Son multitud

Trigemelas, una historia de vida entre 200 millones de embarazos

Durante cinco años, Leo y Vanina buscaron ser padres. Perdieron un primer embarazo, hicieron el duelo y continuaron intentando. El deseo se cumplió y la felicidad fue múltiple. Hace unos días estuvieron en el sur de Santa Fe y contaron cómo viven en exclusiva para El Litoral.
16-09-2022 | 12:16 |

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Foto: Gentileza.


Delfina, Victoria y Julieta Chainski Catalá, son trigemelas argentinas genéticamente idénticas. Nacieron en pleno contexto mundial de pandemia de COVID-19, el 25 de julio del 2020 en Buenos Aires y fue un hecho resonante a nivel nacional porque un caso de este tipo, ocurre cada 200 millones.

Se trata de un embarazo monocorial triamniótico, que es el resultado de la fecundación de un óvulo y un espermatozoide que se dividieron en tres embriones en la primera etapa de gestación. Los tres se alimentan de la misma placenta, con tres cordones umbilicales, pero cada uno se desarrolla en su propia bolsa amniótica. Se sabe de varias familias en el país e incluso en Santa Fe, cuyos hijos reúnen estas mismas características.

Lo cierto es que las gestaciones monocoriales como las de Delfina, Victoria y Julieta, presentan un riesgo cinco veces mayor de aborto, el doble de muerte perinatal, de restricción de crecimiento, de parto pre término y cuatro veces mayor de anomalías fetales. La causa está relacionada con la partición del cigoto, la célula resultante de la unión de un óvulo y un espermatozoide tras la fecundación.

Sin embargo, los papás Vanina Catalá Ortmann y Leonel Chainski, sortearon todas esas dificultades y hoy las “trige”, transitan los dos años. De hecho, en su primer viaje como familia múltiple, estuvieron en el departamento General López, más precisamente en la localidad de Elortondo, donde Leo vivió en su adolescencia y lugar al que regresa seguido para visitar amigos.

Deseadas

Ser padres, fue algo que Vanina y Leo quisieron siempre. Se conocen desde la adolescencia por haber vivido en el barrio de Temperley, lugar donde se encuentra el club del cual las nenas son socias de nacimiento. “Fue una paternidad y maternidad buscada. Estuvimos varios años y en un viaje a Europa, quedamos embarazados. Estando en Polonia, Vani empezó a notar cambios a nivel hormonal y físico. Me dijo de hacer un test, que dio positivo. Fuimos a conocer a nuestros ancestros (por el apellido) y trajimos descendencia”, describió Leo a El Litoral.

Cuando llegaron a Buenos Aires, enseguida realizaron la ecografía de rigor en un centro médico de Lomas de Zamora. “Los obstetras nos dieron la noticia de que íbamos a ser padres de trigemelas. Explicaron que era un caso muy raro y con riesgos, donde teníamos que cuidarnos mucho”, sostuvo.

Recién una vez superadas las 24 semanas, les dieron el visto bueno para poder contarlo al mundo. “Fue hermoso. Toda la evolución del embarazo resultó bastante dura, porque Vanina entraba sola a los controles. Yo esperaba en la puerta, siempre rezando para que esté todo bien”.

Las nuevas integrantes de la familia, implicaron nada menos que mudarse a otra casa, que sea funcional a varias necesidades. Se cambiaron de hogar y lo fueron adaptando acorde iba avanzando el embarazo. Fue otro desafío y un gran esfuerzo.

“Nosotros dos somos docentes. En pandemia trabajábamos de forma virtual y nos sirvió mucho porque estábamos todo el día con las nenas. Además, tuvimos gente siempre dando una mano en casa porque era mucho”, indicó.

Para el padre de las trigemelas, es difícil salir por el tema de la organización y la logística que implica mover a las tres nenas más una persona de apoyo y asistencia. Los tiempos y la agenda requieren de precisión. “Este viaje a Santa Fe que duró tres días, lo armamos hace un tiempo”, dijo.

Reconoció que “estar en un plaza o parque, lleva a que la gente haga muchas preguntas” y que incluso “googlean” su caso delante de ellos. “También preguntan seguido por la diferencia con los trillizos”, aclaró. “Por un lado está bueno, pero a veces es incómodo porque debemos explicarlo cinco o seis veces”, amplió.

