban enloquecidos con el sueño, algo que en otras funciones no pasaba, es decir cada público fue construyendo o leyendo cosas de la obra y esa es la grandeza que tienen los clásicos y con esta experiencia reafirmé la idea de que los clásicos de la literatura son clásicos porque cada generación y persona ve en ellos algo diferente. La metamorfosis de Kafka sigue siendo un clásico, la obra me hizo reafirmar esta idea.

-La obra presenta una multiplicidad de lenguajes estéticos, ¿cuál es el balance en cuánto a lo creativo?

-Respecto a lo creativo estoy muy contenta con cada uno de los lenguajes que intervinieron. El lenguaje plástico, la escenografía, el vestuario y lo musical. La coreografía, iluminación y actuación, creo que pudimos construir con todos los realizadores y realizadoras un universo muy poético y original. Cuando comencé a escribir la obra junto a Agustín, pensé en lo que quería de la obra y era que la gente que la fuera a ver, pudiera conectarse con otro mundo. Con un mundo de fantasía donde pudieran divertirse, emocionarse y que a la vez le permitiera pensar cosas de ellos mismos, que puedan resonar cosas de su vida. Me parece que todos los lenguajes que intervinieron trabajaron para esa idea de construir este universo poético, mágico, fantástico pero que a la vez sea verosímil y concreto. Que esa familia de patos donde Samsa es una zanahoria sea un verosímil y ahí me parece que cada uno de los realizadores y creativo hicieron un gran trabajo.

-¿Y en cuanto al elenco actoral?

-Es un elenco muy trabajador, me han seguido en todas las propuestas. Mi intención fue siempre trabajar no desde un registro que se presente como aniñado, sino que los actores puedan construir personajes que estén vivos y muy intencionados, con una consciencia de la historia que se está contando, del ritmo de la obra y del rol que le toca a cada uno de los personajes para que sea entretenida, con buen ritmo sin que eso opaque la historia trágica que se está narrando. Los personajes de la última parte de la obra que son la Jarra, el Huevo y la Sardina. Fue la búsqueda de la caracterización que de alguna manera los despeguen de la primera parte y que le permitan construir otro registro, manera de hablar, ritmo y expresividad apoyado también por los vestuarios pero que ese vestuario no lo era todo, sino que se sostiene por la energía que cada uno de los personajes debía tener. Me parece que el ejemplo de la chica sardina que en el primer acto es una nena con un registro de voz super agudo, en la última parte representa un personaje construido mas como una señora, pero con referencia interna, que tiene una voz grabe, pausada, con calma, casi el opuesto. Que cada actor pueda trabajar desde su primera persona en la primera parte de la obra y Gregorio toda la obra y construir ese verosímil de familia, pato, de que unos de sus integrantes se transforma en zanahoria. Un día me desperté y soy zanahoria, que sucede con todo eso.

La directora de la aclamada pieza teatral afirma que fueron dos meses de ensayo muy intensivos, “con una convivencia muy respetuosa, a promedio de cinco funciones semanales, algo que no es muy frecuente en Rosario”, convirtiendo la profesionalización de la labor en un desafío para todo el elenco. Nos aclara el espíritu crítico que buscó generar con su creación, “la apuesta que hicimos hace que no esté puesto el foco en la estigmatización de Gregorio como plantean muchas adaptaciones de La metamorfosis que hacen mucho hincapié en la asquerosidad del bicho dejando de lado la pregunta clave que para mi tiene la obra: ¿qué pasa con nuestras familias cuando ya no estamos más en el rol que nos asignaron?”

Ficha técnica

Dirección:
Ludmila Bauk
Intérpretes: Manuel Baella (Señor Samsa y Horacio Yema), David Gastelú (Gregorio), Cecilia Inés Li Causi (Greta y Angie Bagangie), Marisa Rinaldi (Señora Samsa y Ramona Nieves) y Carlos Terzaghi (Jefe, Criada y Jaime Maíz Nicolás)
Músico en escena: Agustín Alzari
Diseño y realización de escenografía, objetos y utilería: Pali Díaz
Realización de escenografía y dirección de taller carpintería y herrería: Marcos Adelmar
Realización de escenografía en carpintería y herrería: Agustín Pagliuca
Realización de costuras en escenografía y utilería: Patricia Pérez
Diseño de vestuario: Ramiro Sorrequieta
Diseño de iluminación: Diego Quilici
Composición y producción musical: Agustín Alzari
Producción y diseño de sonido: Diego Longinotti
Coreografía: Agus Black
Asistente de dirección: Celeste Bardach
Productora local: Aimé Irupé Fehleisen
Equipo: TNC Federal



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