Con horarios

Con el fin de la cuarentena estricta y el regreso a la normalidad, Leo y Vanina retornaron a las aulas para dictar clases presenciales. Debieron, por ende, acomodarse diferente: “Tuve trastornos de sueño durante siete meses. Me pasaba despierto de noche así Vani descansaba. Pero llegó un punto donde tuve que pedirme licencia para acomodar las horas. Debía dormir. Esto fue posible gracias a la ayuda de nuestros padres, familiares y amigos”, valoró.

La nueva rutina, va así: arrancan a las 6:30 de la mañana los papás y a las 7, las nenas. 7:30 parten hacia el Maternal, con horario de ingreso a las 8 hasta las 14 horas. En ese lapso que no están las nenas, los padres trabajan.

Vanina, tuvo que dejar módulos en el aula para estar más en casa y Leo, compensar esa falta con más carga horaria. “Casi todos los días las buscamos en el jardín. Luego, vamos una o dos horas a la plaza. Llegamos a casa, las bañamos, cenan tipo 19:30 y luego se duermen al mismo tiempo hasta el día siguiente”, describió.

Ahora están abocados a que las trigemelas coman solas. Comen juntos para que ellas los imiten. Dejaron las mamaderas y chupete nunca usaron. “Nos asesoramos mucho y por ahora nos vienen diciendo que vamos bien”, agregó.

Destaca en este proceso, el intercambio con otras familias múltiples. Y es que si bien es un embarazo que se da cada 200 millones, hay en Rosario, San Nicolás, La Plata y Mar del Plata. “Al principio nos sirvió. Ellas nacieron prematuras, de bajo peso, teníamos que engordarlas cada tres horas. Era una tortura para todos. Queríamos saber cómo manejaban el entorno y las visitas”, señaló.

En esto, fue claro: “En cierto modo, perdimos intimidad. Desde las 7 de la mañana tenemos gente en casa. Al principio fue difícil, pero aprendimos a manejarlo. Tuvo que ver los consejos y sugerencias de quienes ya lo pasaron. Preguntamos más de lo que pudimos aportar en ese momento. Ahora mucha gente nos escribe. Estamos para ayudar”.

Iguales, pero diferentes

Una pregunta que suele ser reiterativa, es la curiosidad por saber de qué manera distinguen a sus hijas. Leo, fue sincero: “Actualmente se nos hace fácil diferenciarlas. Por los gestos, sonrisas, voces o miradas. En principio, la primera herramienta fueron los aritos, ya que cada una tenía diferentes. Actualmente, nos damos cuenta por el carácter, por cómo se mueven o caminan. Cada una tiene su comportamiento”.

Y aclaró: “A veces nos confunden, pero igualmente prestamos mucha atención, sobre todo cuando las alimentamos o les damos alguna medicación. Ahí estamos muy atentos. No corremos riesgos en ese sentido, aunque a medida que crecen es cada vez más fácil diferenciarlas”. Por otra parte, muchas personas les dicen que se parecen más a la mamá y otro tanto a él. “La realidad es que, si miras fotos nuestras a la edad de ellas, tienen rasgos de los dos. Pero yo no me termino de dar cuenta”.

Destacó que la relación entre hermanas es intensa, en el sentido que son muy cariñosas. “Pelean, pero poco. Tratamos de no intervenir, pero sí observamos. Queremos que lo resuelvan ellas y lo hacen mucho más rápido que si nos metemos. Son compañeras. Se preocupan entre sí por lo que le pasa a alguna de ellas”.

De todos modos, asegura que la vida de la familia, cambió para mejor: “Es algo que no me imaginaba. Nunca tuve horarios y viajaba mucho sin planificar. Ahora tenemos responsabilidades que las cumplimos con mucho amor. Costó poder adaptarnos a toda la rutina nueva. Dieron orden a nuestra vida que era bastante caótica”.

Luego, admitió que pensaron y hablaron en seguir teniendo hijos, pero es algo que está lejos de los planes hoy. “No queremos restarles atención a ellas. Es hermoso tener hijos, pero no quisiéramos quitarles tiempo. Nos lleva mucho trabajo. Ya es suficiente. Nos cuidamos y no nos confiamos. La idea es no por ahora”.

En cuanto a las cosas que más disfruta con sus hijas, fue contundente: “Estar con ellas me gusta todo. Y lo disfruto. Lo que menos me gusta es cuando están enfermas. Eso tiene que ver con no poder identificar el origen de algún malestar. Poco a poco evoluciona para bien, ya que por suerte se va incorporando el habla”.

El cuerpo de mamá

Vanina asegura que no se olvida nunca más el día en que se enteró que iba a ser madre de trigemelas: “Casi me muero. No me lo esperaba. Fui con la idea de que era solo un bebé. Era empezar a pensar en lo que venía después, que el cuerpo lo ponía yo y las complicaciones que podrían surgir. Afortunadamente, fue un embarazo excelente”.

Insiste en que estuvo “rodeada de ambas familias, cuidándonos” y que “sabíamos que era de alto riesgo, por eso no dijimos nada hasta la semana 28, que es donde se descarta cualquier tipo de complicación”.

Sobre los nombres, fue algo que ya estaba hablado. “Siempre lo charlamos. Queríamos nenas y nos gustaban Victoria y Julieta. Nos quedaba la tercera, donde surgió Delfina. Terminó siendo rápido”, recuerda, aclarando que no tienen segundo nombre, pero sí dos apellidos.

Y siguió: “Fue particular. Estuvieron 50 días en neo y terminó siendo difícil volver a casa sin panza y sin bebés. Cuando llegaron fue caótico. Tuvieron reflujo, estaban molestas y lloraban bastante. Pero tuvimos mucha ayuda. Resultaron complejos los siete primeros meses”.

Algo para valorar, es que casi no compran ropa para vestir a sus hijas (reciben bastante). En eso, también se nota la buena administración de la economía por parte de la mamá: “Ellas, usan 18 pañales por día (un paquete le rinde 48 horas). Particularmente, busco ofertas y descuentos. Además, nos dan una mano la familia, amigos y el municipio nos regaló los cochecitos. Nosotros nos ocupamos más de la alimentación porque son de buen comer”, relató.

Pondera que la rutina los ayudó mucho a organizarse y que “ellas mismas se dan cuenta de los horarios”. “A la noche duermen casi 12 horas. Eso es una alegría”, contó sonriente. Y celebró: “Son muy unidas. Se abrazan, se dan besos y se ayudan. Van creciendo y se notan las etapas”.

Admitió que disfruta cada jornada, pero que “colapsa” como cualquier madre. “Son muy demandantes y tengo mucha paciencia. Pero terminamos muy cansados. Por eso la terapia fue un gran sostén. No es lo mismo que te escuche un familiar, amigo, que un psicólogo”.

Finalmente, remarcó: “Volvería a elegir todo esto. Sin dudarlo. En ningún momento dude de tenerlas. Fueron deseadas. Hoy están sanas que es lo más importante. Son muy felices, cariñosas y simpáticas. Eso se ve a simple vista. Quiero que sean buenas personas, con valores y que tengan libertad de elegir”.

Las redes, una vidriera


Prácticamente, el día a día de las trigemelas, se puede ver reflejado en las redes sociales Tik Tok, Instagram y Facebook.

“En un primer momento surgió la idea de abrir un perfil en Instagram porque tenemos familiares en el exterior, para que sigan el crecimiento de las bebés. Después de alguna nota, nos pidieron las redes y se fue sumando gente”, recordó.

Valoró que muchas de las personas los contactan con “buenas energías” y “buenos deseos”. Aclaró que en un momento escribía lo que había pasado durante el embarazo y que hoy “me sirve particularmente porque tengo contacto con mamás múltiples. Muchas me preguntan tip’s a mi y yo pregunto también”.

Y completó: “Una de las cosas que más se reitera es la duda por saber cómo hacemos para que duerman, porque logramos que cada una lo haga en su cuna toda la noche”.



Temas: EL MIRADOR ACTUALIDAD 
Mirador Provincial en

Autor:

Pablo Rodríguez

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